Milagro en la selva | El Nuevo Siglo
Domingo, 11 de Junio de 2023

*Hazaña de cuatro menores indígenas

*Un ejemplo de la resiliencia innata

 

Para muchas personas los milagros, más que acciones que requieren algún tipo de intervención sobrenatural o divina, terminan siendo, en realidad, la demostración de hasta dónde pueden llegar los seres humanos cuando deciden probarse a sí mismos y no dejarse vencer por las circunstancias más adversas. Sin embargo, desafía toda lógica lo ocurrido con los cuatro niños que, tras durar más de cuarenta días perdidos en la espesa selva del Guaviare, pudieron ser finalmente localizados vivos el viernes pasado por uno de los grupos de búsqueda compuestos por efectivos de las Fuerzas Militares y varios guías indígenas que, en el lapso, alcanzaron a recorrer un área superior a los 2.600 kilómetros en una angustiante búsqueda por localizarlos sanos y salvos.

Haber logrado sobrevivir en tan difíciles circunstancias, con el riesgo de ser atacados por animales salvajes, perdidos en la manigua, expuestos a duras condiciones climáticas, alimentándose de lo que la naturaleza les proporcionó durante casi seis semanas y, sobre todo, bajo el cuidado de una niña de escasos trece años que supo proteger a los menores de nueve y cuatro, así como al bebé de escasos doce meses de vida, es una circunstancia que sobrepasa lo heroico y entra el terreno de lo verdaderamente milagroso.

Es innegable que a medida que pasaron los días y luego las semanas, las esperanzas de los grupos de búsqueda y rescate se fueron apagando, pero ello no fue óbice para que los comandos del Ejército y los rastreadores de varios resguardos indígenas se adentraran más en la selva buscando la mínima pista de la ruta que podrían haber tomado. Siempre llamó la atención del país el optimismo entre la familia de los menores de ascendencia indígena, sobre todo de los abuelos, que, en su imaginario cultural y vital, insistieron en que la madre naturaleza los estaba cuidando y de ella dependía que aparecieran vivos y sanos. Afortunadamente así fue.

Suele decirse con alguna frecuencia que los colombianos son un ejemplo de tesón y resistencia, al punto que han logrado sobreponerse a décadas de violencia y barbarie. Que hacen parte de una raza pujante que continuamente ve surgir talentos en múltiples campos que ponen en lo más alto el nombre del país. Pero también se hace mención a miles, decenas de miles, de héroes anónimos, de personas que en su día a día, en el ejercicio de sus actividades más cotidianas, son ejemplo de resiliencia, responsabilidad y bonhomía, como cualidades innatas que se cultivan desde muchas generaciones atrás. La gesta de estos menores indígenas es una prueba más de esa fuerza característica de nuestros compatriotas. No solo lograron sobrevivir a un accidente aéreo el 1 de mayo, en una zona selvática tan tupida que las autoridades tardaron dos semanas en dar con el sitio del siniestro, sino que pudieron mantenerse juntos durante cuarenta días, cuidándose unos a otros.

Hay que felicitar a la Fuerza Pública que nunca perdió la fe y pese a que tuvo que recorrer algunas zonas en donde el riesgo de ataques de grupos armados ilegales era alto, no declinó la misión. Una vez más, los uniformados demostraron su valentía y capacidad de sacrificio. Igual debe decirse de los guías indígenas que acompañaron a las tropas durante muchos días y fueron determinantes para encontrar algunas de las pistas que mantuvieron la esperanza de que los cuatro menores seguían vivos. Mención aparte merecen los perros entrenados en rastreo de personas que, como “Wilson” -al cierre de esta edición seguía perdido-, que han sido catalogados acertadamente como héroes en esta hazaña que tuvo eco mundial.

En medio de un ambiente crítico y convulsionado a nivel nacional, la aparición con vida de estos cuatro menores indígenas alegró al país y recordó a millones que la esperanza es lo último que debe perderse. Tras varias semanas de angustia y temiendo lo peor, los menores fueron rescatados por los comandos miliares y, como insistieron sus abuelos, la madre naturaleza siempre los protegió. Créase o no en los milagros, aquí, sin duda alguna, hubo uno…