Lo que busca Bogotá | El Nuevo Siglo
Martes, 25 de Agosto de 2015

*Una encuesta reveladora sobre la Ciudad-Región

*No hay conexidad entre electores y elegidos

BOGOTÁ  está a dos meses de una de las elecciones de alcaldes más importantes de las últimas dos décadas no solo porque se debe determinar en las urnas si la izquierda se mantiene en el poder o da un viraje hacia el centro o la centro-derecha, sino porque la racha de escándalos de corrupción y de accidentada gestión que han marcado las dos últimas administraciones, tienen hoy a la capital del país sumida en una debilidad institucional sin precedentes. En no pocas ocasiones se ha recalcado desde estas páginas la urgencia de fijar un nuevo rumbo a la urbe y que el mismo se base en un diagnóstico claro y objetivo sobre sus fortalezas y deficiencias, evaluación que obviamente tiene que superar el desgastado ámbito de los informes oficialistas que sobredimensionan los logros y minimizan los fracasos, así como de las radiografías opositoras en sentido inversamente contrario.

Precisamente en este último propósito terminan siendo muy útiles los estudios que entidades privadas hacen sobre la situación real capitalina. Por ejemplo, ayer se conocieron los resultados de la llamada Primera gran encuesta  “Así vive y piensa Bogotá-Región”, cuyas conclusiones deben convertirse en un insumo más de quienes hoy están buscando el favor popular para llegar no solo al Palacio Liévano, sino también al Concejo Distrital y las Juntas Administradoras Locales. El estudio de opinión ciudadana y calidad de vida, que fue encargado por la Fundación pro Bogotá, revela que los habitantes consultados en la metrópoli y en seis municipios circunvecinos expresan un alto grado de pesimismo sobre la situación de la Ciudad-Región en los últimos cinco años. Particular importancia tiene aquí que el 56,7 por ciento de los bogotanos considera que las cosas han empeorado, a tal punto que un 40 por ciento quisiera vivir en otra parte. No menos preocupante resulta el hecho de que la seguridad continúa siendo el problema que más afecta la calidad de vida de los habitantes de la zona. Este resultado no es sorpresivo, pues todas las encuestas, incluso las electorales más recientes, coinciden en que ese debe ser el tema central de las propuestas de los candidatos, tal como lo recalcara un reciente editorial de este diario según el cual en las urnas la ciudadanía debe escoger a una persona decididamente experta en este delicado asunto. Es obvio que si la Ciudad-Región logra avanzar significativamente en materia de tranquilidad y convivencia ciudadana, las otras preocupaciones de los capitalinos relacionadas con transporte público, educación, generación de empleo y planeamiento urbano serán más fácilmente subsanables, pues es apenas natural que si se mejoran los índices de seguridad urbana ello tiene un efecto transversal sobre la eficiencia de las demás políticas.

Estando a sesenta días de los comicios tiene suma importancia otro de los resultados de la encuesta de Pro-Bogotá, según el cual existe una débil conexión entre los electores y los elegidos. De acuerdo con el sondeo, el 64,2 por ciento de los consultados no está enterado o para nada enterado de la gestión de los candidatos electos. Peor aún, el 33, 2 por ciento no recuerda por quién votó a la alcaldía la última vez, porcentaje que se dispara a un 70,3 por ciento cuando se les preguntó sobre el concejal al cual favorecieron en las urnas. También revela el estudio que la mayor parte de la ciudadanía, tanto de la capital del país como de las poblaciones vecinas, no conoce el nombre del programa de gobierno que se está aplicando, ni los respectivos gabinetes distritales y municipales. Todos estos datos comprueban claramente la lejanía entre gobernantes y gobernados y el bajo nivel de seguimiento ciudadano a los primeros.  Paradójicamente este capítulo sobre participación política reveló que para los comicios del 25 de octubre el 62,3 por ciento de los indagados tiene intención de sufragar, lo que representa una avance frente al 53,5 por ciento que dijo ir a las urnas en 2011. Pero hay aquí otro elemento preocupante, ya que la gente vota principalmente por la alcaldía, pero para el Concejo y las JAL los porcentajes son muy pobres, entre 30 y 20 por ciento respectivamente.  

Visto todo lo anterior, queda claro tanto en este diagnóstico como en otros recientemente conocidos, que la ciudad está esperando de sus nuevos mandatarios propuestas serias e integrales que respondan efectivamente a las principales problemáticas. Para ello se requiere de una campaña electoral con altura y propositiva que deje de un lado la parafernalia proselitista y el efectismo populista.