La lupa de los alcaldes locales | El Nuevo Siglo
Miércoles, 22 de Marzo de 2023

* Crisis y problemáticas diferenciadas en Bogotá

* Al oído de las autoridades y los candidatos

 

A un poco más de siete meses para las elecciones regionales y locales, la campaña ya toma ritmo en todo el territorio. En la capital del país, por ejemplo, la baraja de candidatos ya se acerca a la decena y se asegura que antes de junio el partidor podría tener cerca de quince nombres.

Por el momento, salvo por algunos de los aspirantes que ya están haciendo proselitismo, poco se escucha de proyectos e ideas a implementar por quien sea el titular del Palacio Liévano a partir del primer día del 2024. Es claro que algunos de los equipos de programáticos se encuentran en la etapa de recoger insumos para confeccionar las plataformas políticas, económicas, sociales e institucionales que se presentarán a los bogotanos para tratar de ganar su apoyo en las urnas.

Este Diario se hizo a la tarea de entrevistar en las últimas semanas a la mayoría de los alcaldes de las veinte localidades de la ciudad, indagándoles sobre las principales problemáticas que afrontaban, los retos más importantes en su gestión y cuáles consideraban que deberían ser las prioridades para mejorar la calidad de vida de los habitantes de sus respectivas jurisdicciones.

Al hacer una revisión de lo afirmado por los alcaldes zonales queda claro que la inseguridad y los fenómenos de delincuencia focalizada encabezan el top de preocupaciones. Esa no es una novedad, pero sí lo es que hay amenazas delictivas muy diferenciadas de una localidad a otra. Esto lleva, entonces, a insistir en lo que varios expertos en seguridad urbana han recalcado en torno a que la ciudad, como ocurre en otras urbes, debe avanzar en la zonificación y especialización de los comandos de Policía y demás organismos e instrumentos en la lucha contra la criminalidad. Es claro que si bien hay sectores en donde la victimización ciudadana es mayor y de alto impacto, en otros lo que se registra es una serie de negocios ilícitos que tratan de pasar desapercibidos, como el desguace de vehículos, motocicletas y bicicletas hurtadas, o el comercio de celulares robados.

También debe llamar la atención, no solo de las autoridades sino de los candidatos a la Alcaldía, el Concejo y las Juntas Administradoras Locales, la forma en que el microtráfico está evolucionando en varias localidades, pasando de ser un delito típicamente de la delincuencia común para convertirse en un fenómeno de corte estructural, tipo mafioso, con redes y bandas queriendo ‘controlar’ o ‘adueñarse’ de sectores específicos de la ciudad, sin importar que ello implique trenzarse en ‘guerras’ territoriales con organizaciones rivales. Aquí hay una tipología delictiva distinta, que requiere una estrategia de respuesta más focalizada, con mayor componente de inteligencia y, sobre todo, operativos e investigaciones multidisciplinarias.

La problemática de las personas en situación de calle y de los vendedores ambulantes también tiene que ser asumida con un enfoque más diferencial, ya que la caracterización dista mucho de una localidad a otra.

Incluso, no deja de llamar la atención que el flagelo de los trancones y otras restricciones en materia de movilidad vial tienen un nivel de impacto que no es igual o tiene las mismas causas en todo el territorio distrital. Tiende a creerse que el origen de los atascos es el mismo en cualquier latitud de la capital pero, hecha la radiografía localidad por localidad, se encuentra que en algunos casos las fórmulas de regulación -e incluso de restricción de tráfico vehicular- que funcionan en determinado sector no tienen igual efecto en otros.

Como se ve, ahora que de nuevo el escenario de las urgencias y propuestas de solución a las crisis coyunturales y estructurales capitalinas vuelve a ponerse sobre la mesa al calor de la contienda proselitista, resulta imperativo que los programas y alternativas que se planteen a la ciudadanía se basen en diagnósticos más precisos, actualizados y realistas. El crecimiento y la complejidad de la urbe en muchos flancos obliga a reevaluar algunas premisas que tienden a darse por ciertas sobre lo que ocurre o necesita la capital del país. Premisas, conceptos inamovibles o lugares comunes que, a la luz de las visiones expresadas por los alcaldes locales, que sin duda tienen una experticia y conocimiento de primera mano con el que a veces no se cuenta en las altas esferas del gobierno distrital, evidencian que son muy parciales, inexactas o, peor aún, están completamente equivocadas.