Chávez, salud y urnas | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Febrero de 2012

 

* Campaña irremediablemente signada

* La institucionalidad de la sucesión

 

 

La nueva crisis en la salud del presidente venezolano Hugo Chávez sin duda impacta el ya de por sí convulsionado panorama político, económico, social e institucional de la vecina nación. Si bien era previsible que el gobernante tuviera que suspender o restringir su campaña electoral para seguir con el tratamiento del cáncer que le fue detectado el año pasado y que, según la información oficial del Palacio de Miraflores, logró ser neutralizado durante su atención inicial por médicos cubanos, lo cierto es que el hecho de que el propio Chávez admita que será operado de nuevo por una “lesión” en el mismo lugar en donde le fue extirpado meses atrás un tumor, termina, no confirmando, pero sí haciendo eco a las versiones periodísticas que circularon en la última semana en torno de que el estado de salud del Jefe de Estado se deteriora rápidamente y su expectativa de vida cada vez sería más complicada.

Más allá del cruce de rumores y desmentidos, que incluso han llegado al extremo de sugerir que la lesión cancerosa ya hizo metástasis e interesó a otros órganos como el hígado -versión que Chávez descartó-, es claro que la salud del Mandatario se convirtió ya en un factor preponderante dentro de la campaña para las elecciones presidenciales de octubre próximo, en donde el excoronel buscará la reelección y la oposición, con un candidato único como Henrique Capriles, aspira a sacarlo del poder.

Aunque desde las orillas del chavismo se quiera subdimensionar el impacto electoral de los quebrantos físicos del gobernante, es obvio que ya es imposible convencer a los venezolanos de abstraerse de tal circunstancia. Las dudas sobre la salud de los candidatos siempre impactan las campañas en todo el mundo. Ejemplos de ello sobran. Incluso, en la pasada justa presidencial en Colombia, la forma en que el propio Antanas Mockus reconoció que sufría una enfermedad, generó un efecto político innegable. A Dilma Rousseff, cuando se proyectaba como la segura candidata de Lula a la sucesión presidencial en Brasil, también se le detectó un cáncer y el hecho fue central en toda la campaña.

Ahora, una cosa es que el tema de la salud presidencial sea clave dentro de la puja proselitista venezolana y otra que los bandos acierten en saber manejarlo. Por ejemplo, en la oposición hay distintas lecturas, pues mientras algunos advierten que Chávez oculta la gravedad de su estado de salud para poder mantener artificialmente la imagen de líder fuerte, otros sostienen que utiliza su patología física para victimizarse ante el electorado y aunar más apoyos. En el oficialismo, entre tanto, acusan a la oposición de acudir al macabro expediente de sobredimensionar la patología médica del Presidente para romper la confianza de los chavistas en la fortaleza de su figura caudillista. Se trata, pues, de un escenario muy delicado en donde una mala movida bien podría llevar al descalabro en las urnas y de allí la urgencia de tratar el tema con pinzas.

Por otro lado, más allá de la coyuntura electoral es claro que Venezuela no puede desestabilizarse por la crisis de salud de Chávez y, por el contrario, debe priorizar su institucionalidad, aquella que señala, como en todos los Estados, líneas de sucesión y encargo en caso de ausencias o incapacidades temporales o definitivas de sus presidentes. En este aspecto le tocaría al turno al Vicepresidente y en caso extremo al presidente de la Asamblea Nacional. No habría lugar, pues, a un vacío de poder. Ya en el campo electoral, es evidente que Venezuela sólo hasta el año pasado empezó a interrogarse a fondo cómo sería el devenir nacional sin un Chávez presente y actuante tras casi dos décadas de vivir bajo su protagonismo. Sin embargo, en las toldas gobiernistas ese análisis se viene aterrizando y se señalan públicamente a quienes, como Nicolás Maduro o Diosdado Cabello, tendrían que liderar en las urnas las banderas por la continuidad de una “revolución” que el propio chavismo cataloga de largo plazo. Es más, en la oposición ya se proyectan escenarios sobre la era pos-chavista.

No es fácil la coyuntura de la vecina nación y todo puede pasar. No obstante lo único real es que en los próximos ocho meses la campaña estará signada por el efecto electoral de la salud presidencial.