Arte dentro del suplicio de una incertidumbre | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Domingo, 2 de Septiembre de 2018
Andrés Rivera
Son muy amplias las posibilidades del arte para promover una transformación social,  y por supuesto, aportar a las víctimas que caminan todos los días soportando de la desaparición de sus seres queridos

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Existen pocas experiencias que puedan transformarse en algo tan tóxico para la vida de un ser humano como la incertidumbre. No me refiero a esa sensación de ¨no saber¨ que nos acompaña en lo cotidiano durante el trabajo, en nuestras relaciones o en la toma de alguna decisión. Hablo específicamente de esa sensación, inconcebible para quienes no la viven en carne propia, de una pérdida enorme y a la vez incompleta que logra sostener, con una fortaleza sobre humana, un espacio sagrado habitado una esperanza doliente e inmortal que espera bajo un halo de impotencia, miedo y rabia a que un ser querido sea encontrado y pueda salir por fin de ese limbo atroz de la desaparición forzada.  

 

Esas esperanzas alzan la voz cada 30 de Agosto manifestándose de diversas maneras en diferentes lugares del mundo para exigir respuestas, pero sobre todo, se reúnen para recordar a aquellos que han desaparecido, se une para  tejer redes de solidaridad y compasión para no permitir que sus seres amados sean desaparecidos también por el olvido.

 

Día internacional

 

En el año 2010 La Asamblea General de las Naciones Unidas decide declarar esta fecha como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Esta declaración busca incentivar y visibilizar actividades dirigidas a estimular la sensibilidad de la opinión pública frente a este tema. Entre las actividades impulsadas está el monumento del Parque de la Memoria en Río de la Plata. Se intervinieron 14 hectáreas, se construyó una colina artificial con 30 mil ladrillos de piedra en donde se grabaron los nombres de más de 8.700 víctimas del estado argentino entre 1969 y 1983. Artistas plásticos de muchos países con diferentes enfoques también se han sumado a la reflexión sobre este tema. El escultor mexicano Alfredo López Casanova unió esfuerzo con los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa para montar una exposición compuesta por la intervención del espacio con 40 pares de los zapatos usados de las víctimas desaparecidas en México, Argentina, Honduras, Salvador y Guatemala entre 1969 y 2016.

 

Por su Parte, varios artistas colombianos han hecho énfasis en este tema a través de diferentes técnicas. Doris Salcedo con su obra Unland se aproximó desde la escultura, José Alejandro Restrepo con Video Verónica desde la proyección audiovisual, con su obra Aliento Óscar Muñoz interviene el espacio con espejos en donde al pasar el espectador y respirar cerca de ellos puede ver por un breve instante los rostros de algunos desaparecidos antes que de esconderse de nuevo tras un espejo carente objeto. Desde el teatro y la música se encuentran por ejemplo gran variedad de canciones de artistas como Mercedes Sosa, Charly García, Ruben Blades, Bersuit Vergarabat entre otros. El proyecto Perla fundamentado en el teatro infantil en México trae de manera sutil pero real, la problemática a los niños del país.

 

La desaparición forzada es la privación de la libertad de personas por parte del estado o grupos que lo apoyan. Al no tenerse claros responsables ni presenta la víctima el marco legal no puede operar. Los familiares y allegados de la persona desparecida sufren de manera prolongada con consecuencias muy negativas para sus vidas.  Esta estrategia es utilizada para infundir terror en los ciudadanos como medio de opresión de estados totalitarios alimentando una sensación inseguridad y amenaza constante afectando diferentes niveles de la sociedad y de la psique de los individuos. El arte se convierte entonces en una oportunidad de lucha al igual que de sanación, que toma mucha fuerza dentro del marco de la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas.

 

Arte para el dolor

 

El arte, en sus diferentes manifestaciones, ha ayudado a consolidar procesos comunitarios e individuales de expresión y transformación del dolor. La realización de murales comunitarios u obras de arte colaborativas, la resignifcación espacios públicos por medio de graffitis, tener la oportunidad de luchar contra el olvido y el silencio a través de espacios para narrar la historia de vida de sus familiares desaparecidos, o también hacer monumentos personales a la memoria de un ser querido son algunos ejemplos de las posibilidades que puede ofrecer al arte para acompañar el dolor y encontrarle algo de dirección a la incertidumbre e impotencia que sienten los que esperan por el retorno incierto de un ser querido.  

 

Las marchas a través de las calles principales hacia las plazas representativas de distintas capilares del mundo nos muestran ejemplos de la fuerza de los actos simbólicos a través del arte. Muchos grupos llevan fotos de los desaparecidos y los pegan en las paredes, los pegan en el suelo de las plazas o en sillas vacías. Es como si el lugar quedara impregnado de fantasmas vivientes, como si los ladrillos que construyen la historia de un país estuvieran sostenidos por las violencias que involucra la desaparición forzada. Hay personas que hacen performance en donde se tapan la boca con una mordaza que dice ¨¿Dónde están?¨. Otros se convierten a sí mismos en tumbas enterrando la mitad de su cuerpo mientras sostienen un árbol en sus manos. Otras veces llevan pertenencias personales de los desaparecidos como ropa y zapatos, los dejan en las plazas o calles junto con las fotos con una carta que nunca ha podido leer. Son muy profundas y amplias las posibilidades del arte desde este contexto para promover una transformación social,  y por supuesto, celebramos el potencial del arte para aportar a las víctimas que caminan todos los días soportando el suplicio de la incertidumbre.

@AndresRivera89 af.rivera233@gmail.com