El acuerdo con Irán | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Noviembre de 2013

*Gana la diplomacia internacional

*Se silencian los tambores de guerra

Los  medios de comunicación del planeta divulgan por los diversos ámbitos las noticias sobre el acuerdo de las potencias con Irán, por medio del cual se considera que ese país petrolero que cuenta con profesionales y científicos capaces, limite sus pruebas de enriquecimiento de uranio a los topes que se estiman normales para el desarrollo pacífico. Desde que se iniciaron los primeros esfuerzos para  usar la energía nuclear con fines militares, por lo que durante la II Guerra Mundial se bombardearon las instalaciones que con tal fin había instalado en el norte de Europa Alemania, el tema del poderío nuclear ha sido un asunto que las potencias han tratado de monopolizar, quizá por temor a que algunos países intenten aventuras bélicas que podrían poner en peligro la existencia de sus vecinos y provocar una guerra atroz. En cierta medida, Stalin desencadena la guerra fría en cuanto estaba al tanto de que Churchill les había propuesto a los jerarcas de los Estados Unidos bombardear a Rusia, en cuanto no se hacía la menor ilusión sobre las intenciones expansionistas de Moscú. Así como tampoco comulgó con el optimismo de Franklin D. Roosevelt, cuando en el curso de las negociaciones diplomáticas con Stalin y Molotov, entregó Europa oriental a los soviéticos.

Hace apenas unos días el presidente Barack Obama sostuvo reuniones de emergencia en la Casa Blanca, con los jerarcas militares y sus más expertos diplomáticos, desde la campaña por la reelección al pasar por Israel, se afirmó entonces de manera pública, que  frente a la posibilidad de un choque militar entre Israel e Irán, su país  apoyaría a Israel. Esa promesa de campaña tenía que  ver con la necesidad de ganar el apoyo de la poderosa comunidad del pueblo bíblico en Nueva York y en las altas finanzas. Por tal razón abandonó el discurso que en el pasado había ensayado para propiciar la armonía, la convivencia y la paz entre árabes y judíos, que determinó que le diesen el Premio Nobel de la Paz. Quizá, por cuanto entendían que al apostar  a la equidistancia entre los antagonistas del Medio Oriente, modificaba la política de Estados Unidos y posibilitaba esperanzas de una paz negociada.

El cambio de Washington, por razones de política interna y externa, condujo a Obama a lo que parecía un callejón sin salida, que era intentar una acción punitiva contra Irán en alianza con el Reino Unido y Francia, para bombardear los lugares en los cuales los servicios secretos de esos países consideran que los científicos iraníes realizan sus investigaciones y el enriquecimiento del uranio. Los tambores de guerra se silencian. Como dijimos entonces el anuncio del primer ministro David Camerón de no ir a la guerra desaprobada por el Parlamento en Londres, la crisis interna de Francia, como la morosidad de Obama de llevar la decisión de apelar a las armas al Congreso, permitieron que Vladimir Putin intentara una solución pacífica. Eso es lo que se concretó  ayer en Ginebra, un acuerdo con Irán y lo respaldaron seis poderosas naciones con las que febrilmente y de manera discreta se negoció. Para la gran mayoría de estadistas europeos, de diplomáticos y de gentes del común, produjo alivio saber que no serán las bombas las que dirimirían la relación de poder en el Medio Oriente, sino la inteligencia.

No todos están contentos, los halcones preferían una solución militar, a pesar de que las “soluciones” militares y el derrocamiento de los caudillos y dictadores en la zona, lo que ha producido es más guerra, más muertes, heridos, destrucción y miseria, sin que la famosa democracia que se pretendía trasplantar como planta exótica a esa región prosperara. La visión de horror y muerte, de ruinas y cadáveres en descomposición en Irak, en Libia, en Siria, en el mismo Líbano, en Palestina y otros países, estuvo presente como factor activo y no como un fantasma en las negociaciones. Esa cruda y dolorosa realidad consiguió superar, por ahora,  las reservas de Israel y Arabia Saudí.  

Se trata de un gran logro diplomático que requiere de un proceso en el cual se deben limar asperezas y superar enormes problemas y desafíos, por lo cual las negociaciones y la vigilancia entre las partes se mantienen activas, lo mismo que el diálogo. Celebramos y hacemos votos para alentar la solución pacifica con Irán, que es un gran país y que como tantos otros, incluida Colombia, tenemos el derecho de avanzar en materia tecnológica y de usar el uranio con fines pacíficos.