* Reducción del tamaño del Estado
* Incentivar la producción y cero déficit
Todos los indicadores y apuestas electorales sobre las elecciones generales que se realizarán en España el próximo domingo dan por descontado el triunfo de Mariano Rajoy; el Partido Popular avanza en casi todas las regiones y se propone conseguir una abrumadora mayoría. Las propuestas de Rajoy se condensan en 10 compromisos: 1. Privatizar o cerrar la mayoría de 4.000 entes y empresas públicas, eliminar asesores. Privatizar las televisiones autonómicas. Déficit cero, techo de gasto autonómico. Unidad de mercado vía armonización de regulaciones autonómicas. Cierre de “embajadas” autonómicas y defensores del pueblo. Bajar el IVA del sector turístico. Bajar impuesto de sociedades a las Pymes y cotizaciones sociales a trabajadores jóvenes. Volver a implantar la desgravación de la compra de vivienda. Alargar la vida de las plantas nucleares. Contrato de integración de inmigrantes.
Como se ve de lo que se trata en primer lugar es de reducir el tamaño del Estado. Lo que en apariencia suena raro a los oídos de los que se aferran a mantener las cosas como están y se resisten a enfrentar la crisis. Precisamente esto fue lo que no se atrevió a hacer Rodríguez Zapatero, que prefirió seguir manteniendo e incluso aumentar el gasto del Estado, con el criterio de que la crisis económica europea era pasajera y que el turismo internacional bastaba para que España se volviese a recuperar a corto plazo. No fue así, en tanto las economías vecinas se descomponían el Gobierno español prefirió seguir el tortuoso camino de la demagogia y de mantener con salarios altos a funcionarios públicos con la exclusiva finalidad de protegerse electoralmente, sin darse cuenta de que la miopía de no entender el momento político nacional e internacional lo conducía a una catástrofe. Por eso, este primer punto de Rajoy ha sido clave en su campaña bajo el compromiso de redimensionar un Estado más eficaz. Lo que no tendría sentido si se mantienen las sinecuras que en los entes estatales desangran las finanzas públicas, por tanto es vital abolir por lo menos 4.000 entes y empresas públicas improductivas y que han sido presa fácil de la corrupción. Se puede decir que ese es el núcleo principal de sus propuestas, que les suenan a los españoles en el sentido de que confían plenamente en la palabra de Rajoy, un hombre de carácter que dice lo que piensa y cumple, un político que alcanzó a denunciar a tiempo el descalabro por el que se deslizaba la economía española, al que los socialistas estigmatizaron y a quien el tiempo, por desgracia, un tanto tardíamente le da la razón.
La tesis de llevar el déficit a cero ha sido aplaudida incluso por algunos de sus más recalcitrantes malquerientes, en momentos en los cuales la calificación de riesgo de España es cada día peor y el Gobierno socialista se prepara a entregar un legado que recibió de Aznar con la economía en ascenso y las arcas llenas de recursos, casi en quiebra. Apenas ayer con la prima de riesgo en 460 puntos, la peor desde cuando el país entró en la órbita del euro, detrás de Italia. La rebaja de algunos impuestos y del IVA intenta, junto con la reducción del tamaño del Estado, liberar fondos para incentivar la inversión y la producción, sin los cuales España no podría salir del estancamiento y la ruina en que la deja el populismo y el mal manejo de la economía de su antecesor.
Es de notar que Rajoy intenta por todos los medios explicar a los españoles que lo siguen y que esperan de él milagros, que no es un taumaturgo, pero que como hombre de Estado está dispuesto a hacer todo lo que esté a su alcance por devolverle el prestigio y la dignidad a su país. En esto es enfático; él sostiene que “España no puede seguir en la postración y debe recuperar su vocación de destino”. “España no puede seguir arrastrándose más por el suelo”. El vigor y el sentimiento con el cual expresa su dolor por su tierra conmueven a los españoles que anuncian públicamente que votarán por el cambio que él encarna y la voluntad superior de sacar del bache al país.
Las posibilidades que tiene Rajoy de cumplir su programa son grandes, a sabiendas de que el país se encuentra zarandeado por la crisis europea y que la tarea que le espera es ciclópea, al mismo tiempo que su credibilidad y carisma le permiten exigir de su pueblo el máximo para recuperar el lugar que merece por su trabajo y talento en el mundo.