¡Tome nota! Manual para aprender a superar un mal de amores | El Nuevo Siglo
El proceso puede durar entre uno y seis meses, aunque no se trata de una regla general. El cerebro, durante el tiempo que dure el duelo, buscará sus propios mecanismos para lograr nuevamente su balance emocional.
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Domingo, 27 de Marzo de 2022
Redacción Cultura

A lo largo de la vida y de las relaciones sentimentales es normal pasar por períodos de rupturas amorosas. Sin embargo, lo que se debe tener en cuenta ante estos momentos es que la vida no acaba ahí. Aun cuando sienta que el mundo se cae encima o que los recuerdos de esa persona solo ocasionan dolor y nostalgia, es importante tratar de entender el proceso por el que se está atravesando y las diversas reacciones físicas y psicológicas que se desencadenan ante este complejo estado emocional.

Leonardo Palacios, médico neurólogo adscrito a Colsanitas, menciona que “cuando sucede una ruptura amorosa, se activan algunas áreas del cerebro a causa del choque emocional, específicamente la corteza cingulada anterior, que tiene la función de procesar información relacionada con el dolor. Durante una pérdida, esta parte del cerebro interpreta esas emociones negativas y las convierte en dolor físico, que puede ser muy similar al que se experimenta durante una fractura”.

Lo que explica el doctor Palacios se da principalmente porque durante la ruptura amorosa las hormonas que intervienen en las etapas de enamoramiento disminuyen y el cortisol, conocido como la hormona del estrés, aumenta, lo que ocasiona que la persona sienta malestar.

En lo que tiene que ver con el frente psicológico, existe una fuerte similitud entre el duelo por el fallecimiento y una “tusa”, debido a que se experimenta la pérdida de alguien importante.  Por ello, se entra en una etapa de duelo que se afronta desde diferentes fases que no son lineales y pueden variar dependiendo de cada persona:

  1. La negación: esta etapa la sufren principalmente las personas que fueron abandonadas y está ligada a pensamientos de frustración e ira contra sí misma o con los demás. Una de las frases o pensamiento común de esta fase es “esto no me puede estar pasando a mí”.
  2. Aceptación: pasa cuando la persona se vuelve consciente de que su relación no se puede salvar. “Esto puede generar sentimientos de tristeza, soledad y ansiedad por un futuro sin esa persona, lo que puede desencadenar además en efectos físicos como pérdida de energía, dolores musculares e hipersensibilidad al ruido”, según afirma Viviana Zapateiro, psicoterapeuta adscrita a Colsanitas.
  3. Restauración: esta fase se convierte en el principal objetivo dentro del duelo, pero puede ser la más difícil de encontrar porque implica que hay un proceso de superación y las emociones negativas asociadas a la pérdida ya no están.

De acuerdo con el doctor Palacios, el proceso de una “tusa” puede durar entre uno y seis meses, aunque no se trata de una regla general. El cerebro, durante el tiempo que dure el duelo por la ruptura amorosa, buscará sus propios mecanismos para lograr nuevamente su balance emocional.

Sin embargo, cuando los sentimientos o pensamientos negativos se prolongan por mucho tiempo, impiden la realización de actividades diarias, generan una incapacidad para salir y rehacer la vida social, es recomendable buscar ayuda, pues como enfatiza la psicoterapeuta Zapateiro, “es necesario tener cuidado con un duelo mal manejado, pues podría desencadenar en trastornos depresivos o del apego, que generalmente impiden establecer nuevas relaciones”.



Entonces, para superar un mal de amores, algunas de las recomendaciones son:

  • Mantener la distancia: es fundamental tratar de entender que la relación se terminó y evitar el contacto físico o a través de cualquier medio con la expareja. Esto permitirá tener un tiempo para reflexionar sobre lo que ocurrió y abstenerse de sentir dolor innecesario que resulta de las posibles confrontaciones que se puedan tener o de reabrir discusiones.
  • Ser amable con usted mismo: aunque sea difícil, intente manejar sus sentimientos durante el duelo. Regálese la oportunidad de sentir y evite hábitos que no se lo permitan, como beber en exceso, consumir drogas, salir con alguien más, entre otros. Al final, estas conductas solo perjudicarán su salud física y mental. Recuerde que llorar es una forma natural de expresar sentimientos de tristeza, rabia o dolor y puede ser, incluso, una actividad terapéutica que favorece la restauración. Adicionalmente, sopórtese en esas personas cercanas que componen su red de apoyo y que pueden brindarle ayuda en su ruptura.
  • Continuar con su vida: a lo largo de su proceso de restauración, lo vivido con su expareja debe quedar solo en recuerdos y en el pasado. Cuando se sienta preparado para seguir adelante, una buena terapia puede ser deshacerse de los objetos que le traigan recuerdos. Asimismo, realice un balance de esa relación y reconozca lo bueno, pero también lo malo. Regálese un momento para pensar lo que le gustaría de una futura relación y cuáles serían sus límites o esas cosas que no estaría dispuesto a negociar nuevamente. Por último, replantéese sus metas y, cuando por fin pueda hablar de su ‘tusa’ sin sentir dolor o sentimientos negativos, seguramente será un momento ideal para retomar las citas y salir con otras personas.