¿Guerra o paz? | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Enero de 2014

* Postulados conservadores

* El jus belli

LA principal pregunta que debe hacerse lo conservador, más allá de la organización y de los  matices partidistas, como de los personalismos ocasionales y la lucha interna irracional, es cuál puede y debe ser su aporte a la solución de los problemas nacionales, los cuales no se resuelven solos como de manera equivocada sostienen los que desconocen la experiencia de  la historia. Los partidos políticos de orden deben influir en lo estatal para robustecer las instituciones, para hacer más efectiva la acción gubernamental. El poder que tiene el Estado en los asuntos decisivos de la vida colectiva y en el ámbito individual, es determinante para dinamizar la política.  La característica de lo conservador es que cuenta en su doctrina con ideas prácticas y postulados de gobierno, así como tesis de orden, que por lo mismo son esenciales para el equilibrio de poderes en un sistema político como el nuestro. La valía del elemento político, profesional y técnico conservador determina que los distintos gobiernos de otro signo procuren atraer a personalidades del conservatismo a los cargos de decisión político-económica.  En tiempos en los cuales el Estado combate a la subversión, los enemigos de la sociedad  y los que quieren incendiar el sistema, el aporte conservador al orden es fundamental. Con mayor razón si al mismo tiempo en medio del fuego las partes hablan en La Habana de la posibilidad de una paz negociada. Por fuera o por dentro de las conversaciones, lo conservador debe manifestarse y hacer su aporte, ni a la paz ni a la guerra puede ser ajeno.

El tema anterior y otros que mencionamos en el decálogo conservador del siglo XXI, se corresponden a asuntos esenciales de la política de los cuales lo conservador no puede estar ausente y que se deben analizar y debatir por encima de las políticas coyunturales para captar votos. El agotamiento de esas tesis conservadoras ha empobrecido el debate político, en cuanto el Estado se expresa por medio de los cañones, y la subversión por el terrorismo. La debilidad en cuanto a las ideas alimenta la banalidad y el desencuentro político. Para lo conservador, el peor error que hemos cometido los partidarios del orden, que somos la mayoría de los colombianos, es no conseguir la unidad política monolítica para enfrentar al enemigo. Y, a la inversa, falla la unidad política al momento de negociar. Si lo conservador convocara a la Nación a derrotar la subversión hace rato se había logrado, como ocurrió en el resto de Hispanoamérica. Ello puesto que el modelo violento de tomarse el poder con la tecnificación y profesionalización de las Fuerzas Armadas se torna obsoleto. Lo que prevalece hoy es división de los elementos de orden y  la tendencia exitosa de la izquierda a tomarse el poder por la vía electoral, mediante el procedimiento de agudizar la división de sus contrarios  y aprovechar sus contradicciones.

El mejor ejemplo del mal manejo de la política por parte de los afectos al orden de la diversidad política es que a cada elección se dividen y facilitan que las minorías de izquierda, o que así se denominan, lleguen en minoría al poder local en Bogotá. Como es elemental, cuando la izquierda se toma la primera ciudad del país, con un presupuesto similar al de varias naciones del Caribe, avanza en su proyecto de conquista del Estado. La falta de voluntad política macro de los elementos de orden, para unirse y lanzar un candidato a la Alcaldía de Bogotá, que con el apoyo de todos ganaría, muestra el gregarismo de la derecha colombiana y el centro, que se dejan contagiar de egoísmo e inmadurez. Para superar esa desventaja hemos propuesto que se avance a una reforma por medio de la cual el candidato que gane la Alcaldía debe llamar al que le siga en votos al gobierno, para que colabore y asuma una responsabilidad importante y equilibradora en el manejo citadino, como se practica en París.

Quienes profesamos los mismos ideales de orden, de libertad con  justicia social, de defensa de la soberanía nacional, de propiciar e impulsar desde el Estado el desarrollo, estamos llamados a actuar de consuno. Allí está lo conservador. Por lo que hemos señalado que para avanzar por terreno firme en ese campo de la exploración y de iniciativa política para el cambio, se requiere estar plenamente identificados con el deber ser de Colombia.

En tal sentido buscar la paz con dignidad y sin impunidad, es premisa fundamental para consagrar el orden y convertirnos en país desarrollado. Si no se consigue avanzar en la negociación significa que la política ha sido borrada como alternativa inteligente, por lo que no queda otra decisión que apelar al jus belli.