De sangre veneciana y napolitana, pero de corazón colombiano, es Germán Tessarolo, quien es reconocido por sus pinturas, dibujos y esculturas de arte figurativo y abstracto, que han deleitado por más de 50 años al público nacional.
Ganador del Premio Da Vinci a las Artes, del Premio Revista Primicia como el Mejor Artista Plástico del 2012, y de otros reconocimientos colombianos, Tessarolo, nacido en Venecia en 1945, decidió radicarse en Bogotá en 1969. A partir de allí ha tenido una carrera de creación artística ininterrumpida, entre dibujos, esculturas, pinturas y arte publicitario.
En línea con el 50 aniversario de su vida artística en Colombia, que celebrará con una exposición en Bogotá el próximo mes, EL NUEVO SIGLO dialogó con Germán, quien habló sobre su arraigo por el país y los pasos más importantes de su trayectoria.
EL NUEVO SIGLO: Creció en medio de una familia de artistas, ¿diría que esto fue lo que realmente lo llevó a elegir este camino de las artes?
GERMÁN TESSAROLO: Tengo en mis venas sangre veneciana y napolitana, pero la veneciana es la que tiene todo esto del arte porque en mi familia hay cantantes, violinistas, artistas, publicistas, un poco de todo y son cosas que se heredan. Aunque mi padre quería que yo siguiera la carrera de banquero como él y dije “no, yo quiero otras cosas”. Ahí empezó una búsqueda de lo uno y lo otro. Tuve una infancia complicada, porque mi familia escapó de la guerra cuando era muy niño, pero uno crece y se alimenta de las conversaciones de esos recuerdos y siente la guerra.
ENS: Entonces ¿pintar, dibujar y esculpir siempre estuvieron en sus planes?
GT: El dibujo siempre estuvo ahí, la pintura se incorporó luego y dentro de la pintura entró el diseño, porque yo hago cosas publicitarias a las que les pongo el toque artístico para laboratorios que tienen productos que tienen que ver con el corazón y todo este tema. En realidad, lo que se hereda no se hurta, como dice el dicho, pero nunca estudié nada, fui haciendo lo que quería, lo que tenía ganas, hice muchos caminos paralelos en cuestiones de pintura en mi vida.
Considero que la persona que se queda cómoda en su sitio de goce, con el tiempo se queda. Entonces he estado haciendo cosas, diseñando bolsos porque todo lo que es fashion me fascina. En mi juventud hice muchas pasarelas en Italia y en Argentina, entonces una vida no alcanza para todo lo que quisiera hacer.
ENS: ¿Cuáles han sido sus referentes en el arte a lo largo de su trayectoria?
GT: Cuando llegué a Colombia en ese momento me había impactado, y aún sigue haciéndolo, Obregón. Después fue Manzur y Botero. Pero Obregón fue el que me dio la “bofetada” del arte con la que empecé a vivir, fue muy claro el efecto dominó que provocó en mi interior, donde él simboliza, haga lo que haga, el trópico, que son esos colores fuertes del sol, donde no hay vuelta atrás, donde tienes que tener un carácter para todo eso. Es todo un proceso.
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ENS: Cuando realiza sus obras, ¿qué temas llegan a su mente?
GT: Muchos temas. De pronto estoy trabajando en un tema y pienso en tres más, y luego tengo una ensalada de 10 obras que me toca agarrarlas de una en una para terminarlas porque dejaría muchas cosas empezadas. Cuando uno hace muchas obras a la vez es porque uno tiene muchas pistas; entonces uno tiene que estar muy motivado, sino uno funciona un 3%.
ENS: Aunque nació en Italia, Colombia lo ha acogido desde su juventud, ¿qué ha significado este país para su vida y obra?
GT: Me acuerdo que desde chico, cuando tenía 20 años, yo pisaba Italia y Colombia y tenía aquí un amigo, Juan Carlos. Para esa época pasé a saludarlo y vine por dos o tres semanas, pero me terminé quedando un año. Ese año viví en La Perseverancia, un sitio maravilloso donde tenía toda la parte bohemia, empecé entonces a trabajar cerca en la propaganda de época, haciendo modelaje y pintando, pero vivía en una época divertida. Bogotá en esa época era uno de los mejores sitios para vivir del mundo, aunque lo sigue siendo, pero ya de otra forma, y eran unas reuniones todas las noches, pinturas en las paredes, murales con lápiz labial y sombras de ojos y cosas así. Eran noches muy especiales.
Pero todo me inspira, la vida me inspira, las ganas de hacer cosas, estar vivo y eso que tuve muchos accidentes donde estuve dos veces en el túnel. Pero todo eso uno lo almacena y se convierte en combustible para crear, lo importante es saber mezclar esas emociones.
ENS: Ya son 50 años de vida artística que se cumplen, ¿qué siente que le ha faltado por recorrer en este mundo del arte?
GT: Uno muere aprendiendo. Estoy ahora coqueteándole al mundo digital, estoy pintando en un iPad, pero todavía el ensuciarme la mano, en el color que me quedó en la uña o el oler el color o tocar el papel, el lienzo, no lo reemplazo. Con un iPad no llega uno al 20% del placer que le da el arte tradicional. Da otros efectos, pero es lo mismo que una buena pasta, una hecha con unos buenos tomates haciendo una salsa en casa y la otra con una salsa comprada de marca.
ENS: ¿Por estos días volveremos a ver su arte?
GT: Voy a estar exponiendo a partir del 13 y 14 de junio en la Galería de la Fundación de Santa Fe de Bogotá. Allí van a ver todo lo nuevo. Antes mi arte era entre figurativo y abstracto, pero ya le estoy buscando mucho más a la abstracción, entonces son otras locuras.
En la pandemia tuve mucho tiempo para estar conmigo mismo, tomar decisiones, hacerme una cirugía plástica espiritual, una limpieza de muchas cosas y dije: “Bueno, el tiempo cambió, todo varió, yo también voy a empezar con una cosa nueva”. Por eso me metí en unos caminos maravillosos donde otra vez empezó la locura y el entusiasmo. Es como cuando uno es un “pelao” y le abren la puerta de un cuarto lleno de juguetes y le dicen que escoja el que quiera.