Princesas, protagonistas de la alta costura | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Julio de 2012

París, cuyo mercado está reservado a muy pocas mujeres en mundo -no más de tres mil-, entre ellas acaudaladas jequesas de Medio Oriente.

 

Sublimes vestidos largos, enteramente bordados de perlas y cristales y dignos de bailes principescos, dominaron la pasarela del modista libanés Elie Saab, que cuenta entre su clientela con princesas y también estrellas de cine, entre ellas la galardonada actriz francoargentina Berenice Bejo.

El creador francés Franck Sorbier también imaginó una princesa, pero la llevó a la era digital, en una espectacular pasarela que presentó en un viejo teatro de París, en el tercer y último día de desfiles de alta costura para el otoño e invierno 2012, que culminan el miércoles con el de Jean Paul Gaultier.

 

Sorbier diseñó su pasarela en forma de escenas de teatro, con una sola modelo vestida de blanco, sobre la que se proyectaban imágenes, poéticas y alucinantes, salidas del sombrero de una maga, vestida con un dramático traje negro, ceñido al cuerpo. O más bien, salidas de un retroproyector.

El diseñador francés es miembro "oficial" de la alta costura, una denominación jurídicamente protegida, cuyos integrantes se cuentan con los dedos de las manos, entre ellos las grandes casas francesas Dior, Chanel, Givenchy y Jean Paul Gautier, y algunas más pequeñas, como la del propio Sorbier, el brasileño Gustavo Lins y Adeline André, que cada temporada desafían las dificultades económicas para desfilar en París.

 

¿Cómo cumplir con las exigencias de la marca registrada "alta costura", creada en 1868 y cuyas creaciones únicas pueden costar ahora cientos de miles de euros y requerir entre cien y hasta mil horas de trabajo manual? Quizá las técnicas digitales ofrecen una alternativa.

Al derroche de lujo, pedrería, glamour, encajes y plumas desplegado en los desfiles de alta costura -que se desarrollan en un mundo muy alejado de la crisis económica, con su secuela de escándalos bancarios, despidos y desempleo-, Sorbier contrapuso un cuento de hadas digital, con trajes color del tiempo, como los que pedía "Piel de asno" en el cuento de Charles Perrault.

Hubo delicadas mariposas y poéticas palomas que se proyectaban en el vestido, y que salían volando, y corazones que palpitan cuando el traje blanco se tornó rojo pasión, y apareció un devoto caballero ante la encantadora y encantada joven.

 

Pero también horribles monstruos acechaban a la princesa, en las pantallas que servían de fondo, y que traían ecos de la zozobra que vivimos la mayoría de los mortales del planeta.