Las memorias de Pastrana | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Diciembre de 2013

Elogio de la locura

El esfuerzo por la paz

 

En buena hora aparece el libro de memorias del expresidente Andrés Pastrana, que es la síntesis de varias conversaciones que sostuvo con el periodista Gonzalo Guillén, que se denominan Memorias Olvidadas; no pocos de los hechos que se comentan allí son conocidos por los que están informados del trasfondo de la política colombiana, otros presentan un nuevo aspecto y cobran renovada actualidad, los más son desconocidos para el gran público. Coincide la aparición del libro con los 20 años que se cumplen de la muerte de Pablo Escobar, en un tejado de Medellín, enfrentado a tiros con quienes lo tenían acorralado. En el escrito recuerda las angustias que pasó durante el secuestro y que pocos días antes del mismo habló con el Presidente de la República en solicitud de protección especial, que era precaria, lo que no prosperó en cuanto no se tenían informes oficiales de que fuesen a atentar contra él. Sobre esos dolorosos incidentes comenta que un político cercano a Escobar le pidió, según el locuaz Popeye,  que lo eliminaran. No cabe duda que salvó la vida de milagro, puesto que otros secuestrados en esos mismos días por los  agentes de Escobar, como el caso del procurador Carlos Mauro Hoyos, les dieron un tiro en la nuca. Época en la que los secuestros y asesinatos estuvieron a la orden del día.

En ese tiempo los recursos de la mafia para secuestrar y asaltar a las gentes de bien eran poderosos, tenían helicópteros y aviones privados, se movían en la clandestinidad con pericia e impunidad. Sorprende que al secuestrado le hubiesen permitido llevar un diario en el cautiverio, lo que se convierte en material precioso para el libro. A lo largo de las páginas del escrito se hace una cruda disección de algunos políticos que por esos días estaban al servicio del mafioso, que alcanzó a ser elegido al Congreso en una disidencia liberal, Contradictoria situación que llevó a Luis Carlos Galán a expulsarlo del liberalismo. Lo que enervó más  la guerra que ya libraba el líder bogotano por combatir la mafia y depurar su movimiento político. En ese momento Galán se creció al desafiar la corrupción galopante en el país, sus constantes denuncias y el valor con el cual se presentaba en ciudades y plazas, en donde en arengas entusiastas se ganó el fervor de la juventud que estaba por un cambio político y la derrota de la podredumbre enquistada en el Estado.

En algún momento de la narración esta cobra la intensidad de los relatos de terror, es cuando Pastrana le cuenta a su interlocutor la sorpresa que por poco le hace estallar el corazón en medio de la escabrosa impotencia que sufría, al recibir la  sorpresiva visita del capo de la mafia Pablo Escobar. El temible delincuente estuvo amable, sosegado, se recostó en la cama y habló con él. No lo dice, pero debió pensarlo, es evidente que de esa conversación podría derivarse su ejecución.

No pocos de los incidentes que narra el expresidente, de no ser por cuando se tiene conocimiento de esos negros episodios de nuestra historia, un lector desprevenido pensaría que se trata de ficción. Y es real, es la cruda realidad de un país en el cual la mayoría de la población es honrada y pacífica, pero en el que unos pocos con sus armas y millones del narcotráfico habían puesto en jaque a la sociedad. La debilidad del Estado por entonces era manifiesta y en medio de esa situación, del asalto del Palacio de Justicia, de la oposición de Escobar y sus secuaces a la extradición se tejieron episodios sangrientos que golpearon el duro cuero de la patria atormentada. En su gobierno el Plan Colombia sería la clave para fortalecer a las Fuerzas Armadas y combatir a los criminales, al tiempo que se negociaba con las Farc la paz.

En medio de la cuitas sobre su vida, peripecias, triunfos y derrotas, comenta de su honda convicción moral por llegar a una paz negociada con las Farc, como del momento en el cual Víctor G. Ricardo, casi perece al regresar de la primera reunión con los alzados en armas, su vehículo cayó a un rio y de milagro salió vivo de esa. Ricardo sería un puntal decisivo en las negociaciones por la paz, dado que siempre entendió cuál era la línea intraspasable de la dignidad nacional en esas negociaciones, así como adquirió un conocimiento valioso en el terreno sobre la mentalidad de los jerarcas y mandos medios de las Farc. Salta a la vista que su gobierno tenía muy claro hasta donde podía llegar en concesiones a las Farc, sin poner en peligro ni la soberanía nacional, ni el futuro de la democracia. Y no cabe la menor duda de que si los halcones de esa agrupación subversiva hubiesen comprendido el momento histórico se habría alcanzado la paz.