Eclosión mexicana | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Junio de 2012

* La guerra de Calderón

** Democracia y gobernabilidad

 

Las elecciones en México atraen la atención mundial. El potencial económico del país sigue al del Brasil. Se trata de una nación que durante  gran parte del siglo XX estuvo gobernada por un partido único, el PRI, que  es una fuerza política  de características muy especiales, como heredero de la revolución mexicana, de corte ultranacionalista, anticlerical, que hizo una peculiar reforma agraria que favoreció a los caudillos regionales quienes apuntalaron con puño de hierro durante 70 larguísimos años su predomino en el poder. En lo interno el PRI mantuvo el control del manejo económico, en particular del petróleo y de  los sindicatos, de las altas finanzas y de las fuerzas represivas, al punto que una logia interna del partido decidía de manera vertical quien sería el próximo Presidente de México.

La implementación de políticas neoliberales a ultranza en los años noventa y los cambios promovidos por cuenta de Carlos Salinas de Gortari, formado en la Universidad de Harvard, signatario del TLC con Estados Unidos y Canadá, que al no ser negociado debidamente,  golpea el sector productivo, agrava la situación de los más pobres, en tanto que una cadena de privatizaciones ligadas a la corrupción generan nuevas grandes fortunas, escándalos en los que el gobierno se vio envuelto y que afectan fatalmente al PRI. Situación que con los años hace que se produzca el cambio de guardia al llegar al poder a principios de este siglo  Vicente Fox, del PAN.

La llegada de Fox al gobierno impulsa  un vigoroso proceso de cambio y de súbitos trastornos que han contribuido a modificar sustancialmente las posturas de los partidos más representativos del sistema y  la disputa política. Su sucesor del PAN, Felipe Calderón, llega al poder en reñida lucha con el izquierdista Andrés Manuel López Obrador. En esas elecciones interviene en favor del socialista  el comandante Hugo Chávez. Un fuerte movimiento de resistencia civil se organiza  y López Obrador no reconoce el triunfo del nuevo gobernante. El país se estaba volviendo ingobernable bajo la  protesta popular  permanente, hasta que por cansancio el socialista abandona las calles y se levantan los campamentos de sus seguidores en el Zócalo y las calles de la capital. Calderón, en un intento por alcanzar  la  unidad nacional, se lanza a una ofensiva súbita contra los carteles de la droga que convierte algunas regiones en zonas de guerra con miles de muertos y heridos. En un intento por ayudar a descubrir las bandas criminales la CIA en una misteriosa misión  le entrega 2.000 armas de alto poder a un oscuro grupo de narcos, quienes, a su vez, las comercializan en México.  La penetración de los delincuentes en las fuerzas policiales y de seguridad se agrava por estos días en donde efectivos de la policía se batieron entre ellos en el aeropuerto de Ciudad de México, en tanto la población se resiente por la crisis que aumenta en la medida que su poderoso vecino no se recupera del todo de la crisis.

No es de sorprender en tales circunstancias que el PRI renazca de sus cenizas, con un candidato joven, con aspecto de galán de telenovela rosa, que promete devolver el sosiego a la población y mejorar la situación social de las masas. Se trata de Enrique Peña Nieto, un exgobernador, que mostró notable habilidad para entenderse con los empresarios y satisfacer los anhelos de los sectores populares, que no se cansa de repetir que no cometerá los errores de su partido en el pasado y que protegerá los fondos públicos de los buitres de la política. En la última encuesta conocida aparece por encima de López Obrador con un 15% de ventaja, quien a su vez toma distancia de cinco puntos a  la candidata del PAN, josefina Vásquez Mota, que ha demostrado ser una mujer capaz, voluntariosa y decidida, que no consigue quitarse la lápida del continuismo, que ha tenido un peso asfixiante en la campaña. El país se polarizó, entre dos candidatos que se esfuerzan por rivalizar en moderación, ecuanimidad y manejar la opinión con consignas, eufemismos y medias tintas. Los aspirantes a gobernar se disfrazaron de ovejas. Pese a lo cual existen fundadas sospechas en torno de la posibilidad de que López Obrador desconozca los resultados de serle desfavorables. Por lo cual el apoyo de  antiguos miembros del PAN, incluso del expresidente Fox y de otras fuerzas políticas a Enrique Peña  Nieto, como de las Fuerzas Armadas, facilita un acuerdo por la estabilidad democrática y la gobernabilidad