Brasil, viraje a la vista | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Octubre de 2014

*La economía debe marcar el ritmo

*Nuevas realidades latinoamericanas

La  evidencia palmaria de las elecciones en el Brasil es que el problema central está en la economía. Desde luego, como suele ocurrir en las campañas electorales, se impactó con aquellos elementos propios para subir el tono de la contienda, en este caso las denuncias de corrupción que no le alcanzaron a Aécio Neves para mantener el favoritismo que logró conseguir durante un lapso. También, por su parte, en cualquier país que está en pleno desarrollo, pero mantiene índices de Gini complejos, los temas de educación, vivienda y salud siempre estarán en la agenda de prioridades. De hecho, en América Latina la desigualdad será cantera política para rato. Y en general, en cualquier nación, los asuntos referidos al empleo y la calidad de vida suelen preponderar en las encuestas.

Ello se constató en las elecciones brasileñas y como todo en ese país, por duplicado o triplicado.

En la política moderna, sin embargo, lo que siempre emergerá como el principal elemento subyacente de toda contienda electoral es la economía. Cuando ella marcha bien, los debates electorales tienden hacia otros elementos que, en tal caso, no dan el triunfo a los opositores. No solo ocurre en Estados Unidos, sino en las naciones europeas y en otras regiones del mundo. En Colombia, por ejemplo, aunque las últimas elecciones presidenciales tuvieron como base la situación extraordinaria de los mecanismos para poner fin al conflicto armado interno, la plataforma que subyacía estaba en la economía, donde las interpretaciones diferentes a las del presidente Santos eran muy pocas. Es posible que se remarcaran las tendencias, pero en modo alguno, se puso sobre el tapete el cambio de modelo económico. Y el escenario perdura más o menos igual, con el debate exclusivo en torno de la sostenibilidad fiscal y sus componentes de acuerdo con los precios del petróleo a la baja.

En Brasil, el tema fue a otro precio. Durante el primer gobierno de Dilma Rousseff se pasó de un crecimiento de 7,5 por ciento, base del 2010, a crecimientos del 2,7 por ciento, 1 por ciento y 2,5 por ciento en los años subsiguientes. Para 2014 se espera un crecimiento del 0,3 por ciento y ya van dos trimestres de decrecimiento consecutivo, es decir, de recesión técnica. Las elecciones en Colombia, en cambio, se dieron bajo el viento de cola del crecimiento del primer trimestre del 6,2 por ciento.  

Bajo esas perspectivas suena hasta milagroso que Rousseff haya ganado la reelección, visto el bajonazo económico y su impacto en todos los niveles. Es posible que si Neves hubiera insistido más en estas circunstancias habría alcanzado las cifras victoriosas que le daban las encuestas hace 20 días. En todo caso, no puede, en absoluto, deslindarse Rousseff de las advertencias de su opositor quien, a no dudarlo, es hoy la figura estelar del Brasil.

Hace unos días, de otro lado, Evo Morales obtuvo cómodamente su tercer mandato. Si bien Morales afinca su política en criterios populistas, de otro lado sus auxiliares económicos, que suelen ser ortodoxos, han logrado una economía a flote a partir de la exportación de gas a sus vecinos y el ingreso superior de recursos al fisco. El problema allí radica en el incentivo a la empresa privada, que se la ve de enemiga de los intereses populares. La situación de Venezuela, de otro lado, ya comienza a resentir decididamente el hecho de tener un modelo económico despedazado e incierto. De acuerdo con la última encuesta en octubre de Datanálisis, el 80 por ciento de los venezolanos evalúa de forma negativa la situación económica, lo que anticipa una debacle. En tal sentido, la desfavorabilidad del presidente Nicolás Maduro ha llegado al 68 por ciento e incluso el 46 por ciento piensa que no culminará al año. Ya no es pues el simple desgaste del régimen, sino una situación de inviabilidad que presiona una salida definitiva.

Uruguay, de otro lado, quedó el domingo pendiente de una segunda vuelta presidencial. Algo ha cedido la favorabilidad del régimen actuante, donde el presidente José Mujica en todo caso ha tenido el cuidado de manejar los indicadores económicos con cautela, pese a golpes de opinión en otras áreas. El Frente Amplio pareciera mantener un margen holgado, con la figura de Tabaré Vásquez, cerca de cumplir los 75 años, pero no es descartable un florecimiento de la coalición que pretende, con audacia, Luis Lacalle.

Evidentemente Rousseff ganó en el Brasil. Pero si quiere acertar, tendrá que adoptar muchas de las políticas económicas de Neves. Y esa es la paradoja de la que se está pendiente.