Bogotá: campaña aquí y ahora | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Julio de 2015

*La reinstitucionalización, máxima prioridad

*Que venga el debate y la diferenciación

 

EL  próximo 25 de julio vence el plazo para la inscripción de candidatos a la alcaldía de Bogotá, hecho que se puede considerar el pistoletazo que marca el inicio de la recta final de la campaña por la sucesión en el Palacio Liévano. Ya está claro que los principales competidores por el segundo cargo de elección popular más importante del país serán Clara López, Rafael Pardo, Enrique Peñalosa, Francisco Santos, y Carlos Vicente de Roux y otra serie de aspirantes. También se puede decir que están identificados los temas llamados a ser los ejes de la campaña, toda vez que se ubican entre las más ingentes problemáticas que la ciudadanía espera que su próximo mandatario resuelva de manera eficaz, tangible y, sobre todo, lo más pronto posible.

Hemos reiterado desde estas páginas que la mayor falencia que arrastra la capital del país es, sin duda alguna, la desinstitucionalización que ha sufrido en los últimos años por cuenta, primero, del grave escándalo de corrupción en el mandato de Samuel Moreno y, luego, del accidentado proceso contra el alcalde Gustavo Petro, derivado de la causa disciplinaria que finalmente terminó sacándolo del cargo después de un intrincado pleito jurídico y el aún más complejo mecanismo judicial que lo restituyó. Sería ingenuo negar que la gravedad de los hechos anotados, y los rifirrafes políticos, judiciales, sociales y económicos consecuenciales afectaron seriamente el tracto institucional de la administración distrital, el Concejo de la ciudad, su dirigencia en múltiples sectores así como la propia vocación de futuro de una urbe de más de siete millones de habitantes.

¿Cuál sería la realidad hoy de Bogotá si sus últimos dos gobiernos no hubieran afrontado las crisis ya descritas? ¿Cuánto nivel de progreso político, social, institucional, económico, y de factor humano costó lo ocurrido? ¿Si muchos de los indicadores macro y micro todavía tienen a la metrópoli punteando el ranking nacional, cuánto mejor estaría la ciudad de haber mantenido en los últimos años un horizonte estable gubernativo? Incluso ¿cuánto menos grave serían hoy las agudas problemáticas que sufren los bogotanos en materia de movilidad vial, seguridad, inversión social, infraestructura urbanística, deterioro ambiental, y muchas otras, si no se hubieran registrado los vacíos de mando y gestión que los escándalos indefectiblemente produjeron?... Estos y muchos otros interrogantes están sobre el tapete en momentos en que la ciudadanía se prepara para escoger a quien manejará las riendas distritales desde el 1 de enero próximo.

Para reinstitucionalizar la ciudad es claro que lo primordial es que los electores puedan conocer, y diferenciar de manera diáfana, las fórmulas que cada uno de los candidatos plantea para enfrentar la difícil coyuntura capitalina. Si bien es cierto que en las últimas semanas la exposición mediática del abanico de aspirantes ha sido mayor en foros y debates, todavía los bogotanos se notan alejados en incluso poco entusiasmados con el arranque de la campaña, que corresponde a quienes buscan el favor popular romper esa atonía política, más aún cuando todos ellos coinciden, aunque por distintas rutas, que la del 25 de octubre será la cita en las urnas más determinante que tendrán los capitalinos en las últimas dos décadas.

Se espera, por tanto, una vez comience en menos de dos semanas la posibilidad de publicidad política abierta, que esa diferenciación entre lo que piense y propone cada candidato empiece a ser realmente visible, porque hasta el momento pareciera evidente que una gran parte de la ciudadanía si bien tiene un conocimiento aceptable de los nombres, partidos e incluso trayectoria de quienes están en campaña, no ocurre lo mismo con lo que cada uno de ellos propone de manera puntual para solucionar los asuntos que más preocupan en el día a día, como lo son el caos vial, la creciente inseguridad, los índices de contaminación ambiental, las falencias en cobertura educativa, las limitaciones en materia de vivienda, las deficiencias urbanísticas, los acendrados niveles de pobreza y exclusión en varios sectores de la ciudad, falta de coordinación con la región circundante a la capital, los cambios en el sistema de salud distrital y muchas otras problemáticas que agobian al ciudadano de a pie.

Que arranque, pues, la campaña de manera abierta y determinada. Que vengan los mítines en la plaza pública, que se prendan los debates programáticos. Que los candidatos no solo se dediquen a promover sus ideas sino que alerten a  la ciudadanía sobre los riesgos y debilidades que vean en las de sus competidores. Que los aspirantes al Concejo hagan lo propio y por fin dejen atrás la concentración única y exclusiva en la mecánica de los avales en que han estado inmersos en los últimos meses. Que se destapen las alianzas y que se sepa quién está cumpliendo y por qué… La crisis de la ciudad no da más espera a una campaña que todavía no toma el impulso que la situación exige. La conclusión es clara: campaña aquí y ahora.