Andrea Echeverry regresa al Teatro Mayor | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Octubre de 2013

“soy cantora de profesión y adulta desgarrada, en una sociedad enferma, desigual, violenta y machista. Mi voz tiene canas, arrugas y certezas. Este, mi tercer disco, es rock semilla, rocka de altiplano. De sonido telúrico y apocalíptico, aunque no desprovisto de un toque irónico, y de una luz al final del túnel”, comenta Andrea, quien regresa al Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo para presentar su trabajo discográfico: Ruiseñora.

 

El concierto que ofrecerá mañana a las 8pm será la celebración de su nominación al Grammy Latino en la categoría de Mejor Álbum de Cantautor. Como música ha trabajado desde los años 90. Para entonces, junto con Héctor Buitrago dieron forma a Delia y los Aminoácidos en un delirante antro nocturno en el barrio La Candelaria de Bogotá. Allí comenzó un devenir musical fecundo y culebrero que en 1993 inaugura con Aterciopelados, la que más adelante sería la banda emblemática del rock colombiano.

Su trayectoria la llevó a convertirse y definirse como una neofeminista, antimachista, “mi disco tiene sabor femenino y acústico, reemplazo la batería por un diseño percutivo que acaricia panderetas, guacharacas, cajón, chéqueres y maracas que se entretejen, logrando una textura viva, casi respiratoria”, comenta.

 

Ruiseñora surgió de la motivación más primitiva: la rabia, la defensa del propio espacio, de la propia identidad. Andrea asegura que “el disco evolucionó en la consolidación de un yo independiente y profundamente artístico. Su esqueleto y su músculo es la feminidad y pensarnos poderosas, creadoras y guerreras. Los bajos están a cargo de la leona, instrumento del son jarocho mexicano, que ruge y ronronea bajo muchas capas de mi voz armonizada en todos sus registros, consiguiendo por momentos sonidos muy espirituales y profundos, cercanos a géneros como gospel, blues, country, guabina y ranchera”.

Todo este repertorio sonoro y cultural será disfrutado por los seguidores de esta dama de la música colombiana, que sigue cosechando frutos siempre transmitiendo un mensaje único y global.

 

“Todo este bordado artesanal fue compuesto, producido y ejecutado por mí, casi juego, casi felicidad, alimento de mis días por más de un año. Bajo el ala protectora del productor colombo-británico, y mi amigo, Richard Blair (Sidestepper), puntada a puntada, logré un disco hermoso y revelador”, concluye.