Y la Constituyente ¿para qué? | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Julio de 2024

Qué obsesión la de algunos colombianitos con la tal Asamblea Nacional Constituyente…. Si supieran que hay países que no tienen ni siquiera una Constitución escrita como Israel, el Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda y ninguna cayó en la miseria del tercermundismo. Y, si supieran que tuvo que finalizar la Segunda Guerra Mundial para que Alemania promulgara la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania en 1949 y que solo tiene 19 artículos y que ni siquiera la reunificación alemana y la caída del muro de Berlín hicieron necesario modificarla… bastó con retoques formales. Y ni hablar de la de EE. UU la cual es aún la primera constitución federal escrita más antigua del mundo con solo siete secciones y varias enmiendas, pero jamás objeto de asambleas constituyentes.

Con sabiduría, sentido común y entendimiento básico del problema, el presidente de la Corte Constitucional afirmó que "la Constitución no puede ser una masa deforme gelatinosa y banal cambiable a placer". Como sí puede serlo, agrego yo, cualquier ministro…  algunos con mucha grasa y deformidad mental.

Opinión a la que se sumó el exministro A. Gómez Méndez con gran inteligencia y sentido común al preguntar lo más elemental que debe entenderse sobre la tal intención constituyente: “¿Una constituyente para qué? ¿Qué diablos es lo que quieren hacer? ¿Cuáles son las normas de la actual Constitución que hay que cambiar y para qué?”

Y, al paso también llegó el expresidente Santos quien con algo de sarcasmo aclaró que nadie representa al santismo porque éste no existe (como el tal paro…) y refuerza la pregunta elemental: “qué de la Constitución de 1991 es lo que no sirve para hacer lo que hay que hacer y qué es lo que hay que cambiar?”.

No tengo ni idea si al fin le respondieron el derecho de petición al exministro A. Gaviria. A propósito, el derecho de petición es una figura jurídica establecida en la Constitución de 1991.  En todo caso, ya expiró el término para que le respondieran para que su imagen pudiera volver a ser la de antes de “juntarse con esa chusma” en palabras Doña Florinda (no mías por si acaso…)

Por supuesto que valdría la pena otro derecho de petición al gobierno, al ministro “anticristo”, para que responda las preguntas básicas e inteligentes de Reyes, A. Méndez y el expresidente Santos, para que todos los colombianos sepamos de una vez por todas ¿qué es lo que no les gusta de la Constitución de 1991? y ¿qué es lo que encuentran incómodo en esa masa deforme gelatinosa y banal?

Mientras tanto al ideólogo de esta entelequia, al canalla contra Colombia, el vendedor de paz en forma de humo, el “viejo bandido” se le ve teorizando paradójicamente en “El Bandido” y en otros cafetines de Bogotá. Se ve tranquilo y con mucho ánimo y fuerza para continuar haciendo trizas las instituciones, vendiendo más humo negro para poder coleccionar y hacerse a más y más papeles históricos sobre la inalcanzable paz. Lamentablemente no pude sintonizarlo vía Kenwood…