EU: inmigración, el tema | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Agosto de 2015

Continúa feroz campaña republicana

Ecos del primer debate televisivo

 

Donald Trump volvió a salirse con la suya en el primer debate entre los precandidatos republicanos. Básicamente no sólo porque se mantuvo en su idea de llamar la atención y polarizar, sino porque dijo que en caso de no triunfar en la consulta de ese partido, estaría en disposición de presentar una candidatura independiente.

Con ello, Trump parece romper todas las reglas del juego. En efecto, el Partido Republicano tiene un abanico de precandidatos que van desde los radicales hasta los conservadores libertarios. La idea es que, cumplido el evento electoral para seleccionar candidato único, todos vayan unidos en el mismo propósito de derrotar a los demócratas. Hasta el momento, la figura preponderante en ese partido es Hillary Clinton, pero aún no está descartado que también se presente el vicepresidente Joseph Biden.

El Partido Republicano, ciertamente, viene sufriendo una aguda división desde que en éste se configuró la tendencia del Tea Party. Se trata, como se sabe, de una tendencia conservadora radical que surgió consistentemente. Frente a ello, los denominados conservadores-liberales del Partido Republicano han, sin embargo, tomado los puestos preeminentes del Congreso, siendo ellos, por lo demás, los de mayor antigüedad y prestigio. La escalada de Trump en los sondeos, bajo la ola del radicalismo contra los inmigrantes ilegales y comentarios descalificadores contra las mujeres, pareciera una estrategia para ocupar de nuevo ese espacio extremista. Pero lo que no había dicho hasta ahora, era, como se dijo, que estaba en disposición de irse del Partido y postularse independientemente.

Si esto es así, pues los republicanos ya saben a qué atenerse. La idea de Trump es: o soy yo o soy yo. De modo que no está dispuesto a someterse al veredicto de las urnas y esperar a que la campaña se decante. Ante su histerismo y su táctica polarizante, en cambio, la figura de Jeb Bush se vio ciertamente mucho más presidenciable, sensata y equilibrada.

Sea lo que sea, la irrupción de Trump ha determinado que el epicentro de la campaña por la Presidencia de los Estados Unidos sean los inmigrantes. Es decir, no los documentados, sino aquellos que en una cifra importante viven en el país sin papeles ni formalización. La xenofobia contra los latinos parece hacer curso y al menos todos los precandidatos republicanos se comprometieron a políticas fuertes en la materia.

Hace varias décadas los latinos en los Estados Unidos tenían mejor recibo que los afrodescendientes, a quienes dejaban los peores trabajos y los mantenían en la segregación. De entonces a hoy es mucha el agua que ha corrido bajo el puente, hasta el punto, precisamente, no sólo de que haya un Presidente norteamericano de este origen, sino de que además goza de popularidad. Durante el lapso, los afrodescendientes supieron educarse, trabajar arduamente y si bien todavía las cárceles están repletas de personas de este origen, lo cierto es que han superado a los latinos en el escalafón estadounidense. Cosa que no se hubiera presupuestado, para nada, hace cinco décadas, cuando Martin Luther King emitió su discurso de que tenía el sueño de que algún día los Estados Unidos fueran tierra promisoria para ellos.

La idea de Trump de establecer un muro en toda la frontera entre México y Estados Unidos, como en su momento el muro de Berlín, ha tenido increíblemente recibo. Su discurso de que es intolerable que China pueda acercarse a los norteamericanos ha calado igualmente. El mensaje a eso que se llama los Estados Unidos profundos, es decir, quienes edificaron al país a partir de ser inmigrantes europeos,  viene en ascenso. La inmigración que antes era un tema de campaña, pero marginal dentro de ella, está ocupando los primeros lugares, si no el primero.

Viene, a no dudarlo, una campaña feroz en el Partido Republicano. Y en ella, cada vez más, se oirá la palabra latino.