La carta al Ejército de Liberación Nacional (Eln), firmada y dada a conocer a la opinión pública el miércoles por el alto comisionado de Paz, Otty Patiño, es un texto de múltiples aristas.
La misiva se produce justo en el momento en que la Administración Biden levantó el veto a Cuba, como país patrocinador del terrorismo internacional, a cambio de la excarcelación gradual de 553 presos, entre ellos varios calificados de “políticos” y con la condición de no reincidir en las lógicas protestas sociales manifestadas contra el régimen isleño, en los últimos años. Queda un número similar en las cárceles.
El ingreso de Cuba en la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo se había dado, en parte, por cuenta de la solicitud del Gobierno colombiano anterior a raíz del atentado del Eln a la Escuela General Santander, en Bogotá, que cobró la vida de 22 jóvenes que adelantaban sus estudios como profesionales de la Fuerza Pública y mientras aún estaba por definirse la suerte de las conversaciones de paz que por entonces se llevaban a cabo en La Habana. Según es conocido, esa facción insurgente tiene viejos nexos con el régimen cubano desde que el primer grupo armado fue adiestrado en la isla en la guerra de guerrillas, bajo la teoría del foco que el ‘Che’ Guevara pretendió imponer en América Latina en la década de los sesenta del siglo pasado. A hoy no se sabe si el Congreso norteamericano aprobará la decisión de Biden o será modificada a la posesión de Donald Trump.
En tanto, la carta de Patiño al Eln informa a la opinión pública la hasta entonces desconocida pretensión que esta agrupación subversiva tiene de atentar contra la vida de uno de los miembros de su oficina, Álvaro Jiménez. Ha sido este el encargado de adelantar los convenios para la desmovilización del grupo desmembrado del Eln, en Nariño, “los Comuneros”, lo cual lo habría hecho objetivo de la decisión criminal del ‘Comando Central’, no solo atentatoria de todos los códigos, sino también del Derecho Internacional Humanitario y el estatus que otorga la ley 418 y sus reformas para tratativas con los alzados en armas.
Hasta el momento esa guerrilla no ha dicho oficialmente nada. En otros acápites, Patiño, ex M-19, hace un largo recorrido por la trayectoria del Eln, con duras críticas que se retrotraen a la época de Camilo Torres y las luchas intestinas del revolucionarismo izquierdista. Mientras, el país sufre la embestida de terror de este grupo subversivo, no solo en Catatumbo, sino en varias regiones.