Atrofia de la economía | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Mayo de 2024

* ¿Gambeta a la recesión?

* Cuando ya no habrá avemarías…

 

No hay que ser un gurú para darse cuenta de la atrofia que hoy sufre la economía colombiana. El gran triunfo gubernamental parecería ser, según el ministro de Hacienda, que de repente se ha evadido la recesión. Pero, al contrario, la exigua cifra del 0.7 por ciento de crecimiento en el primer trimestre de 2024 indica que, si se resta el porcentaje de la administración pública, es decir, si se promedian los otros componentes económicos primordiales, se llega a un índice peor de lamentable: -0.1 por ciento. Muy en consonancia, ciertamente, con lo que puede esperarse de un sector privado sobrecargado tributariamente y desmayado el país en la formación bruta de capital (-13.4 por ciento) reflejo del desierto inversionista. Fruto, no de ahora, sino de varios trimestres previos de la misma factura recesiva.

Ningún triunfo puede señalarse, pues, en aquello de simplemente hacerle una gambeta a la recesión. Desde luego, el ministro de Hacienda tiene que guardar algún tipo de esperanza, aunque, naturalmente, la gambeta es más bien producto de una circunstancia efímera que no se compadece con las características propias de una estrategia planeada, coordinada y exigente, de corto, mediano y largo plazos y de equipo, que permita echar las campanas al vuelo y cantar victoria. De hecho, suele decirse en el argot futbolístico que en ocasiones accidentales pueden producirse goles “de otro partido”, pero eso no significa que el plantel esté bien parado en el campo.

Es claro que el desafío económico por el cual atraviesa el país requiere justamente de eso, es decir, de trabajo en equipo, convocando a la ciudadanía entera. Parte de ello lo ha sabido interpretar bastante bien el Banco de la República que, al mismo tiempo que ha logrado cumplir paulatinamente con su responsabilidad constitucional ineludible de poner la inflación a raya, ha permitido mejorar de forma gradual el acceso al crédito, rebajando las tasas de interés. Lo peor, claro está, habría sido obedecer la voz del ministro de Hacienda cuando solicitó disminuciones drásticas e intempestivas para liberar los medios de pago, en medio de la espiral inflacionaria, lo que, como es sabido, es un remedio peor que la enfermedad.

En ese sentido, todavía es necesario guardar cautela, porque el fenómeno de la Niña que ya se otea en el horizonte puede volver a complicar el panorama del costo de vida. Sin dejar de recabar, además, en la fragilidad que, por estos fenómenos previsibles y cuyo origen no es el cambio climático, en particular tiene el país en materia de catástrofes. Para lo cual, en esta oportunidad, ojalá la Unidad de Desastres esté preparada ética y profesionalmente en vez de dar el irritante y doloroso espectáculo de esquilmar los recursos de los colombianos. En especial, de los más vulnerables y urgidos de atención.

Entre tanto, en el primer trimestre de 2023 la economía colombiana había crecido 2.7 por ciento y aun así en el promedio del año solo llegó a un rubro consolidado de 0.6 por ciento. Si apenas se creció una cifra similar en el período trimestral inicial de 2024 podría inferirse, sin que haya ningún anuncio o cambio favorable a la vista, que la situación no se muestra para nada positiva en las rutinarias evaluaciones por venir. No en vano, comparando los dos trimestres antedichos, ya de antemano se perdieron dos puntos en estos tres primeros meses de 2024 que fueron los que, a su vez y en buena medida, sustentaron en algo el precario desempeño económico del año anterior.

A decir verdad, los índices que se presentaron en el seguimiento mensual de la economía daban motivo para cierto optimismo. No obstante, a la hora del dato de crecimiento trimestral oficial dado anteayer por el Dane, que es el que cuenta, se esfumaron estas razones. Más que estancada, en efecto, la dinámica económica está postrada. Y más que postrada parecería estar padeciendo, no solo una condición atrófica, sino, todavía peor, siendo víctima de un abierto desinterés en su recuperación.

Sin un verdadero o, aunque sea, mínimo plan de choque, que concite la confianza del país y permita avizorar un futuro económico, cuando menos más despejado, se seguirá viviendo en los siguientes meses, como inclusive en los próximos años, al temerario vaivén de los factores recesivos. Mientras tanto el desempleo continuará en ascenso y el impacto social no se hará esperar, al tiempo que la inversión y la creación bruta de capital mantendrán su declive alarmante. Hasta que, efectivamente, se llegue al sótano de la recesión técnica general. Cuando ya no habrá sorpresas ni avemarías que valgan.