Guerra al terrorismo | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Mayo de 2013

*El pueblo inglés apoya la autoridad

*Falta más solidaridad con los soldados

 

En  la medida que la población mundial crece, y se facilitan los movimientos de las gentes por el orbe, se multiplican los problemas por cuenta de las diferencias políticas, raciales, religiosas y conceptuales de todo tipo. Las personas que viajan de un lugar a otro, avanzan con sus costumbres, prejuicios e ideas. Es común que se les dificulte adaptarse al medio en países de tradiciones y credos diferentes, lo mismo que sufran la persecución o las molestias de los sectores ultranacionalistas hostiles. La población extranjera desamparada, empujada por la necesidad se establece en los barrios marginales, en donde se forman guetos, en los cuales se comparten las desgracias, el hambre, el rencor y, de improviso, las ilusiones. Esos lugares se convierten en centro de explotación de los indocumentados, de proxenetas abusivos, de vendedores de drogas, de toda clase de vicios y delitos. Los que caen allí con sus familias se ven a diario a prueba para buscar el sustento de sus hijos cuando carecen de empleo, por lo que deben realizar trabajos duros y recibir salarios de miseria. Con el tiempo y las sucesivas frustraciones de quienes esperaban llegar al paraíso y se encuentran con pruebas infernales por las que pasan casi a diario, así como con la desintegración de la familia, sufren una suerte de mutación y la admiración por el país al que llegan en busca de fortuna se transforma en odio visceral. Algunos reprimen su desencanto y se reconcilian con la vida, mientras otros transmiten su rabia a los hijos. Los que terminan asociados a bandas terroristas o criminales. Es la historia a la inversa de aquellos pocos  que por su talento consiguen el éxito en el extranjero.

En cierta forma, los jóvenes chechenos que organizan y consuman el atentado en Boston contra un grupo de deportistas que participaba de una marcha son de esa estirpe, así como los que ejecutan al soldado Lee Rigby, de 25 años en Londres. En ambos casos, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, la reacción de las autoridades es casi inmediata y lo primero que se plantea es no negociar con los terroristas. Por experiencia de tiempos antiguos entienden que de entrar en acuerdos con terroristas suele alentar a otros a cometer nuevos atentados. Lo mismo que si perdonan los actos bárbaros, los energúmenos consideran que la sociedad y el Estado son débiles, por lo cual se van a repetir los desafíos. Así que los gobiernos resuelven mantener una actitud firme e implacable contra los autores de los atentados, sin importar de cual tendencia política puedan ser o sus motivaciones.

La acción de la policía inglesa ha resultado de gran dureza y eficacia, dos de los cómplices del atentado fueron capturados y han sido interrogados e investigadas sus relaciones y contactos. Un video captó el momento en el cual los policías dispararon contra los terroristas y resultaron heridos. Están recluidos en hospitales y se hacen esfuerzos para mantenerlos con vida, con la finalidad de conocer quiénes son sus cómplices. Se adelanta que podrán ser islamistas que emigraron y están hastiados de la intervención europea en sus países, de los bombardeos y ataques, por lo que decidieron atentar contra el soldado del país donde se refugiaron. Son especulaciones que se repiten en los medios de comunicación.

Estos suelen ser actos aislados de elementos desesperados, que se suelen controlar por las autoridades, lo grave es cuando se conforman grupos terroristas de mayor entidad y urden ataques como el que sacudió en su momento a las torres gemelas en Nueva York. Por lo mismo, explicó el jefe de la Policía de Londres, no descartan ninguna posibilidad e intentan desempolvar los pasos de los terroristas para poder actuar a tiempo, desarticular la banda y evitar que sigan matando soldados por la espalda.

La población londinense apoya la acción policial, entiende que no solamente les corresponde ser solidarios con el soldado asesinado, también con las autoridades que investigan el asesinato. En estos casos el civismo espontáneo de la sociedad es de las mejores contribuciones y un valioso apoyo para perseguir y encontrar a los delincuentes. Contrasta la solidaridad de la población del Reino Unido, con la insolidaridad colombiana que ni se mosquea con la muerte de 10 soldados en el feroz ataque por sorpresa en Norte de Santander. En casos como estos los medios deberían unirse para protestar y exigir que se encuentre y castigue a los culpables, como lo ordenó el presidente Juan Manuel Santos a las Fuerzas Armadas. ¿Cuándo será que nuestro pueblo, que le debe tanto a las Fuerzas Armadas, que sabe que sin su sacrificio y la defensa insomne del orden, el país habría caído en las garras de los aventureros que pretenden capturar por la fuerza el poder, saldrá a caminar por las calles de Colombia en respaldo de los soldados caídos en combate?