Museo Santa Clara: el refugio del arte barroco y contemporáneo | El Nuevo Siglo
Constanza Toquica, la directora del museo, cuenta que desde que llegó al sitio, hace 20 años, buscó la manera de exponer el arte barroco y el contemporáneo.
Museo San Clara
Sábado, 2 de Septiembre de 2023
Redacción Cultura

Los muros del Museo Santa Clara recorren 400 años de historia. La Iglesia y el convento de las monjas clarisas fueron testigos de todos los acontecimientos relevantes de la nación en el periodo colonial.

De iglesia fue convertido a museo hace 40 años y aún conserva el estilo barroco, siendo el único ejemplo de iglesia museo en el país y uno de los pocos que se conservan de aquellos que pertenecieron a conventos femeninos de la época.

Constanza Toquica, la directora del museo, cuenta que desde que llegó al sitio, hace 20 años, buscó la manera de exponer el arte barroco y el contemporáneo, que ambas corrientes dialogaran, pero que además mantuvieran su esencia.

“Cuando llegué, me inventé un diálogo del arte contemporáneo con el patrimonio colonial. Me propuse reactivar este espacio para atraer nuevos públicos, por eso decidimos incorporar un programa de arte contemporáneo de tal manera que muchos artistas puedan cada año aplicar a nuestras convocatorias y con un comité curatorial elegimos las obras de acuerdo a la pertinencia, el diálogo y la simbología de sus pinturas”, cuenta Constanza, en su esfuerzo por captar público, por conservar la a atmósfera mística y religiosa del museo.

“Después de 400 años estas imágenes, estas esculturas nos muestra su historia, su pasado y nos deja un legado. Nos transmite el lenguaje pictórico, escultórico una forma de religiosidad nacida de la iglesia católica del 16; un contexto del barroco, que en aquellos tiempos era el arte de la religión católica”, destaca la funcionaria

Retrospectiva

Para celebrar los 40 años de este insigne museo, se inauguró recientemente "Retrospectiva 20/40", una exposición evocadora, cuya creación se debe a un esfuerzo mancomunado entre el Instituto Colombiano de Cultura —hoy Ministerio de Cultura— y el extinto Centro Nacional de Restauración. Esta representa un hito en la historia del museo, porque en ella se recoge el trabajo realizado con una mirada retrospectiva, que busca tomar nuevo impulso para proyectarse a un futuro más integrador. El eje central de esta muestra es el diálogo constante entre el pasado colonial y el presente, el cuál surge del proyecto creado por Constanza en el contexto del Plan Museológico 2006 -2012.

Este diálogo le ha permitido al museo no sólo oxigenar sus espacios y colecciones, sino atraer nuevos públicos y tener una mayor visibilidad en el campo museístico al haberse ido consolidando como un lugar de referencia para el arte contemporáneo a nivel nacional e internacional.

Asimismo, la exposición propone un homenaje póstumo a dos artistas cuyo legado perdura: María Teresa Hincapié y Rossina Bossio, cuyo paso por el Museo Santa Clara dejó memorias imborrables en el museo y en la comunidad artística. Sus exposiciones, "Quién engendra las gotas de rocío" y "The holy beauty project", respectivamente, se presentarán como parte de este homenaje, para revivir sus notables contribuciones al arte colombiano.



"Retrospectiva 20/40" es una invitación a reflexionar, celebrar y apreciar el poder del arte como eje de transformación social y como un puente entre diferentes épocas y perspectivas.

Inicios

El edificio fue construido en 1647 para el convento de las religiosas de Santa Clara. Su espacio interior está ricamente ornamentado con elementos característicos del estilo barroco y se encuentra dividido en tres partes: los coros alto y bajo, la nave para los fieles y el presbiterio. Luego de un delicado proceso de restauración llevado a cabo entre 1977 y 1983, la iglesia abrió sus puertas al público como museo especializado en arte colonial religioso. Fue declarada monumento nacional en 1975.

El monasterio fue demolido a finales de la primera década del siglo XX y solo sobrevivió la iglesia. Las características espaciales y ornamentales son primariamente barrocas e interactúan con algunos elementos renacentistas y con los gestos mudéjares observables en la pintura mural, las celosías y el embovedado.

Tan es así que el museo conserva la decoración original de la iglesia compuesta por retablos barrocos, pinturas al óleo del siglo XVII y XVIII, imágenes de bulto estofadas y policromadas, pintura mural y celosías mudéjares. En total son más de 140 piezas, sin contar la rica pintura mural y el embovedado, con más de 950 flores de cinco hojas –pentafolias– talladas en madera y recubiertas en laminilla de oro. Es por ello que es considerada una de las más importantes joyas arquitectónicas y artísticas del periodo colonial del país.

El edificio se considera una de las muestras más representativas de la arquitectura y el ornato barroco, estructuras que pertenecieron a las comunidades religiosas femeninas del período colonial; además, ha albergado diversas exposiciones de arte contemporáneo, con las cuales se busca tender relaciones entre la expresión artística y los problemas actuales, y el ornato y la cultura ancestral.

Cuenta la historia que las primeras colecciones del museo se formaron gracias a la donación de algunas piezas pertenecientes al acervo del expresidente Eduardo Santos, a la compra de las colecciones de Carlos Pardo y Josefina y Pablo Argáez, y al traslado de la colección de arte colonial del Museo Nacional. Estas piezas se exhibieron inicialmente en una primera sala dedicada al pintor Gregorio Vásquez y otra a la exposición de la colección comprada a los Argáez. Otras salas exhibieron platería, mobiliario doméstico y eclesiástico, pintura y escultura devocional y retratos de virreyes.

Restauraciones

Son varias las restauraciones que ha tenido el Museo Santa Clara, sin afectar la originalidad de la estructura. En su nave central aún se puede ver la enorme pintura mural esparcida en los coros, el arco toral, el presbiterio y la sacristía, la cual representa motivos de flores, de animales, de ángeles y de frutos tropicales.

Llama la atención la espléndida bóveda de medio cañón que se levanta sobre la nave y el presbiterio, en madera pintada al temple y adornada con pentafolias talladas en madera y cubiertas en hojilla de oro. Mientras que los muros están recubiertos de pinturas del siglo XVII y de tallas en madera estofadas y doradas.