El metro para Bogotá | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Noviembre de 2013

*Desgano ejecutivo y corrupción

*Faltan visionarios y ejecutores

En las ciudades de Occidente en las cuales sus dirigentes han tenido visión  de los problemas de la movilidad y el transporte urbano, en particular por efectos de la industrialización, las mejoras en la calidad de vida de los más y el invento de numerosos antibióticos y medicamentos que prolongaron la existencia del hombre, se pensó en la futura congestión de las calles y la alternativa y bondades del transporte subterráneo.  Le corresponde a Londres, pionera en desarrollo industrial, desarrollar el primer sistema de transporte masivo subterráneo, cuando se construyó en los años de 1830 la línea del "New Road" (actualmente Farringdon Street), se  trataba de un tren de pasajeros suburbano que llegaba hasta el Támesis, a poca distancia de la catedral de San Pablo. El metro de Nueva York es una de las obras de ingeniería más innovadoras de la época, y cubre enormes distancias y es muy popular, data de 1885, se convirtió en modelo para otros países. Le sigue el metro de París, que se constituyó en uno de los mayores atractivos de su tiempo de la Ciudad Luz, como ferrocarril metropolitano, que se inaugura en 1900, con el siglo XX. En Hispanoamérica el primer metro se dio al servicio en Buenos Aires, en 1913, cuando la capital argentina se transforma en la metrópoli más avanzada de la región.

Para casi todos los países civilizados el metro se convirtió en una necesidad, no solamente para evitar las largas colas del transporte masivo, sino para complementar el transporte urbano y facilitar la movilidad. El metro es esencial para hacer la vida más grata y cómoda en las ciudades. Estudios de sociología aplicada muestran cómo en algunas urbes la posibilidad de llegar más rápido al trabajo y el hogar, la Universidad o el colegio, por medio del transporte subterráneo  le permite disponer de más tiempo a la sociedad. En particular, ese sistema alivia la tensión del transporte por las calles de las urbes, cada vez más congestionadas. Los grandes ejecutores urbanos no se conforman con hacer las obras de  ingeniería que requiere el metro, se complementa con diversos procedimientos y vías para facilitar el desplazamiento de seres humanos y carga. Por lo general, se trazan vías o autopistas circunvalares, para que los autos no tengan que atravesar las ciudades en medio de largas filas dentro de la ciudad, sino que por vías que van en torno de la circunvalar pueden acceder a la zona que les interesa sin atravesar la metrópoli de extremo a extremo. Se excavan avenidas subterráneas apenas a unos metros de la superficie para que los autos se movilicen a mayor velocidad o descongestionar determinadas áreas. Se aprovecha el espacio para el metro  elevado, así como para las autopistas que van por encima de otras, de la misma manera que se multiplican los túneles.

Por desgracia, en Bogotá las autoridades locales y el Gobierno nacional, varias veces han barruntado la posibilidad de hacer el metro y avanzar con otros sistemas de transporte, sin que esas ideas progresen por la falta de verdaderos ejecutores al frente de la administración de la capital, la miopía de algunos políticos y el grado de corrupción que es un obstáculo casi invencible, pues las coimas no alcanzan para llenar sus alforjas. Juega, negativamente, el papel de la oposición que se confunde con el de no dejar hacer ni construir las obras que la ciudad necesita. Lo peor es que tuvimos tranvías eficientes, administrados por estadounidenses y los  incendiaron, así como dejaron colapsar los ferrocarriles que movilizaban pasajeros a Bogotá y de aquí a la provincia.

Pareciera que el alcalde Gustavo Petro, el Gobierno nacional a cargo de Juan Manuel Santos, avanzan para que se inicie la construcción del metro. Los estudios de suelos, las investigaciones in sito, los trabajos de los geólogos consideran que es posible cavar en un suelo peculiar que corresponde a una depresión lacustre, donde el agua debe ser manejada o contenida, al estilo de Ciudad de México. La tecnología actual permite en zonas como la nuestra sacar la tierra y construir los túneles, las vías y las estaciones que brinden seguridad y movilidad. Ya se tienen las coordenadas de las estaciones, según el potencial de movilidad y de servicio.

Bogotá es una de las ciudades del mundo que viene retrocediendo en vías y movilidad, muchas de las que existen están en franco deterioro y las nuevas que se han construido no tienen la calidad para resistir el peso de los vehículos, por cuenta de los famosos contratos amañados. La calidad de vida retrocede cuando los ciudadanos desperdician tiempo precioso en los vehículos, se pierden horas de trabajo y producción, estudio y creatividad. Si prospera la iniciativa, los visionarios y planificadores deben pensar en otros modelos de transporte para Bogotá, sin cometer errores como el de gastar millones de dólares en ampliar el aeropuerto a sabiendas de que aumentará el tráfico en sus zonas encajonadas de acceso y que en apenas un par de años se quedará corto para las necesidades de la urbe.