Inflación acorrala a Argentina | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Abril de 2023

* Con 94 %, es la cuarta más alta del mundo

* Cadena de errores económicos y políticos

 

 

 

No hace mucho Argentina era considerada como una de las naciones de mayor riqueza de nuestra región e incluso del mundo. Es más, a mediados del siglo XX por sus logros en casi todos los campos se reputaba de país desarrollado. Incluso, su capital, Buenos Aires, llegó a ser por la misma época una urbe comparable a Londres, Nueva York, Paris o Madrid. Favorecida por el clima, su potencial económico y la ascendencia europea, algunos geopolíticos llegaron a ubicar a esa nación como una potencia global emergente.

Hoy muchos de los mayores en Argentina recuerdan con nostalgia tiempos en que las arcas de la nación estaban repletas de divisas por las ventas de alimentos, en especial cárnicos y granos al viejo continente. Hasta estuvieron experimentando la posibilidad de tener bomba atómica propia y construyeron el primer avión de combate a propulsión, antes que Estados Unidos. Incluso, con ocasión del bloqueo que sufrió España en el gobierno de Francisco Franco y la hambruna general en la península ibérica, el entonces presidente gaucho Juan Domingo Perón envió alimentos a ese país.

También décadas atrás los bancos de Argentina manejaban grandes cantidades de divisas y podían reorientar la economía, basados en una llave de empuje agrícola y desarrollo industrial. En medio de esa época pujante centrales obreras y sectores políticos de izquierda clamaban por una ‘revolución’, que consistía en repartir la riqueza y favorecer que las empresas más potentes pasaran a manos de los sindicatos y organizaciones populares, lo que en efecto ocurrió en algunos casos.

Fue allí cuando comenzó el retroceso económico de Argentina, forjado por la demagogia y la dilapidación de los recursos estatales. La crisis y quiebra de un país tan rico, con una población que esperaba que sus líderes encabezaran un nuevo impulso para el desarrollo y bienestar colectivo, se agravó cuando la politiquería se tomó por asalto los entes del Estado. Desde instancias oficiales se favorecía a los contratistas amigos, al tiempo que se repartían bonos entre sus parciales de la gleba. Cuando los recursos empezaron a escasear se procedió a gravar con impuestos casi extorsivos a los industriales, comerciantes y, en particular, a los exportadores agrícolas. Asimismo, hubo casos en los que se expropiaron empresas sólidas financieramente que, al quedar en manos de los trabajadores, terminaron quebradas (…).

Todo lo anterior llevó a que en la medida en que la economía se tornaba menos competitiva y rentable, fueron desapareciendo los grandes flujos de divisas de los bancos, sin que las exportaciones agrícolas fueran suficientes para solventar los requerimientos de los sectores público y privado. Apenas si se conseguía paliar la complicada situación cuando las ventas externas eran pagadas en monedas fuertes. En ese difícil escenario, la inflación comenzó a ingresar como un virus al sistema productivo y poco a poco se convirtió en una enfermedad endémica que en lo corrido de este siglo es el principal lastre que frena el desarrollo del país. Las cifras son impactantes: cerró el 2022 con una inflación del 94,8 %, la más alta desde 1991, la cuarta en el mundo y la segunda mayor de Suramérica, tras Venezuela (234 %), que dada la forma en que el régimen dictatorial destruyó la economía de la otrora potencia petrolera, es un caso aparte.

Lo más grave es que el gobierno Fernández no ha podido controlar la escalada alcista y, pese a los anuncios en contrario del ministro de Hacienda, todo hace indicar que la inflación siguió subiendo en el primer trimestre. Eso significa que esa atribulada población no sale de la tragedia, ya que no solo se incrementa el costo de vida, sino que la moneda local se devalúa, los ingresos y el poder adquisitivo caen, al tiempo que se profundiza la crisis fiscal, el desempleo y la pobreza.

La economía argentina sobrevive gracias a lo que exporta y equilibra sus pérdidas con las divisas, que el gobierno expolia en parte a través de impuestos y aranceles onerosos. Y como la abultada deuda externa se contrajo en dólares, a veces ni alcanza para pagar los intereses y amortizaciones de la misma. Por ello han tenido que recurrir, de nuevo, al FMI.

Los economistas comparan el efecto de las medidas de choque gubernamentales con la situación de un enfermo delicado al que los medicamentos le alivian a medias unos males, pero le agravan otros. De hecho, avizoran que vendrá, a última hora, una nueva ayuda del FMI, con préstamos millonarios en dólares que no ingresan a las arcas oficiales, puesto que quedan en el exterior para pagar deuda.

Como se ve, el panorama para los argentinos es muy complicado, no solo por el difícil momento económico, sino por la galopante inflación. Todo ello, en medio de la recta final de la campaña presidencial, en donde este es el tema central y principal preocupación ciudadana.