Depresión, un mal que crece entre los jóvenes | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP.
Lunes, 6 de Agosto de 2018

COMO una enfermedad prevalente en todo el mundo y que en la actualidad afecta a más de 300 millones califica la Organización Mundial de la Salud a la depresión, un mal que crece y dispara las alarmas porque la mayoría de quienes la padecen son jóvenes entre los 15 y 29 años y que, en casos extremos, los lleva al suicidio.

La misma OMS indica que cada año se registran cerca de 800 mil suicidios en el mundo por este trastorno mental y que es la segunda causa de muerte en los jóvenes del rango de edad mencionado.

El Grupo de Investigación en Farmacología y Farmacovigilancia de Audifarma llevó a cabo un estudio en Colombia para determinar las indicaciones de uso de antidepresivos en adolescentes entre los 14 y 19 años, a quienes les estuvieran prescribiendo algún medicamento de éstos entre enero de 2015 y junio de 2016.  Así se evaluaron 350 adolescen­tes de Manizales, Ibagué, Pereira, Barranquilla, Car­tagena, Bucaramanga, Bogotá y otras 11 ciudades más. De esa muestra, 209 pacientes fueron mujeres y 141 hombres.

Se ha identificado que “los trastornos afectivos como la depresión conlle­van a problemas en estos adolescentes que incluyen dificultades académicas, aislamiento social y consumo de sustancias psicoactivas. Además, se pueden asociar en la edad adulta con depresión mayor, trastornos de ansiedad y abuso de alcohol. Los jóvenes con trastornos de ansiedad, también se encuentran en riesgo de continuar o presentar ansiedad en la edad adulta, abuso de sustancias, comportamientos sui­cidas y llegar al suicidio”, señala Jorge Enrique Machado, director del Grupo de Investigación de Audifarma.

De los 350 adolescentes incluidos en el estudio se halló que los antidepresivos fueron prescritos en 73,7% de casos por el médico general, 22% por siquiatras, 2,6% por pediatras, 1,1% espe­cialistas en medicina familiar y 0,6% por médicos internos. Estos profesionales, coincidieron en la prescripción de medicamentos como fluoxetina, en un 37,1%, sertralina en un 16,0%, y trazodona en un 13,4% y al 33,5% restante le prescribieron otros medicamentos. El principal uso de los antidepresivos en esta población fue para el manejo de la depresión en adoles­centes, indicación aprobada por  Food and Drug Administration (FDA) y el Invima.

Las enfermedades por las cuales se prescribieron estos antidepresivos fueron: depresión en el 26,3% de los casos, ansiedad (15%), migraña (13,7%), control de dependencia por consumo de sustancias psicoactivas (9,7%), insomnio (5,7%), cefalea ten­sional  (5,4%), lumbago (2,6%), depresión en el contexto de un trastorno afec­tivo bipolar (2,6%) y otros 29 diagnós­ticos diferentes en los 51pacientes restantes.

Según Machado, “también se logró establecer que solo 150 prescripciones se realizaron según usos aprobados por la FDA, mientras que las otras 82 fueron en indicaciones aún no aprobadas por la FDA o el INVIMA, pero que cuen­tan con datos de efectividad reportada para ese uso en estudios clínicos. Los otros 118 pacientes estaban recibiendo la medicación para indicaciones sin autorización ni respaldo científico avalado por guías de manejo o ensayos clínicos controlados”.

 El estudio concluyó que se observó un predominio de prescripción de antidepresivos en mujeres adolescentes para tratar la depresión y ansiedad especialmente con fluoxetina, sertralina y trazodona. Esta infor­mación aporta conocimientos recientes al área de la farmacoepidemiología, que pueden beneficiar a los jóvenes con trastornos mentales y a los médicos tratantes.

Claudia Giraldo, otra investigadora del mencionado grupo de investigación, señala que “algunos de los síntomas para identificar a una persona que sufre de depresión son: tristeza y melancolía permanente, alteraciones del estado de ánimo (pasar de la irritabilidad, al llanto y a la rabia constantemente), trastorno del apetito (comer demasiado o dejar de comer), perturbación del sueño (insomnio o dormir constantemente), falta de ánimo para llevar a cabo las labores diarias y pérdida de la capacidad para disfrutar las actividades que antes motivaban. Aprender a identificar estos síntomas puede salvar una vida; ya consultar a tiempo al especialista es la mejor solución”.