MADRID ALBERGA un espacio en el que es posible recargar las hormonas de la felicidad a través de una máquina de risoterapia, de abrazadores colombianos y de un tobogán que tiene el poder de revivir recuerdos de la infancia.
Se trata del Museo de la Felicidad, el primer espacio de estas características en España inspirado en el Happiness Museum de Copenhague, y que ha sido concebido para que los visitantes de todas las edades puedan descubrir algunas evidencias de lo que realmente les hace felices.
Pero lo más extraordinarios del Museo de la Felicidad es sin duda sus “abrazadores”, unos muñecos solidarios de trapo confeccionados por mujeres colombianas en riesgo de exclusión, y que simulan un cálido abrazo que permite la liberación de oxitocina. En este sentido, los técnicos del museo también trabajan el ejercicio de la bondad, especialmente con la comunidad educativa, como una acción que puede generar empatía y aumentar la felicidad.
En un recorrido por 600 metros cuadrados de risas y sonrisas se puede saber a qué huele la felicidad. El visitante tendrá la oportunidad de probar los abrazadores, el risódromo y la máquina de risoterapia hasta no parar de reír. Se dispararán las hormonas de la felicidad.
Con música
La música y los sentidos también tienen su sitio en forma de discoteca en la que bailar al ritmo de Bon Jovi, Gloria Gaynor, The Monkees o Abba. Tras ello, los visitantes tendrán la oportunidad de descubrir a qué huele la felicidad, qué sabores son los que nos aportan una mayor sensación de bienestar o cuáles son los factores que más pesan a la hora de encontrar fortuna en forma de lingotes de oro.
“La idea del Museo de la Felicidad surge en la pandemia, con una búsqueda de Internet por parte de nuestro director, Pablo Claver, que se da cuenta que solamente hay un museo dedicado a la felicidad y está en Copenhague. Entonces, para que la felicidad llegue a más personas decide tener un Museo de la Felicidad en Madrid”, explicó la coordinadora general del museo, Laura Fernández.
“Una técnica que ayuda a aumentar la felicidad, y que yo hago personalmente, es intentar de todas las maneras recibir a todo el mundo con una sonrisa, aunque sea un mal día”, afirmó Fernández.
“Es algo agradable, como hacer cosas por primera vez que no hemos hecho o tener actos de bondad como el abrir una puerta o despedirse de las personas que nos han atendido con un ‘gracias’ mirándolos a los ojos. Tener un acto de bondad con alguien que no conoces”, añadió.
El museo, ubicado en la Ronda de Valencia, está distribuido en cuatro grandes áreas y más de 20 experiencias inmersivas pensadas para que el público general pueda redescubrir la felicidad con un recorrido por la Historia y Geografía de la Felicidad, El Risódromo, El laboratorio de la Felicidad, El espacio de la Felicidad más allá del dinero y el Show de la Magia Feliz. Las instalaciones, cuyas puertas “solo se abren a los que muestran una gran sonrisa”, ya han recibido a cerca de 30.000 visitantes desde la inauguración del museo el pasado 29 de septiembre.
Una oportunidad de conocer, con evidencias y rigor científico, lo que genera más felicidad a los seres humanos de una manera súper divertida, entretenida y 100% inmersiva.
“Es muy interesante que vengan personas con una predisposición media-baja, que vienen un poco a ver qué se encuentran, y cuando salen son muy agradecidas porque te comunican, oye, pues he venido en un día muy bajito, pero he salido de aquí superreforzada, supercontenta, y menos mal que he venido, porque me hacía falta", ha destacado la coordinadora del museo.
Volando en un dragón
Entre las experiencias más populares del museo, destacan el Armario de la Verdad, que permite reflexionar al visitante sobre las personas del entorno que contribuyen a su felicidad; el Risódromo, una cabina en la que practicar la risoterapia o el Tobogán Feliz que retrotrae a la niñez y a las primeras veces de todo aquel que aterriza en su piscina de bolas.
Otro de los grandes atractivos del Museo de la Felicidad es la experiencia del “Viaje Mágico con las Gafas de la Felicidad”, que ofrece a quienes se equipen con los dispositivos de realidad virtual un recorrido por la ciudad utópica de Tomás Moro.
“Sobre las gafas de realidad virtual puedo decir que quienes más las disfrutan son las personas mayores. Cuando en los grupos hay algún abuelo o abuela y se sientan aquí para ver qué pasa cuando se ponen las gafas es un momento muy emocionante, porque realmente es la primera vez que viven una experiencia de este estilo”, recordó emocionada Laura Fernández.
“Pero no solo los mayores, los niños también viven la experiencia de una manera única y especial. Por ejemplo, aquella niña está volando ahora mismo a lomos de un dragón”, dijo.
Este particular espacio en el que entrenar la felicidad va más allá de su homónimo ubicado en Dinamarca y apuesta por ofrecer al público experiencias lúdicas, pero también educativas para poder comprender el papel que desempeña la química en el cerebro a la hora de buscar la felicidad.
El mural
La felicidad es un estado con el que los seres humanos sienten una grata satisfacción a nivel físico y mental, y es una meta fundamental. Tanto es así que, desde 2013, las Naciones Unidas han celebrado el Día Internacional de la Felicidad cada 20 de marzo como un reconocimiento del papel que desempeña la misma en la vida de las personas de todo el mundo.
De hecho, el museo cuenta con un gran mural que da fe de esta teoría, y en el que los visitantes pueden escribir en una nota todas las cosas que creen que les aportan alegría o felicidad.
“Los amigos”, “ir con la familia a sitios nuevos”, “reír con mi hermana” o “un beso apasionado” son solo algunas de los mensajes que contienen cientos de pequeñas notas que han ido dejando madrileños y visitantes en este particular ‘hall’ de la felicidad.
“No hay excusa para no venir y dedicar tiempo para ser feliz, porque nosotros vamos a recibir a quienes vengan con la mejor de las sonrisas y un abrazo súper grande para que se sumerjan en la felicidad y que salgan de aquí mucho más felices y mucho más sabios”, concluye la coordinadora, Laura Fernández.