Del fundador al Libertador | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Junio de 2013

La  controvertida decisión del alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, de descolgar de la pared de la sede del Edificio Liévano el cuadro del Adelantado Don Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de la ciudad capital el 6 de agosto de 1538, para, acto seguido, colgar un cuadro del Libertador Simón Bolívar, ha despertado  sorpresa y  curiosidad entre  los bogotanos, que no entienden del todo a qué se debe esa actitud. El informe de prensa dice que el Alcalde inauguró el Salón Libertador, con un cuadro del artista bogotano Luis Luna Matiz, de dudoso  valor artístico. Según adujo el funcionario: en homenaje a las raíces campesinas e indígenas de Colombia, y a las luchas por la independencia. La explicación dejó aún más confuso al público. El Alcalde dijo que el Salón Jiménez de Quesada  le hacía un homenaje a la Conquista y no a la libertad. El curioso acto estuvo amenizado por  un actor disfrazado de Simón Bolívar, quien ensayó un inusual monólogo del gran hombre. El Alcalde mencionó que  el primer decreto de Bolívar al entrar  triunfante a Santa Fe de Bogotá, fue quitar el primer nombre español y dejar el de Bogotá.

Como se recuerda,  el M-19 en 1974 lo funda Jaime Bateman, en compañía de varios jóvenes que imitaban el modelo de la revolución cubana; un comando asaltó  la Quinta de Bolívar en Bogotá, con la finalidad de apoderarse de la espada del Libertador Simón Bolívar que se exhibía allí. El comando se llevó la espada y partió en un taxi. La espada la dejaron en Cuba, supuestamente, a cargo del comandante Fidel Castro, quien les había aconsejado que se aprovecharan de Bolívar como un símbolo. Otros movimientos subversivos en Hispanoamérica han procurado cobijarse con la imagen postrera de Bolívar para justificar la lucha armada, como las Farc, mucho antes de que llegara al poder el comandante Hugo Chávez. Por lo general, invocan al Bolívar de la Primera República de Venezuela, para justificar una aparente  relación ideológica con los alzados en armas posteriores. Lo que no coincide, en cuanto como se recuerda, Carlos Marx denigró y descalificó al Libertador. Si algo tenía Bolívar era su condición de aristócrata mantuano y rico. Así que, en general, se trata de evocar una imagen para ganar adeptos y justificar la lucha armada. Lo que no quiere decir que en algunos casos de buena fe elementos de izquierda admiran a Bolívar, en particular al joven coronel de la Primera República de Venezuela.

En cuanto a descalificar a Don Gonzalo Jiménez de Quesada, el fundador de Bogotá, en donde antes no había una urbe en el sentido moderno del término, es otra cosa. El abogado granadino, que vino entre los exploradores y conquistadores que llegaron al Nuevo Mundo, es de hecho el fundador de la nacionalidad. Es un arquetipo de la misma. Algunos no lo quieren por su origen judío, puesto que en la primera edición de la obra de Juan de Castellanos se cuenta que erigió la ciudad  con doce chozas para recordar las 12 tribus de Israel, lo que se cambió en la siguiente edición por los 12 apóstoles. Lo cierto es que  no se limita a la fundación de la ciudad, sino que se queda con varios de sus compañeros a vivir aquí. Su gesta da origen a la civilización occidental y a la mezcla de razas, puesto que ya venían los españoles en su torrente sanguíneo con otras mezclas milenarias, de moros, godos, romanos, judíos y de varias regiones  de Europa. Los desplazamientos de las poblaciones, las guerras y las conquistas han sido algo común en la historia; César abatió a los galos, a los españoles y sometió a los pueblos primitivos de la actual Inglaterra y es el fundador de Londres. A nadie se le ocurre hacer campañas contra Julio César en esos países. Una tira cómica se ocupa en Francia de burlarse de los romanos, como una humorada plagada de aventuras de ficción. La realidad es otra.

Don Gonzalo, fuera de licenciado era un letrado, que pasada la guerra, con los excesos y barbaridades en ambos campos, cambia la espada por la pluma. Es el hombre que vincula esta región con la cultura occidental, en alianza con el  clero, como se acostumbraba en esos tiempos. El intentar rebajarlo, borrarlo de la historia o condenarlo a posteriori al cuarto de San Alejo, no conjuga con la realidad de sus hazañas. Sería como querer arrancar de las conciencias la religión cristiana o renegar de la cultura y el idioma. La historia escrita comienza con el fundador de Santa Fe de Bogotá y siglos después se empata con el arribo del Libertador.

Bienvenidos los honores al Libertador, que pueden hacerse desde todos los sectores políticos, pese a que sus ideas a partir del Manifiesto de Cartagena, son de estirpe contrarrevolucionaria y alimentan el ideario  de los bolivianos-conservadores, de los elementos de orden de los primeros tiempos de la República, que a partir del asesinato de Sucre y la muerte del gran hombre, sufrieron la persecución de Santander y sus secuaces en el poder.