Derrotar el homicidio | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Agosto de 2015

Seguir recuperando la confianza

El más bajo nivel en muchos años

Uno de los elementos que se usan internacionalmente para medir los niveles de confianza que existen en una sociedad se refiere al nivel de homicidios. Hay por supuesto otros como el debido pago de impuestos, el desenvolvimiento pacífico del núcleo familiar, las multas de tránsito y la cantidad de horas de esparcimiento.  No se trata, en tal sentido, de factores de productividad y competitividad económica, sino de la cantidad de cohesión y la solidaridad que permite un mayor progreso cultural y social. No es, tampoco, un rubro que permita señalar la calidad de vida. Es, como suele ocurrir en los países de mayor desarrollo, el índice de confianza que los ciudadanos tienen en su propia sociedad.

Colombia, un país caracterizado por la violencia y la baja aplicación de la ley, ha tenido tradicionalmente índices altísimos de desconfianza social. Si a ello se suma la tasa de homicidios, el rubro, particularmente en las últimas décadas, estaba completamente desbordado. De hecho, el país llegó a bordear los 30 mil homicidios al año a finales de la década de los 90’s, cuando al principio, a su vez, la lucha entre carteles y mafias había determinado un espiral de violencia sin precedentes. El mundo se acostumbró a decir que Colombia era el país más violento del mundo y con ese mote se ha venido quedando, sin que haya una debida pedagogía internacional, por parte de embajadores y agentes diplomáticos, lo mismo que las más altas instancias gubernamentales, para revertir esa situación.

En 2014, de acuerdo con el informe en esta semana de Medicina Legal, publicado en su revista Forensis, en Colombia se registraron 12.625 homicidios, lo que significa 1.052 al mes, alrededor  de 35 diarios y 1.4 cada hora. La cifra es a todas luces diferente a la de la década de los 90’s que rondaba los tres homicidios por hora.

De hecho la estadística de 2014 es la más baja de la década, puesto que en 2013 se reportaron 14.294 y en 2012, 15.727. Sigue siendo, claro está, una cifra excesivamente alta. Pero, en todo caso, una tasa de 26.49 homicidios por cada 100 mil habitantes  es una de las menores de toda la historia reciente. Incluso países como Venezuela han llegado a tener tasas de entre 52 y 55 homicidios por cada 100 mil habitantes. En la actualidad, su promedio es de 53.7. Lo mismo que Colombia está muy por debajo de los índices de varias naciones centroamericanas. La meta del gobierno, para 2018, es llegar a una tasa de 19 por cada 100 mil habitantes.

Para los efectos, Colombia debe ser más estricta en cuanto al porte de armas. En Bogotá, desde que se adoptó la política de un mayor monitoreo y patrullaje sobre ello en la ciudad, se mejoraron los índices. Aparte del conflicto armado, que responde a un 15 por ciento de los homicidios anuales, ellos también se producen por armas cortopunzantes y en la espiral de las riñas callejeras.  Igualmente ocurre, en ocasiones, con la violencia intrafamiliar. Esto implica que debe adoptarse una mayor cultura ciudadana, puesto que se sigue recurriendo a la agresividad, muchas veces preterintencional, para resolver los problemas comunitarios. De hecho, más del 80 por ciento de los homicidios ocurrieron en vía pública, vivienda y espacios al aire libre.

En todo caso, volver al monopolio de las armas por parte del Estado es la política pública de mayor importancia en el país si quiere presentarse a Colombia de modo diferente ante el mundo. De acuerdo con las estadísticas, bastante se ha avanzado en la materia, pero sigue siendo una mácula gigantesca frente a países como el Japón, donde estas circunstancias no llegan a 500. Es decir más o menos 0,3 por cada 100 mil habitantes.

La tasa de homicidio por cada 100 mil habitantes en Suramérica es de 20, mientras que en Centroamérica es de 41 y en Norteamérica es de alrededor de 10,2. En tanto, países como Italia, Dinamarca, Noruega, España y Suiza tienen índices inferiores a 1 por cada 100 mil habitantes.

Frente a ello los países con la mayor tasa de homicidios en el mundo son Honduras, Venezuela, Bélice, El Salvador y Guatemala.

Por su parte, los departamentos con más alta tasa de homicidio en el país son: Arauca, Antioquia, Valle, Putumayo, Quindío y Meta.

No sólo es necesario pues inhabilitar la mayor cantidad de armas posibles, como es la pretensión del proceso que se adelanta en La Habana con la entrega del armamento por parte de las Farc, sino igualmente producir los canales para evitar que las desavenencias sociales comunes se resuelvan de modo violento. Muchas veces una mera contravención, que es la riña en una tienda o un bar, termina escalando al nivel del homicidio por cuanto no hay una pedagogía insistente, por la televisión y por las redes, de que aquello es la máxima demostración de la carencia de civilización y civilidad.

A ello se suma que en proporción importante de los homicidios están acompañados por el combustible del alcohol, en lo que algo se ha avanzado. De hecho, Colombia es uno de los países de América Latina que no puntea en el consumo de licor, contrario a lo que pasaba hace unos años. Aun así, la tasa de homicidios se da particularmente entre jóvenes de 18 a 35 años, a veces incidido por lo anterior. Que el homicidio se concentre, desde hace décadas, en este sector de la población demuestra que allí pueden adelantarse muchas mayores campañas por la cultura ciudadana.

Paulatinamente Colombia viene recobrando la confianza, en un país de todas maneras signado por una violencia centenaria, para no irse más atrás. Seguir atacando el homicidio es, de todas maneras, una ruta indispensable a seguir para lograr índices por debajo del promedio latinoamericano.