Propios y extraños coinciden: si nada falla, en los próximos años Egan Bernal escribirá su nombre en oro. Pero su primer peldaño hacia la gloria del ciclismo empezará este sábado, cuando el pedalista colombiano debute en el Tour de Francia.
Será el de menor edad en tomar la salida en la Grand Boucle. Y aunque muchos anticipan que va a ser la revelación, el bogotano de 21 años postergará, en principio, su sueño de vestirse de amarillo para que su compañero de equipo, el británico Christopher Froome, levante su quinto título en las carreteras francesas.
"Es la nueva perla del ciclismo mundial. El ciclismo mundial mira a Egan Bernal, el ciclismo mundial está sorprendido con Egan Bernal y el ciclismo mundial considera que va a ser el mejor ciclista de todos dentro de unos años", dijo a la AFP Mario Sábato, experto de ESPN.
Nacido en Bogotá pero criado en un modesto hogar en Zipaquirá, una fría ciudad a unos 50 kilómetros de la capital colombiana, con poco más de dos décadas de vida disputará su primera carrera de tres semanas. Una proeza digna del mítico Eddy Merckx.
A Egan (que se pronuncia Ígan) lo respaldan los triunfos en el Tour del Porvenir en 2017 y los de California y la carrera 2.1 Colombia Oro y Paz de 2018. A su edad ni Froome ni Nairo Quintana ni Vincenzo Nibali habían ganado una competencia del World Tour.
"Estamos ante un corredor que puede ser la amalgama de lo mejor de los 'escarabajos' (...) ¿Hasta dónde va a llegar? Eso es lo que queremos saber", apuntó por su parte el analista Pablo Arbeláez.
Hijo del ciclomontañismo
Bernal empezó su carrera sobre los caballos de acero a temprana edad. Superó la oposición de su padre -un ciclista frustrado- para hacer del pedaleo una labor diaria y a los ocho años ya escalaba cerros y trochas como ciclomontañista.
Alcanzó pronto el techo en esta disciplina sobre ruedas y a los 18 años, cuando los colombianos cumplen la mayoría de edad y él aún mantenía una figura aparentemente frágil, se trasladó al ciclismo de ruta, su gran sueño.
Gianni Savio, del equipo Androni Giocattoli-Sidermec, se enteró de sus dotes y lo puso a competir en una competencia júnior en Italia. La ganó con creces y el experimentado dirigente le ofreció un contrato de cuatro años.
Solo llevaba la mitad del pacto contractual cuando el poderoso Team Sky lo reclutó a finales de 2017. "Es el campeón del futuro", reconoció el turinés.
De 1,75 metros de estatura y el mismo bronceado campesino de su compatriota Quintana, quienes conocen a este exestudiante de periodismo aseguran que en la fortaleza mental está su mayor arma.
"Egan es muy disciplinado, obsesivo, es un hombre que sabe dónde atacar. Ser segundo o tercer le da igual, siempre quiere ganar", dijo al diario El Tiempo Andrea Bianco, quien fue su técnico en la selección colombiana de ciclomontañismo.
La sombra de Froome
Por vencer en la Colombia Oro y Paz a Nairo y a Rigoberto Urán, con los que ahora se volverá a cruzar, en su tierra ya le exigen una actuación destacada en suelo galo.
Pero lo cierto es que Bernal por ahora se perfila como un gregario de categoría para el capo británico, que busca alcanzar su quinto título para igualar a Merckx, Miguel Induraín, Jacques Anquetil y Bernard Hinault.
"Siento mucho respeto por 'Froomey', creo que es uno de los mejores del mundo, así que al comienzo de este Tour solo pienso en ayudarlo", señaló el capitalino antes de la largada.
Su debut en una de las tres grandes del ciclismo (las otras son el Giro de Italia y la Vuelta a España) puede ser la presentación global de sus condiciones: fortaleza típica de los colombianos en la montaña y un desempeño ascendente en la contrarreloj, que históricamente le ha costado a los cafeteros.
"Escala como los escarabajos, que es sinónimo de decir que escala como los dioses, la 'crono' cada vez le sale mejor y tiene apenas 21 años", afirma Sábato. El pedalista del Sky es el actual campeón nacional de la contrarreloj.
A pesar de las expectativas que están puestas sobre él, Egan no elude la responsabilidad.
Reconoce que no es un "esclavo" de la bicicleta, a la que reconoce como su hobbie, y solo piensa en cumplir una promesa de larga data. Cuando era niño veía junto a su padre un Giro o un Tour -ya no recuerda- y lanzó una profecía: "algún día estaré ahí".
Su periplo por tierras europeas comenzará el sábado con el juramento cumplido y a las puertas del primer pedalazo que lo acerque al Olimpo de los domadores de los corceles de acero.
"Uno no va a ganar las tres (grandes competencias de ciclismo) hasta que las gane". El tiempo hablará.