En un entorno de mayores restricciones al comercio mundial y de deterioro de la confianza global, el crecimiento económico del año de varias economías emergentes, incluida Colombia, resultó menor que el estimado, y los pronósticos para todo 2019 se redujeron.
En los primeros tres meses del año la economía colombiana se desaceleró y creció menos que lo previsto, hecho explicado, principalmente, por un consumo público más débil que el estimado y una caída no anticipada en el rubro de inversión de vivienda. Para el tercer trimestre y lo que resta del año se espera un mejor desempeño; que el consumo privado mantenga su buena dinámica; que la inversión se acelere; y que las exportaciones netas resten al crecimiento. Según los pronósticos del equipo técnico, en 2019 la economía crecería alrededor del 3% (en lugar del 3,5% estimado un trimestre atrás).
La mayor dinámica de la demanda interna frente al producto se vería reflejada en un déficit más amplio de la cuenta corriente. En materia de precios, en el primer semestre de 2019 la inflación estuvo cerca a la meta del 3%, pero con una tendencia creciente debido a algunos choques de oferta que la afectaron. Entre ellos se destaca la presencia del fenómeno del Niño de intensidad moderada, que incrementó los precios de los alimentos, y los mayores ajustes en los precios de los licores debido al aumento del impuesto ad valorem.
Las medidas
El promedio de las medidas de inflación básica se mantuvo por debajo del 3%. Se espera que el mayor impacto de los anteriores choques sobre los precios se registre hasta el tercer trimestre de 2019, y que a finales de año la inflación retorne con su convergencia al 3%. El anterior contexto macroeconómico, de excesos de capacidad instalada de la economía, junto con una inflación que se alejaría de forma transitoria de la meta del 3%, ha permitido mantener una postura de la política monetaria en terreno levemente expansivo. Esta se ha reflejado en unas tasas de interés de los créditos que, en términos reales, se mantiene por debajo de sus promedios históricos.
Como se anotó, los resultados del PIB para el primer trimestre de 2019 mostraron que la demanda externa neta (exportaciones – importaciones) restó al crecimiento de la economía, consistente con el hecho de que la demanda interna creció 2,7%, pero el PIB solo lo hizo al 2,3%. Es importante entender este fenómeno, que ya había ocurrido en 2018 y seguirá repitiéndose hacia adelante. Una forma de hacerlo es con las cifras de la balanza de pagos, y en particular del balance en la cuenta corriente, cuyo seguimiento trimestral hace el Banco de la República. Desde luego, no son cifras directamente comparables, pues la balanza de pagos se calcula en dólares y las cuentas nacionales en pesos, y entre las dos no solo media la tasa de cambio sino además una serie de deflactores que convierten los valores nominales del PIB en magnitudes reales. Aun así, el análisis de la balanza de pagos ofrece una completa explicación de las transacciones del país con el resto del mundo, lo que termina por afectar el crecimiento económico.
El déficit corriente
En el primer trimestre de 2019 el déficit en la cuenta corriente como proporción del PIB fue del 4,6%, superior al 3,5% observado en igual período del año anterior. La ampliación del déficit corriente se explicó principalmente por el deterioro de la balanza comercial, debido a que las importaciones de bienes crecieron a una tasa anual de 9,9%, mientras que el valor de las exportaciones solo creció 0,4% anual. La mayor demanda de bienes importados refleja hasta cierto punto la dinámica subyacente de la economía, en actividades distintas a la construcción, como se anotó atrás. Por su parte, el bajo dinamismo de las ventas externas se enmarca en un contexto de menores precios de exportación y de una desaceleración en el ritmo de crecimiento de los principales socios comerciales.
El financiamiento de este déficit corriente se originó principalmente en los flujos de inversión directa y en la liquidación de activos externos. El monto de la inversión extranjera directa (IED) ascendió a US$3.335 millones superior en 17,5% al promedio de los últimos cuatro trimestres (US$2.838 millones) y al observado un año atrás (US$1.840 millones). El país recibió recursos adicionales por concepto de liquidaciones de activos externos por US$2.682 millones (tanto depósitos como inversiones de cartera), originados en un 60% por empresas del sector privado y el restante 40% por parte del sector público.
Para este año se prevé que el déficit en la cuenta corriente se ubicaría alrededor del 4,4% del PIB, lo que significaría una ampliación frente al déficit de 3,9% observado en 2018. Este pronóstico toma en cuenta el bajo crecimiento esperado de la demanda mundial, que se reflejaría en un balance comercial más deficitario para el país. Lo anterior sería el resultado de unas importaciones que mantendrían su senda positiva de crecimiento a medida que la demanda interna se fortalezca, combinado con un lento crecimiento de las exportaciones, afectadas por sus bajos precios y el magro desempeño de nuestros socios comerciales.