Una pérdida sistemática de valor y rentabilidad. Esa puede ser la principal conclusión del informe de desempeño en el tercer trimestre de este año del grupo empresarial Ecopetrol, la mayor compañía estatal colombiana.
Más allá de las interpretaciones optimistas del presidente del consorcio, Ricardo Roa, las cifras, frías y objetivas, señalan que las ganancias de la empresa cayeron 28,3% entre julio y septiembre, cuando llegaron a 3,6 billones de pesos, lejos de los 5 billones que había logrado en el mismo lapso de 2023.
Esas mismas cifras advierten que en los primeros nueve meses de 2024 las utilidades llegaron a 11 billones de pesos, lo que significó una reducción de 25,6% frente a similar periodo del año pasado.
El mal desempeño no es una situación aislada. Ya en el primer trimestre las ganancias habían retrocedido más del 30% y en el segundo la descolgada fue de 17,4%. De hecho, los balances del primer semestre de Ecopetrol este 2024 fueron inferiores a los de 2022 y 2023.
Visto lo anterior, resulta complicado de entender que, para Roa, lo más importante termine siendo que, a septiembre pasado, los resultados operacionales continúen en “niveles históricos”, ya que se habría alcanzado el “tercer mejor resultado en Ebitda e ingresos y la segunda mayor inversión en hidrocarburos de los últimos años”.
Es claro que la estatal petrolera, como toda la industria minero-energética mundial, se ha visto golpeada por la volatilidad en la cotización internacional del crudo, los altibajos cambiarios, así como por la inestabilidad de la oferta y la demanda. Fenómenos causados, principalmente, por las difíciles coyunturas económicas y geopolíticas de los últimos meses, en especial por el conflicto bélico en Oriente Medio, los coletazos de la prolongación de la guerra ruso-ucraniana, así como el impacto de las sequías extremas y crisis invernales en distintas partes del planeta.
Sin embargo, hay muchas circunstancias internas que pesan de forma significativa en la baja de rentabilidad y pérdida de valor de Ecopetrol. De un lado, las propias calificadoras de riesgo de inversión han advertido que en el mal desempeño de la compañía pesan tanto los citados elementos exógenos como los lesivos efectos de la interferencia de la controvertida política minero-energética oficialista en las operaciones, negocios y gobernanza de la empresa. Una política que, pese a que este sector aporta la mayor cantidad de divisas, impuestos y transferencias monetarias al fisco, se enfoca en el marchitamiento del rubro de los combustibles fósiles, incluyendo el veto a la firma de nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo, gas y carbón.
De hecho, precisamente en este tercer trimestre se dio un ejemplo patente de esa polémica postura, luego de que la estatal reversara, por instrucciones del Ejecutivo, las tratativas para adquirir la empresa estadounidense CrownRock, una transacción estratégica a todas luces rentable y clave para aumentar las reservas. Primó el argumento de que este Gobierno no está de acuerdo con el fracking como método no convencional de extracción de hidrocarburos. Paradójicamente, si se revisan los resultados operacionales dados a conocer ayer, se evidencia que una porción importante de las utilidades proviene de las operaciones aún vigentes de Ecopetrol en asocio con la multinacional OXY en Estados Unidos, aplicando, precisamente, la modalidad de fraccionamiento hidráulico.
Por otra parte, resultaría por demás ingenuo negar que el flanco reputacional de la empresa se haya visto afectado por el procesamiento de Roa debido a la presunta financiación ilegal de la campaña Petro-2022, de la cual fue gerente. También han generado inquietud las denuncias sobre actuaciones irregulares en negociaciones del sector eléctrico en que estaría involucrado, supuestamente, la pareja sentimental del alto Ejecutivo. Y a ello se suma la renuncia de dos de los más experimentados integrantes de la Junta Directiva por sus desacuerdos sobre el manejo y rumbo de la estatal…
Todo lo anterior, ha implicado una afectación innegable a la compañía. De hecho, esta semana la acción de la estatal siguió cayendo, llegando a cotizaciones que no se veían desde las épocas más fuertes de la crisis pandémica. En lo corrido de este año, el título ha retrocedido en los mercados bursátiles local y de Nueva York casi un 30%.
Lo más grave vendrá en algunos meses, no solo porque los dividendos para los accionistas minoritarios de Ecopetrol serán mucho menores a los de años atrás, sino porque las transferencias presupuestales directas a la Nación también disminuirán, agravando la ya de por sí drástica crisis fiscal de un gobierno que, pese a todas las advertencias, parece empeñado en marchitar su activo empresarial más rentable. Absolutamente inexplicable.