En los próximos días entrará en funcionamiento el CEFE (Centro Felicidad) de Chapinero, diagonal al Centro Comercial Andino de Bogotá. Se trata del primer parque vertical, parte de un nuevo concepto de espacio público, que pondrá al servicio de los habitantes de los barrios aledaños y de la ciudad, un extraordinario conjunto de recursos lúdicos y culturales.
Tendrá teatro urbano, aulas múltiples para desarrollar actividades de artes plásticas, escénicas, audiovisuales y musicales, sala Labco, ludoteca, una zona de arena polivalente que también puede ser usada como polideportivo, dos piscinas recreativas y una semiolímpica. También tendrá restaurantes, cafés y una terraza panorámica.
Los Centros Felicidad son parte del concepto de desarrollo urbanístico del exalcalde Enrique Peñalosa en su idea de que las edificaciones icónicas reflejan los valores de la sociedad y, a la vez, los construyen. Los centros han significado una evolución en el sentido de ciudad, al igual que en su momento lo hicieron grandes alcaldes como Fernando Mazuera y Virgilio Barco en otros aspectos. Esto con fundamento en la idea de que la infraestructura pública de calidad no solo mejora la vida, sino que envía, a la vez, a los habitantes un mensaje simbólico y potente de que son importantes, respetados y valorados.
El elemento más relevante de lo que aportan los CEFE que hoy funcionan en Bogotá, es que, para ingresar y disfrutar de sus servicios, no es necesario tener una membresía como en los clubes ni cumplir requisito diferente a tener el documento de identidad, lo cual equivale a establecer relación donde no media el lucro, sino la intención de crear nítidos vínculos de pertenencia con la sociedad.
Tras la meta de desarrollar hitos arquitectónicos, fueron construidos en las últimas décadas, por diferentes administraciones de la capital, edificios públicos de altísima calidad y de las mayores exigencias arquitectónicas y estéticas, como colegios, bibliotecas, centros culturales y deportivos, casi la totalidad en sectores de bajos ingresos. Esas obras −imitadas virtuosamente en otras ciudades de Colombia y de la región− han desempeñado un papel fundamental para atender y remediar carencias de individuos y familias en sus hogares y, al mismo tiempo, para estimular y fortalecer autoestima, sentido de pertenencia, valores y comportamientos.
Los CEFES, que se pusieron en marcha en la segunda administración de Peñalosa, funcionan en las localidades de Suba, Tunjuelito y San Cristóbal. Todos tienen una amplia gama de servicios y actividades deportivas, artísticas, lúdicas y de aprovechamiento del tiempo libre. Se persigue la potencialización integral de las cualidades físicas, motrices y cognitivas de la población.
El objetivo central de este tipo de experiencias es acercar lo más posible la oferta de servicios de bienestar y entretenimiento de la ciudad a cada habitante. Llevarlos a su entorno más cercano, sin necesidad de grandes desplazamientos ni de esfuerzos económicos superlativos. Un acceso dinámico y amable, que contribuye a crear lazos sociales locales fuertes e incluso a identificar talentos en múltiples campos. Un propósito que le transmite a cada ciudadano que los recursos públicos se están invirtiendo bien, que los impuestos se redirigen a la mejoría de la calidad de vida y, sobre todo, que la ciudad es una sola, en donde las oportunidades se descentralizan para que la mayor cantidad de habitantes pueda beneficiarse.
En ese orden de ideas, el CEFE Chapinero se desarrolló y construyó en una zona que, pese a su pujanza socioeconómica y densidad habitacional y comercial, tiene un alto déficit de equipamientos públicos. Para enfrentar esa deficiencia, este centro contará con 10.600 metros cuadrados de área y funcionará en un imponente edificio de 45 metros de altura.
De esta forma, los Centros Felicidad se unen a obras como las bibliotecas Virgilio Barco, El Tunal, Julio Mario Santo Domingo, el Parque El Virrey, el Parque Tercer Milenio, el Parque Simón Bolívar; y con monumentales colegios, la mayoría ubicados el sur de la ciudad, diseñados por varios de los mejores arquitectos del país para ser espacios que definan una nueva identidad de Bogotá. Unas y otras han contribuido positivamente a que sus habitantes vivan mejor. Lo dijo claramente el propio Peñalosa en su reciente libro Ciudad, igualdad, felicidad: “Una edificación majestuosa fortalece la identidad de una sociedad, es un símbolo que conecta el pasado con el futuro; enfatiza la dignidad y las potencialidades del ser humano; da a los ciudadanos confianza en sí mismos y en su potencial”.
Bienvenido, pues, el Centro Felicidad de Chapinero, que, a juzgar por el impecable funcionamiento que han tenido a lo largo de los años los otros centros icónicos citados, será apreciado, valorado y respetado por sus beneficiarios, que son los ciudadanos.