LA CONTRACCIÓN del Producto Interno Bruto de 7,2% en 2020 por culpa del impacto de la pandemia, hicieron que los niveles de pobreza en el país se incrementaran a pasos agigantados, como sucedió en casi todo el mundo.
Sin embargo, esa situación, parece que se está transformando, como lo señala el informe “Trayectorias: Prosperidad y reducción de la pobreza en el territorio colombiano” investigación del Banco Mundial, que ausculta cómo están las regiones respecto al desarrollo y progreso de su población.
Señala el análisis, que el estable crecimiento económico de Colombia en las últimas dos décadas ha ido acompañado de una reducción de la pobreza y la desigualdad. Hubo una reducción significativa de la pobreza del 49,7% en 2002 al 28,2% en 2019, con una notable expansión de la clase media y una disminución de la desigualdad de ingresos. La mayoría de los pobres se encuentran en zonas urbanas: de los 16,8 millones de pobres, 11,9 millones viven en zonas urbanas, y siete departamentos concentran más de la mitad de la población empobrecida del país.
Considera que la pandemia de Covid-19 revirtió más de una década de progreso, con un fuerte aumento de la pobreza y la pobreza extrema, una contracción de la clase media y una recuperación que aún está en marcha. La pandemia provocó una grave contracción económica, con una importante pérdida de puestos de trabajo, especialmente en los sectores informales.
Transferencias
Ante esta situación, las transferencias del Gobierno ayudaron a mitigar el impacto sobre la pobreza, pero se intensificaron las debilidades del mercado laboral, vinculadas a la baja productividad y la alta informalidad. Desde 2021, se ha reanudado una tendencia a la baja de la pobreza y la clase media ha crecido ligeramente, aunque la inflación, sobre todo en los precios de los alimentos, supuso un reto para los esfuerzos de reducción de la pobreza.
Considera el organismo, que Colombia ha dado pasos importantes en la reducción de la pobreza, incluso tras la pandemia. Sin embargo, no todos los grupos sociales han tenido las mismas oportunidades para salir de la pobreza, y existen disparidades muy marcadas en materia de bienestar en todo el territorio.
Señala el estudio, que estas brechas se deben, en gran medida, a la desigual capacidad del Estado para prestar servicios públicos en los distintos departamentos y municipios, lo que se traduce en menores oportunidades para muchos de acumular activos esenciales, como una educación de calidad, salud, tierras y vivienda. Este menor acceso a activos productivos a menudo conduce a menos oportunidades económicas, incluyendo empleos de menor calidad y a una movilidad social muy baja, condiciones que son aún más pronunciadas en departamentos como La Guajira, Vaupés y Guainía. Estas desventajas en ciertas partes del territorio a menudo se superponen con las mayores necesidades de ciertos grupos poblacionales, como los pueblos indígenas.
Oportunidades
Las menores oportunidades penalizan aún más a muchas personas y familias que se ven obligadas a desplazarse dentro del país para escapar de situaciones de conflicto o motivadas por la falta de acceso a servicios básicos de calidad en sus lugares de origen, y que, por ende, no siempre están equipados para aprovechar mejores oportunidades económicas en sus destinos, normalmente las ciudades.
La investigación describe que incluso cuando las personas no emigran dentro del país, las grandes distancias y la escasa conectividad con los centros económicos pueden limitar el acceso a servicios y empleo en muchas regiones.
Sin embargo, no todos los grupos tienen las mismas posibilidades de salir de la pobreza. Las tasas de pobreza difieren significativamente entre grupos y territorios. Por ejemplo, Colombia destaca por sus brechas regionales de bienestar en comparación con los países de la OCDE. Además, las poblaciones indígenas tienen tasas de pobreza que casi duplican las de los grupos no étnicos, tasas que han mostrado una reducción mucho más lenta: desde 2021, la reducción fue de 1,9 puntos porcentuales para las poblaciones indígenas en compa- ración con 7,5 para los grupos sin pertenencia étnica.
Servicios
Estas diferencias en las tasas de pobreza se sustentan en un acceso y una calidad de servicios y activos muy diferentes entre grupos y territorios. Los datos granulares a nivel municipal sobre pobreza, aprendizaje, mortalidad evitable, conectividad vial y presencia del Estado, entre otras medidas, muestran que los habitantes de los municipios más pobres tienen menos acceso a una educación de calidad, atención médica, agua y activos financieros y de otro tipo.
Por ejemplo, la pobreza de aprendizaje (el porcentaje de niños incapaces de leer y comprender un texto sencillo a la edad de 10 años) alcanza el 100% en ciertos municipios y, en algunas zonas, el 90% de las muertes infantiles se consideran evitables por la falta de atención adecuada.
De igual manera, se observan mayores tasas de mortalidad evitable (mortalidad por causas prevenibles o tratables) en las regiones Pacífico, Amazonia, La Guajira y Amazonia-Orinoquia, con algunos municipios con entre 53% y 90% de muertes evitables.
Indican que la persistencia de las desigualdades territoriales es en parte consecuencia de las disparidades sistémicas en la prestación estatal de servicios y bienes públicos. Aunque el crecimiento económico entre regiones de un país suele ser un proceso desbalanceado, el acceso a oportunidades no debería serlo.
Invertir en los activos de las personas y en el acceso a servicios de calidad, sobre todo en su acceso a educación y salud de calidad, pero también reduciendo las distancias a las oportunidades mediante la mejora de la conectividad física y digital, puede contribuir a aumentar sus oportunidades económicas y así sus ingresos, y también ayudar a las personas a aprovechar las ventajas de la migración a otras áreas del país, si deseasen trasladarse.
Para lograr estos objetivos se requiere, además, el fortalecimiento de las instituciones en todos los niveles de Gobierno, incluyendo su capacidad técnica y fiscal y su capacidad de coordinación y asociación. Esto permitiría lograr economías de escala en la prestación de servicios, atender mejor a los pobres en todo el país y promover el desarrollo local. Para un diseño de políticas más efectivas, se debe tener en cuenta la heterogeneidad de las necesidades y capacidades en todo el territorio, la importancia de la coordinación entre los agentes pertinentes, y el valor de la prestación de un paquete integrado de servicios para abordar simultáneamente diversos obstáculos a la reducción de la pobreza.
Las brechas poblacionales
Cerrar las brechas de oportunidades entre grupos poblacionales y territorios no es un esfuerzo en el corto plazo, pero existen opciones políticas a nuestro alcance, y el país puede destacar muchos casos de éxito en este esfuerzo. Debemos invertir en nivelar las oportunidades para todos y todas –para que estas dos niñas puedan tener las herramientas para prosperar− y enrumbarnos así en una trayectoria de reducción de la pobreza y mayor equidad.
Además, las ciudades colombianas no siempre están preparadas para ser motores de prosperidad. Los resultados para Colombia indican la presencia de “aglomeraciones estériles”, en las que el crecimiento urbano no está impulsado por la transformación estructural ni por las ventajas típicas de las economías de aglomeración y, en cambio, los beneficios se ven contrarrestados por los altos costos. Así pues, el aumento de la densidad en las ciudades puede verse impulsado por otros elementos que, a su vez, podrían elevar los costos globales y congestionar más las ciudades.
El desplazamiento interno
La afluencia de personas a las ciudades podría estar impulsada por la búsqueda de servicios básicos que no están disponibles en las localidades de origen. De hecho, las ciudades colombianas parecen ayudar a reducir la pobreza multidimensional (mayores servicios), pero no la pobreza monetaria (mayores ingresos).
Además, los desplazamientos podrían estar impulsados por la búsqueda de proximidad a los mercados en ausencia de infraestructuras de transporte adecuadas. Bogotá, por ejemplo, es la ciudad más congestionada del mundo, y hay pruebas de falta de inversión en carreteras que conecten la capital con ciudades del norte, noroeste y suroeste. Esta búsqueda de proximidad puede darse incluso dentro de las ciudades a nivel de barrio, en un contexto en el que la vivienda y las infraestructuras inadecuadas son las principales fuentes de desigualdad intraurbana en Colombia. El coeficiente de Gini de los ingresos dentro de las ciudades más grandes de Colombia osciló entre 0,550 en 2002 y 0,510 en 2021.