Turbulencias culturales | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Septiembre de 2013

Por Emilio Sanmiguel

Especial para El Nuevo Siglo

 

Aura Lucía  Mera, que fue directora de Colcultura en los inicios del cuatrienio del presidente Betancur, acaba de poner el dedo en la llaga a propósito de la realización de la I Bienal internacional de danza de Cali, en un artículo publicado hace unos días en El País en el que terminan involucrados los pesos pesados de la cultura caleña: la ministra Mariana Garcés, la presidente de Proartes Amparo Sinisterra de Carvajal, la directora de Incolballet Gloria Castro y ella misma.

 

Mejor ir por partes.

 

En primer término doña Aura Lucía. A quien todos los que de una u otra manera hemos estado involucrados en esto de la cultura le adeudamos un mea culpa. Porque cuando en 1982 fue designada directora de Colcultura ni siquiera se le permitió posesionarse cuando ya lanzábamos sobre ella rayos y centellas. Aura Lucía Mera llegó para relevar en el cargo a Gloria Zea y todos creíamos, sinceramente, que no era posible pensar en Colcultura sin Gloria Zea, porque fue una directora extraordinaria; no se le dio ni un segundo de respiro y al año de su gestión fue reemplazada por Amparo Sinisterra de Carvajal.

 

Hoy en día, 30 años más tarde, se entiende que la gestión de Aura Lucía Mera tuvo aciertos de una dimensión entonces inimaginable, como haber elevado a la categoría de bien cultural la cultura gastronómica del país, para apenas citar un caso. Sobre sus circunstancias personales de ese momento, ella misma las encaró con una valentía que la ha hecho merecedora de todo respeto y admiración.

 

En cuanto a Amparo Sinisterra, pues es una de las personalidades de la cultura y la líder de una de las facetas de la vida cultural de Cali, desde la presidencia de Proartes, la Emisora de la Fundación Carvajal y ese amor sincero que ella profesa por la danza. Fue una buena directora de Colcultura (1883 – 1986) y  una indiscutible impulsora de la profesionalización del Ballet en Colombia.

 

Sobre Mariana Garcés Córdoba, la actual Ministra de Cultura, cae el dedo acusador de una fracción del establecimiento, por haber trabajado toda una vida al lado de Amparo, desde los tiempos de Colcultura. Con la venia del establecimiento, esa lealtad no debería ser interpretada como un pecado y no en todas  sus actuaciones como ministra he estado de acuerdo, pero es que en asuntos culturales el consenso es poco menos que imposible.

 

El escándalo se suscita a raíz del apoyo financiero que el Ministerio concedió a Proartes, que preside Amparo Sinisterra, para la realización de la I Bienal internacional de Danza de Cali por supuestas incompatibilidades generadas en el hecho, conocido ampliamente por todo el mundo, de que en el pasado trabajó para Proartes. Sobre su actuación se tiende un manto de duda, como si de un contrato de obras públicas se tratara. Sin embargo, ¿puede el ministerio desconocer, por supuestas inhabilidades, lo que es una verdad de a puño: que Proartes es una entidad respetable?

 

En medio del huracán aparece el nombre de Gloria Castro: la creadora de Incolballet, el alma de Incolballet, que es una entidad de la cual los colombianos, no solo los caleños, deberíamos estar orgullosos. Lo que ha hecho Incolballet está a la vista de todo el mundo, con los bailarines salidos de sus aulas que hoy bailan en las más prestigiosas compañías del planeta.

 

Lo que sí es una verdad de a puño es que resulta lamentable que para la realización de la Bienal no se depongan las supuestas viejas rencillas y, por el bien de la danza se unan los esfuerzos de Incolballet y Proartes. Porque, seamos sinceros, hacer una bienal de danza en Cali, con la ausencia de Incolballet, resulta disparatado.

 

Debe tener Gloria Castro enemigos temibles. Porque a todo esto se agrega la pretensión de obligarla a desvincularse de Incolballet, que es la gran obra de su vida, argumentando su retiro forzoso por razones edad, como bien lo ha denunciado en su columna Aura Lucía Mera, es para lo decir lo menos una actuación mezquina. Pero de ahí a sugerir que todo es una confabulación urdida por Amparo de Carvajal con el apoyo de la Ministra Garcés, a quien algunos califican peyorativamente como su fiel y obsecuente escudera, hay un trecho.

 

Pero eso es desconocer a las protagonistas de la polémica.

 

Porque no hay que ser ningún genio para darse cuenta de que se trata de grandes personalidades. Gran personalidad es Aura Lucía Mera, que puso el dedo en la llaga para denunciar lo que para ella es, por lo menos, injusto, y su firma tiene autoridad.

 

Gran personalidad es Gloria Castro, porque sólo una gran mujer es capaz de crear algo de las dimensiones artísticas y sociales de Incolballet.

 

También lo es Amparo Sinisterra, lo ha demostrado a pesar de que sus logros jamás hayan logrado poner de acuerdo a tirios y troyanos.

 

En cuanto a la ministra, bueno, no comparto la opinión de que se trate de una ficha de un oscuro ajedrez cultural. Su lealtad no debería ser interpretada como una debilidad, sino por el contrario, como una fortaleza.

 

Sin embargo, me atrevo a pensar desde aquí -¿a soñar?- que como ministra de la Cultura su labor sí tendría que estar encaminada a poner todo de su parte para que, por el bien de la danza y de la cultura, se iniciara el proceso de paz entre los bandos rivales.

 

De los contrario ¿para qué diablos un ministerio de Cultura?