Los desafíos turísticos | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Abril de 2023

* Blindar el dinamismo sectorial

* Altas y bajas en Semana Santa

 

Nadie duda que Colombia es una potencia turística. Tampoco que en la última década el país ha avanzado de forma sustancial en cuanto al fortalecimiento y diversificación de este rubro, al punto que año tras año ha ganado más espacio entre las actividades que más generan dinamismo en la economía nacional, regional y local, al tiempo que la generación de divisas tiene una tendencia positiva, que no se interrumpió incluso en medio de la crisis pandémica.

Las estadísticas de las autoridades migratorias sobre el número de viajeros internacionales que arriban a nuestro territorio lo confirman como uno de los principales y más atractivos destinos en esta década. Igual puede decirse de las rutas de cruceros de lujo en el Caribe que han puesto a Cartagena como una parada infaltable.

Es claro, de otra parte, que los beneficios y exenciones tributarias han jugado un papel preponderante en el desarrollo y crecimiento de la infraestructura hotelera del país, sobre todo en lo relativo al fortalecimiento de nuevos destinos. No menos importante resulta el hecho de que la industria turística ha registrado en las últimas dos décadas un nivel de maduración y profesionalización en toda la cadena, lo que, sin duda, ha permitido que el nivel y la calidad de la atención al viajero mejorara de forma sostenida. Asimismo, un valor agregado que se ha venido consolidando año tras año tiene que ver con la forma en que muchos municipios implementan estrategias para potencializar sus atractivos, promocionarlos y estructurar alrededor de los mismos esquemas que permitan convertirlos en fuentes permanentes de ingresos y empleo para sus habitantes. Por último, pero no menos clave, debe señalarse lo trascendental que resulta la diversificación de la oferta turística, que no solo se ha descentralizado gradualmente, sino que permite captar distintos tipos de viajeros con gustos muy puntuales, como el turismo verde, el contemplativo, el de aventura, el de avistamiento de especies, el aficionado a las grandes travesías…

Sin embargo, así como hay un fortalecimiento del turismo en muchos aspectos, al punto que los últimos tres gobiernos han coincidido en catalogarla como el “nuevo petróleo”, también es claro que hay una serie de problemáticas de vieja y nueva data siguen haciendo las veces de ‘freno de mano’ para el desarrollo de todo su potencial.

Por ejemplo, la crisis de las últimas semanas en donde dos aerolíneas de bajo costo salieron de operación, dejando a decenas de miles de pasajeros en tierra, evidencia que urge una reforma de fondo a este sector, no solo en materia de regulación y alertas tempranas, sino de la estructura misma del negocio aeronáutico. El debate en torno a si es posible disminuir impuestos como el IVA a los tiquetes sigue abierto y sin ningún tipo de resolución.

Igual ocurre con el tema de la seguridad. Lamentablemente en los últimos meses se ha presentado un pico de criminalidad en distintas regiones del país, aunado a un creciente clima de conflictividad social, que se traduce en noticias que, por obvias razones, despiertan preocupaciones en los eventuales viajeros a algunos de los principales destinos.

Tampoco se puede negar que los cambios de énfasis entre el anterior gobierno y el actual han generado un clima de incertidumbre sobre el rumbo del sector, la seguridad y perspectivas de nuevas inversiones, los horizontes tributarios y la permanencia de los incentivos, desacelerando así las apuestas de las grandes cadenas hoteleras por ampliar su oferta en nuestro país.

También es claro que el sector continúa siendo uno de los más prolijos en cuanto a empleo en las regiones, pero se necesita una formalización más sólida, sobre todo en los niveles más bajos de la cadena.

Es urgente que la nueva política turística del país se aterrice. Hay flancos en donde se requieren acciones inmediatas y otros en lo que los ajustes son de carácter más estructural. La antesala de esta Semana Santa ha evidenciado la gravedad de varias de las problemáticas y, sobre todo, la urgencia de no permitir que el dinamismo sectorial se pierda. Ese debe ser uno de los grandes objetivos nacionales en el aquí y ahora.