El futuro de Bogotá | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Marzo de 2014

*Drama de la movilidad

*Cultura ciudadana y urbanismo

A  pesar de las disensiones, discrepancias de criterio, antagonismos políticos, la caída del civismo, parroquialismo, contradicciones de toda índole y los escándalos que ha sufrido la administración distrital en Bogotá se da una coincidencia en todos los sectores en señalar que la capital de la República atraviesa por uno de sus peores momentos y retrocede en varios de los renglones en los que antes se había destacado, por lo que merece una mejor suerte. La movilidad se ha convertido en un dolor de cabeza para la población, incluso para aquellos que se mueven en Transmilenio,  puesto que en la medida que se fomenta el número de autobuses en un sistema externo que se mueve en la superficie de las calles y debe parar en los semáforos y paraderos tiende a que aumenten los retrasos para abordar el transporte, lo que suele suscitar frecuentes protestas, dado que lo que ganan las personas en cuanto al tiempo que gastan en movilidad lo pierden en las paradas. Además, al aumentar el número de vehículos tiende a colapsar el sistema. Fuera de eso se emplea una movilidad primitiva para recoger los pasajeros, cuando debían construirse centros de distribución de estos a distintas rutas y destinos lo que agilizaría la movilidad.

El mayor perjuicio, quizá, lo sufren los comerciantes y los que tienen que abastecer a la ciudad, que están obligados a cruzar las vías que atraviesan de un extremo a otro la ciudad en medio de los trancones, por falta de una vía circunvalar de alta velocidad que permita el acceso de los vehículos por diferentes rutas en lugares estratégicos. Eso afecta la movilidad y el bolsillo de los colombianos. Casi todos los grandes urbanistas del mundo coinciden en señalar que es absurdo que las pocas vías importantes que tenemos se congestionen de continuo por los largos recorridos que se podrían evitar. Asunto que compete no solo a los que transportan las mercancías de los comerciantes, sino a los industriales grandes y pequeños, lo mismo que a los particulares en general. Bogotá no se puede quedar atrás de las grandes ciudades del mundo que tienen diversos  sistemas de movilidad. Lo mismo en materia de reparcheo de las vías que se encuentran en estado deplorable y se convierten en una serie de obstáculos que terminan por averiar los vehículos y retardar la movilidad, quitándole horas de trabajo y descanso a la población.

El metro ha sido viejo anhelo de los colombianos desde cuando las grandes ciudades del mundo inauguraron a principios del siglo pasado ese sistema de transporte en Europa y en los Estados Unidos. Desde entonces los esfuerzos por construir el metro han sido vanos, unas veces por falta de recursos y otras por carencia de voluntad política. En alguna oportunidad empresarios japoneses ofrecieron construir el metro por su cuenta por un sistema sencillo que se ha empleado en otros países y es que ellos recuperaban su inversión después de un tiempo pactado con el Estado colombiano en el que usufructuaban los beneficios, para, posteriormente, entregarlo a la ciudad como propietaria del mismo. Entre los mayores enemigos del metro se encuentran los transportadores dados a recorrer de punta a punta la ciudad gastando combustible y forzando los vehículos a diario, cuando con el metro podrían tener rutas más cortas ligadas a los lugares donde se distribuyen los pasajeros en ese transporte. Lo que les permitiría a los propietarios de autobuses ganar lo mismo o más en trayectos más cortos y tener los vehículos en mejor estado con lo que le prestarían un mejor servicio a la comunidad.

Sobre los taxis y la inseguridad que sufre la comunidad cuando en cualquier esquina se monta en uno de estos, de los cuales por excepción, algunos son conducidos por delincuentes organizados en pandillas, que practican el secuestro exprés, la extorsión y la violencia contra indefensos pasajeros, incluso, causándoles en ocasiones la muerte, se debe hacer una reforma sustancial. Ese servicio se debe prestar de forma organizada, deben concentrase en zonas fijas, para acudir cuando los llaman por teléfono y en ningún caso ser abordados desordenadamente en las calles. Hoy cuando casi todas las gentes tienen móvil o un teléfono a la mano, si se distribuyen bien los taxis en zonas cuidadosamente estudiadas de la ciudad se podría optimizar el servicio al público.

El tema de la movilidad abarca diversos aspectos, en lo fundamental es determinante para contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas. Habrá que construir nuevas vías y túneles, desembotellar zonas clave, construir más puentes o cruces subterráneos. En fin, se debe organizar a los motorizados para proteger sus vidas y evitar los constantes accidentes que sufren, así como estimular y racionalizar el uso de la bicicleta.

Y sobre todas las cosas proteger a los transeúntes que suelen ser arrollados por bicicletas y motos cuando caminan por las calzadas. Estas grandes reformas debieran darle un vuelco a la ciudad y ponerla a la vanguardia de los centros urbanos mundiales, puesto que Bogotá si planifica y utiliza bien los recursos parece destinada a convertirse en una de las megaurbes más atractivas y prósperas de la región, en tanto las grandes mayorías cívicas logremos sacarla de la frustración y la anarquía  que dejan los malos administradores y politiqueros.