De acuerdo con el último Índice Global de Seguridad Alimentaria publicado en 2017 por The Economist Group, Colombia ocupa el puesto ocho entre los países latinoamericanos y el 51 entre 113 en el ranking global. El resultado revela que, aunque la nación ha mejorado sus índices desde 2015, aún tiene un largo camino que recorrer.
De acuerdo a la FAO, la seguridad alimentaria se da cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, para así poder llevar una vida activa y saludable.
“Una buena seguridad alimentaria se traduce en beneficios en salud, en crecimiento económico y en una mejor calidad de vida para los habitantes del país. Es esencial entender que la pobreza y la malnutrición tienen un efecto negativo en el crecimiento de los individuos y, como resultado, en el desarrollo de capital humano de una nación, que es vital para alcanzar el crecimiento sostenible de Colombia y cualquier país del mundo”, afirmó Camilo Montes, director de la Cámara de la Industria de Alimentos de la ANDI.
Los retos
Para hacer la medición de cada país, el índice analiza la disponibilidad de los alimentos, la capacidad de los habitantes para comprar la comida, la calidad y seguridad de los alimentos, los recursos naturales de cada nación y cómo se ajusta este a los cambios climáticos. Este Índice Global, revela que entre los retos más grandes de Colombia está aumentar el gasto público en investigación y desarrollo para la producción de alimentos.
“Nuestro país es rico en tierras y recursos hídricos, que es uno de los recursos más importantes para la producción de alimentos, y para aprovechar este potencial desde el sector privado estamos conscientes de la necesidad de trabajar juntos para impulsar la investigación y desarrollo en la producción de alimentos. Es por medio de los avances tecnológicos que podemos asegurar la disponibilidad alimentaria gracias a la integración de toda la cadena, desde la disponibilidad de materias primas hasta el desarrollo de alimentos que responden a las necesidades nutricionales de los colombianos”, agrega Montes.
Con el fin de responder a las necesidades de los colombianos y a su vez garantizar que desde la finca hasta la mesa, los productos sean de la mejor calidad, las empresas afiliadas a la Cámara desarrollan iniciativas concretas con 19 instituciones educativas y centros de investigación colombianos, con las que estudian, por ejemplo, que las variedades de semillas se adapten a las características de los suelos colombianos, se investigan las mejores prácticas para el procesamiento de alimentos, así como la síntesis y la fortificación de componentes alimentarios.
Además, trabajan para el mejoramiento tecnológico y el desarrollo de empaques, aportan fondos en investigación y se promueven constantemente las prácticas de transferencia e intercambio de conocimientos por medio de foros con investigadores, docentes y estudiantes de pregrado y posgrado.
La mejor calificación de Colombia en el ranking fue en la categoría de desperdicios de alimentos y en la de adopción de los estándares nutricionales. Esto se debe principalmente a que Colombia es parte del Codex Alimentarius, un comité internacional establecido por la OMS y la FAO, que trabaja con científicos y representantes de varios países en el mundo para proteger la salud del consumidor y promover prácticas seguras y justas en el comercio de alimentos a nivel global.
Entre los países que se encuentran en los primeros puestos en la región, esta Chile que ocupa la posición 24, le siguen Uruguay (35), Costa Rica (36), Brasil (38), Argentina (40), México (43), Panamá (48) y Colombia (51).
Para mejorar los índices de seguridad alimentaria y nutricional en el país, es importante tener como referencia a Irlanda y Estados Unidos, líderes del ranking global. Tanto el sector público como el privado deben tomar acción y promover iniciativas que mejoren la calificación de Colombia frente a variables como la presencia de programas de seguridad alimentaria, una mejor infraestructura agrícola, suficiencia de suministros alimentarios, combatir la corrupción en programas de alimentación, entre otros.