Cambio de imagen | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Febrero de 2014

·      La diplomacia colombiana

·      Retos y contradicciones

 

Hasta no hace mucho, quizás desde la caída que tuvo el comandante Fidel Castro, en Argentina, los dirigentes cubanos solían aparecer en público uniformados, con el traje que usaban en la Sierra Maestra, así algunos por su juventud nunca hubiesen estado en combate alguno. En cierta forma, Cuba, que fue una de las últimas islas que mantuvo España bajo su dominio y que fue liberada junto con Filipinas por los Estados Unidos, heredó la mística guerrerista española, la misma que explotó muy hábilmente el comandante revolucionario, quien  envió milicianos a diversas regiones del globo para apoyar desde la liberación de países africanos bajo el colonialismo europeo hasta la guerra declarada a las democracias hispanoamericanas. Lo mismo que fomentó la subversión local con la tesis de convertir los Andes en otro Vietnam, para lo cual envió al comandante Che Guevara a combatir en las montañas de Bolivia, siendo asesinado cuando, herido, cayó cautivo en las garras de las tropas de ese país.

A partir de la trágica muerte del Che Guevara, que era un ídolo las juventudes de izquierda esperanzadas en llegar al poder por medio del fusil y hacer la revolución, la modernización de los ejércitos hispanoamericanos, la tecnología y el aumento del pie de fuerza provocaron la derrota militar de las guerrillas en la región. Desaparecieron, una a una de nuestro continente, incluido Sendero Luminoso, que era la más disciplinada y que seguía los principios de Mao Zedong. Apenas sobreviven las guerrillas en Colombia, favorecidas por los ingresos que producen los cultivos ilícitos y la explotación minera clandestina. Son esos recursos los que les permiten sostener el costo colosal de la guerra, enfrentadas al Plan Colombia que cuenta con el decisivo apoyo de los Estados Unidos. Esa situación bélica, lentamente va dejando exangüe a la subversión, que sufre deserciones masivas e individuales casi a diario, en tanto sus jefes han sido o están siendo abatidos por las tropas colombianas, lo que los lleva a la negociación en La Habana.

Esa negociación por la paz coincide con el cambio de imagen del castrismo, que ya no se presenta uniformado, como si acabara de salir del monte o listo para combatir, sino que aparece de traje civil, a la manera de los burócratas caribeños. De esa misma forma “civilista” aparecen en las rondas de las negociaciones y en los descansos en las playas los agentes de la Farc, quienes también ensayan el cambio de imagen. Esto va más allá de las apariencias, es de pensar que a Fidel Castro le conviene la paz en Colombia, por la sencilla razón que abriría las posibilidades para que la izquierda siga el ejemplo electoral de otros países y llegue por la competencia en las urnas al poder. El haber efectuado la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)  en La Habana muestra que Cuba mantiene un liderazgo que se fortalece con la alianza estratégica que tiene con Venezuela. La presencia de 33 países demuestra que ese bloque se ha fortalecido, en tanto que sorprendió la presencia del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, lo que indicaría que a pesar de que Cuba no ha querido ingresar por ahora al máximo ente continental, existe un cierto entendimiento táctico. Parecería que a pesar de que se ha logrado convocar a 33 países del Celac, por fuera de la órbita de los Estados Unidos, no cree  que los fondos con los que cuenta ese naciente bloque le permitan por ahora competir con la OEA, en tanto los países de la región deben gastar más dinero para ambas instituciones y otras que surgen en el camino, que de alguna manera compiten por los mismos espacios y políticas.

En otro aspecto, Colombia juega a varias bandas y apuesta en partidas distintas, puesto que se ha convertido en el gran promotor de la Alianza del Pacifico, que cuenta con varios países de la región  y figuran otros europeos como observadores, así como los Estados Unidos. Es fuerte el influjo de Cuba y Venezuela en Unasur, donde está Colombia, y se toman las decisiones por consenso. Al tiempo que por las negociaciones de Tratados de Libre Comercio individuales se horada el proceso de integración de los países andinos. La unión económica regional más fuerte es el Mercosur, donde la diplomacia comercial colombiana ha logrado algunos avances. Estos esfuerzos diplomáticos con esas y otras instituciones internacionales, junto con el TLC con Estados Unidos y Europa, ponen a prueba tanto la capacidad competitiva de Colombia como la habilidad de su estrategia internacional para no entrar en contradicción, en momentos en los cuales se anuncia que el país se convierte en la tercera economía de la región.