Cuesta mucho trabajo entender lo que ha sido el desarrollo histórico de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe. La idea obvia siempre ha sido la de que debería existir una estrecha y muy constructiva relación entre estas dos partes del hemisferio occidental. El tema de Canadá requiere otra reflexión.
Estados Unidos fue visto inicialmente como el gran protector de la independencia de los países latinoamericanos frente a riesgos de recolonización por parte de países europeos. Algunos países experimentaron una relación mucho más turbulenta que otros. Es el caso de México, por ejemplo. Con todo, no existe hoy un país en la región con una relación más estrecha en todos los órdenes que la que tiene México y Estados Unidos. Diría que es una relación que no se parece a ninguna de las otras en la región.
Hoy, en plena campaña presidencial en los Estados Unidos, existe una gran perplejidad por la ausencia total de referencias durante la campaña a esta región del mundo. Es algo incomprensible. Nadie entiende como una región con todos los recursos que caracterizan al hemisferio occidental no ha logrado en más de dos siglos de historia construir una relación basada en la cooperación y la solidaridad.
Así las cosas, acudí a un informe publicado por Diálogo Interamericano, un resultado de lo que llamaron un grupo de trabajo sobre la política de Estados Unidos y que produjo, hace casi 20 años, un texto apretado, juicioso y bien concebido sobre lo que debería ser una agenda para las Américas. Hablo del año 2005. Dos eminentes personalidades presidieron el grupo, Fernando Henrique Cardoso, quién ocupó luego la presidencia de Brasil, y doña Carla A. Hills quién fuera la responsable por el comercio internacional de los Estados Unidos.
Una relectura de este texto muestra no sólo las enormes oportunidades existentes para la construcción de una próspera relación entre Estados Unidos y el resto de la región, sino que identifica problemas que ya entonces eran notorios y requerían una acción solidaria, como por ejemplo el de la situación de la democracia venezolana luego de la reelección de Hugo Chávez. Leer el párrafo correspondiente como que lo traslada a uno a la situación que ahora estamos viviendo como resultado de la elección del 28 de julio que Maduro resolvió interpretar a su manera. Ganar por las buenas o por las malas era su consigna. Y ahí estamos.
También, es bien impresionante leer la descripción sobre la situación de Haití, que me atrevería decir es hoy muchísimo peor.
Dos ejemplos, si hicieran falta, de cómo dos temas bien planteados en este informe del 2005 no solamente continúan ahí, sino que ofrecen un espectáculo aún más deplorable.
Consideraciones similares podría hacer con respecto a otros temas tan complejos como el de las migraciones, el del crimen organizado o los recurrentes fenómenos de violencia. Lo que me interesa no es tanto decir si el informe fue útil o no, si alguna de sus recomendaciones cumplieron su finalidad, sino, más bien, cómo podríamos hoy en una situación que tiene muchas similitudes pero, también, que incluye grandes transformaciones como las que implica la revolución digital, el tema de la identidad política, los del cambio climático y otros que parecen minimizar los que tradicionalmente hemos contemplado y que están bien tratados en este informe del 2005, contar con un esfuerzo intelectual equivalente .
Me pregunto si sería posible que Diálogo interamericano, 20 años después, reconstituyera el grupo de trabajo con la idea de generar un informe ojalá tan significativo. Y como lo he hecho en muchas ocasiones, me pregunto si América Latina podría producir un informe que recogiera sus ambiciones y aspiraciones para construir esa gran alianza de cooperación y solidaridad con Estados Unidos.
Infortunadamente, la situación interna de América Latina exhibe como nunca confrontaciones radicales entre los países y tan solo pensar en algún esfuerzo conjunto parecería algo más que una ilusión. Pero la ausencia de un pensamiento y de una estrategia como la que se planteó en el informe del 2005 sigue siendo tan necesaria entonces como ahora y pienso que mucho más ahora. Con mayor razón si hay un silencio tan ensordecedor por parte de la campaña presidencial en Estados Unidos.