FMI y BM, un paso al frente | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Abril de 2023

* Menos pronósticos y un plan de choque viable

* Intereses, desaceleración y crisis de la deuda  

 

Una hoja de ruta real y viable. Eso es lo que se espera salga de las Reuniones de Primavera de este año entre los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo Banco Mundial (BM), que comenzaron ayer en Washington y terminarán el próximo domingo.

Es evidente que el momentum económico es delicado. Hay alertas en varios flancos. De un lado, el aumento de las tasas de interés y la desaceleración del crecimiento mundial (el promedio estaría entre 2,5% y 3%) están sumiendo a una cantidad cada vez mayor de países en una crisis de endeudamiento, sobre todo en el nivel público, en donde se registran hoy los índices más altos de los últimos 50 años. A ello se suma que el pico inflacionario que marcó gran parte de 2022 no ha cedido en la velocidad ni proporción que se pronosticaba a comienzos de este año. En ese orden de ideas, cada vez hay más dudas sobre la estrategia global de muchos bancos centrales de subir sus tasas de interés como fórmula para desincentivar el consumo de los hogares y enfriar el sistema productivo, obligando a muchas familias a apretarse el cinturón, dificultando así una reducción más efectiva del desempleo y de los índices de pobreza y pobreza extrema que se dispararon por la pandemia.

En medio de un escenario tan convulso la prolongación de la Guerra en Ucrania -que va para quince meses- sigue impactando los mercados energéticos y de hidrocarburos, al tiempo que algunas tensiones geopolíticas alimentan un clima permanente de incertidumbre global. Todo ello ha creado una especie de ‘tormenta perfecta’ en la que la amenaza recesiva sigue vigente, los altibajos cambiarios obligan a los flujos de inversión a apostar por mercados y activos más seguros como el oro, en tanto que crisis de nueva data, como el colapso de algunos bancos en Estados Unidos y Europa, disparan el nerviosismo y han desacelerado, cuando no frenado, la tendencia de recuperación -marcadamente desigual- que traían muchas economías nacionales tras la crisis sanitaria, económica, fiscal y social derivada del covid-19.

De las declaraciones de los titulares e informes del FMI y el Banco Mundial quedan claras tres circunstancias. La primera, que urge una línea de acción más concreta y asequible para que muchos países puedan poner la casa en orden, esquivar a tiempo una crisis en la deuda y contener el incremento de los déficits fiscales en medio de la que ya apunta a ser la década de más pobre crecimiento en 40 años. La segunda, que una gran cantidad de naciones no ha podido aplicar un efectivo modelo de estabilidad fiscal porque sigue destinando ingentes presupuestos a la población más vulnerable, lo que incrementa las obligaciones financieras, incluso en un escenario global en donde la prevención y desconfianza de la banca multilateral y la privada es cada día mayor. Y, por último pero no menos importante, que se requiere mayor audacia de los bancos centrales para seguir aplicando medidas contracíclicas que combatan la inflación sin que ello signifique, necesaria y obligatoriamente, enfriar los aparatos productivos de forma drástica.

¿Qué hacer? A mediano y largo plazos, claramente, se requiere una reforma de la arquitectura financiera mundial. Sin embargo, el desafío son las medidas para el aquí y ahora. Se plantea, por ejemplo, que los socios poderosos del FMI y el Banco Mundial aporten más capital para aumentar los flujos de recursos hacia las naciones con mayores necesidades de financiamiento. También que las grandes potencias hagan efectivos sus compromisos de apoyo monetario a las economías pobres y emergentes, sobre todo en materia de combate al cambio climático o la superación de las desigualdades. Igualmente se recomienda implementar mecanismos de emergencia para apoyar a los bancos centrales en su estrategia antiinflacionaria, proyectar planes de contingencia ante el riesgo de una fragmentación geoeconómica o el cambio de rumbo drástico de la inversión extranjera directa. No menos crucial es el respaldo a las políticas de generación de empleo, reconversión productiva sostenible y modelos de renegociación favorable de la deuda externa en materia de plazos y tasas potables…

Pero que exista ese amplio menú de medidas posibles no significa, necesariamente, que se vayan a aplicar. Es ahí en donde lo que el planeta espera de estas Reuniones de Primavera del FMI y el BM es que salga una hoja de ruta realista y viable, con compromisos financieros tangibles y de corto plazo. Una economía global rumbo a la descolgada más grave en cuarenta años, la ‘bomba de tiempo’ de la deuda en muchos países, el indomable pico inflacionario y las tasas de interés en niveles récord, exigen de la banca multilateral menos pronósticos y más acción.