Las murallas de la globalización | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Julio de 2015

¿Una nueva Edad Media?

Integración y desintegración mundial

EL  discurso de las potencias de Occidente posterior a la segunda Guerra Mundial y la guerra fría, se fundamenta en los principios geopolíticos que en su momento dio a conocer el general Haushoffer, así algunos desconozcan la fuente de su inspiración, que pronosticaba en los años treinta del siglo XX la organización de la humanidad en grandes espacios que de alguna manera buscarían la unidad en los distintos continentes para no ser avasallados por otros, con el criterio de que los pequeños que se mantuviesen al margen de esas concepciones dictadas por el determinismo geográfico y los fundamentos de la política, terminarían por perder o ser absorbidos o dominados por los más fuertes. Esa concepción pesó para el concepto de espacio vital y la alianza del Eje.

Los integristas europeos posteriores de distinto signo político promueven abolir los aranceles entre los países de lo que hoy constituye la Unión Europea, lo que en la praxis significa  cerrarse frente a los Estados Unidos, China y Rusia. En la Unión Europea, la preponderancia de Berlín se fortalece por cuenta de su solvencia económica, aún más determinante en tiempos de crisis, como lo prueba el reciente caso de Grecia. Los Estados Unidos horadaron a la Unión Soviética con la guerra por las estrellas del presidente Reagan, que forzó la implosión del comunismo. En la guerra del petróleo, que desata el presidente Obama, se caen los precios del crudo y Rusia entra en un túnel sombrío de aulagas económicas que paraliza temporalmente su expansión, que tiene el fundamento geopolítico imperial. China sigue amurallada en su inmensidad, como la India.

 En tiempos de globalización, cuando se entiende que la guerra fría se acabó al caer el muro de Berlín y al sucumbir la Unión Soviética, por todas partes aparecen tendencias recurrentes de diversa inspiración ideológica, amparadas en un nacionalismo incoherente, que pretenden erigir nuevas murallas entre las naciones o, en el caso de los regionalistas furiosos, dentro de sus mismas naciones... En  Estados Unidos, el candidato republicano Donald Trump, pese a que su país tiene un tratado de libre comercio y movimiento de capitales con México, propone levantar un muro entre los dos países, que ya existe en algunas zonas, para que “la canalla del vecindario no cruce la frontera y los siga invadiendo”. Israel continúa  la expansión en las fronteras inestables, mientras mantiene un muro invisible de contención con colonos armados, artillería y misiles.

Algunos catalanes sueñan con levantar un muro que los separe de Castilla y los condenaría a la ruina.

Turquía construye una muralla de dos metros de altura a lo largo de la frontera con Siria, de una extensión de novecientos kilómetros,  para prevenir el contrabando y la entrada ilegal a su territorio, según informan las autoridades locales.

En Arabia Saudita, el atentado contra el general Oudah al-Belawi, comandante de operaciones fronterizas en la zona, quien murió con varios de sus soldados, atacados por la espalda por terroristas, impulsó la decisión de levantar una muralla contra el terrorismo. Arabia Saudita, depositaria de fondos multimillonarios y niveles de vida inalcanzables para sus vecinos, está por  construir un muro de separación de casi 1.000 kilómetros para aislarse de la tormenta que estremece y ensangrienta a Irak y guarecerse  del avance de las fuerzas invasoras del Estado Islámico y sus aliados, en especial en la zona de La Meca y Medina.

Como en los tiempos de la Edad Media en Europa, en pleno siglo XXI, en algunos casos fuera de construir la muralla se cavan profundos fosos que impidan el tránsito de fuerzas hostiles.

El Gobierno de Kenia recolecta fondos para construir un muro en la frontera con Somalia, cerca de la isla de Lamu, con la finalidad de mejorar la seguridad y contrarrestar los ataques y el movimiento de los ilegales. Bulgaria y otros países están por construir muros para protegerse. En todos estos casos se olvida que con los drones, los satélites y las comunicaciones en la nube estos esfuerzos aislacionistas, cumplen una función transitoria, que tiende a colapsar.