Futura residencia del Papa, un oasis de paz | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Febrero de 2013

Un escuadrón de obreros y jardineros trabaja intensamente para preparar la futura residencia de Benedicto XVI, un antiguo monasterio sobre las colinas del Vaticano con vistas a la cúpula de la Basílica de San Pedro y a los techos de la Ciudad Eterna.

El Vaticano invitó el miércoles a pequeños grupos de periodistas a visitar el lugar, inaccesible al público, que suscita la curiosidad del mundo entero.

Hasta ahora, ese bonito edificio de ladrillos de dos pisos sobre el flanco de la colina, que cuenta con una gran terraza, era la residencia de ocho monjas de clausura de diversas nacionalidades y diversas órdenes, que se turnaban para apoyar con sus plegarias el trabajo diario del Papa.

Fue Juan Pablo II quien, en 1994, manifestó el deseo de su presencia e hizo edificar para ellas una pequeña capilla junto al edificio principal. En ese monasterio, llamado "Mater Ecclesiae", se sucedieron durante períodos de cinco años clarisas, carmelitas y benedictinas.

En este remanso de paz, rodeado de vegetación, se refugiará Benedicto XVI, acompañado por su secretario particular y por la familia pontificia (laicos consagrados que están a su servicio), a su regreso de Castelgandolfo, la residencia de verano del papado, donde se instalará provisionalmente después de su renuncia, el próximo 28 de febrero.

El helipuerto desde el cual despegará el helicóptero que lo conducirá a esta propiedad cerca de Roma se encuentra a escasos metros de "Mater Ecclesiae", justo detrás de una reproducción de la gruta de Lourdes construida en los jardines del Vaticano.

Esta pequeña residencia, ubicada en pleno corazón del Vaticano y que domina al Estado más pequeño del planeta, tiene aspectos muy simbólicos. Está aislada del resto del mundo y ofrece una vista espléndida pero distante sobre el exterior.

La cúpula de San Pedro, a poca distancia, es muy imponente, y la vista sobre los techos de Roma se extiende hasta el monte Pincio, donde surgen la silueta de la Villa Médicis y de los jardines de la Villa Borghese.

Esta localización excepcional inspiró al cardenal Gianfranco Ravasi, "ministro" de Cultura del Vaticano, encargado de pronunciar los ejercicios espirituales durante la Cuaresma. Fue él quien comparó a Benedicto XVI con Moisés cuando se retiró a la montaña.

El ex Papa permanecerá por lo tanto en pleno centro del Vaticano. Su presencia se hará sentir en su sucesor, porque aunque Benedicto XVI dijo que quiere vivir "lejos del mundo", tampoco desea convertirse en un recluso.

"No creo que deba ser considerado como un recluso", confirmó el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi. "Tendrá toda su libertad. Se trata seguramente de una situación sin precedentes, veremos cómo la vive", agregó.

"En varias oportunidades expresó el deseo de consagrar su vejez a la escritura y al estudio, y creo que lo hará", añadió el padre Lombardi.

En todo caso, nada le impedirá recibir a las personas que desee para darles sus opiniones y consejos.

Esta cohabitación entre un Papa que renunció y su sucesor, excepcional en la historia del Vaticano, no dejará de influir en la vida del Estado más pequeño del mundo.

AFP.