Moraleja chilena | El Nuevo Siglo
Lunes, 29 de Junio de 2015

Muchas falencias por corregir 

El presente de los jugadores, lo primordial

La   participación de la Selección Colombia en la Copa América terminó con más dudas que certezas no solo porque no se llegó a las instancias finales sino que el desempeño en general del equipo dirigido por José Pekerman durante la primera fase y la de octavos fue muy irregular. La sorpresiva caída ante Venezuela, el sufrido pero muy importante triunfo ante Brasil, el empate frente a los peruanos, la caída ante los argentinos en los agónicos tiros desde el punto penal, tuvieron como común denominador, salvo pequeños lapsos, una escuadra con muchos problemas en la creación y generación de juego, que se evidenció no solo en que los rivales fueron los que marcaron  el ritmo y dominio del balón, sino en que el equipo solo convirtió un gol durante el tiempo efectivo en cuatro partidos e incluso ese tanto fue por intermedio de un defensor tras un cobro lateral. Semejante pobreza goleadora es más grave si se tiene en cuenta que Colombia tenía en su nómina de delanteros a eximios convertidores como Falcao, Jackson Martínez (tres veces bota de oro en la liga portuguesa), Bacca y Teófilo Gutiérrez. Ninguno de ellos tuvo mayores opciones durante el tiempo en que actuaron, por la misma ausencia de generación de juego en el mediocampo ya anotada.

De otro lado también es claro que la principal falencia del combinado nacional estuvo en la primera línea de volantes, toda vez que a la lesión que dejaron por fuera de la convocatoria a Guarín y Aguilar, se sumaron ya en competencia la grave lesión de Valencia y luego la suspensión por amarillas de Sánchez, lo que llevó al timonel argentino a improvisar distintas alineaciones que finalmente no le dieron resultado. En cuanto a la línea de creación fue notorio que James Rodríguez acusó un gran desgaste producto de una temporada larga y exigente con el Real Madrid, en tanto que a Cuadrado se le notó la falta de continuidad en los últimos meses con el Chelsea.

Tampoco se debe esconder que Pekerman pecó por demasiada confianza en un equipo titular que, a diferencia de lo ocurrido en las eliminatorias  y el Mundial pasado, ha tenido un desempeño muy irregular durante el último año, siendo muchos de ellos suplentes de sus clubes y arrastrando, como en el caso puntual de Falcao, una gran duda sobre la posibilidad de volver a ser los jugadores determinantes y que marcaban la diferencia. Es claro que el seleccionador no midió objetivamente el presente de los convocados y tardó demasiado en dar cabida a otros jugadores que venían con mejor ritmo.

Sin embargo, dejando atrás esta deficiente participación en el principal torneo continental, lo importante ahora es aprender de los errores y replantear tanto desde el punto de vista técnico, de la convocatoria e incluso teniendo en cuenta el estado anímico particular de los jugadores, el andamiaje del equipo que enfrentará, a finales de este año, el arranque de las eliminatorias para el Mundial ruso de 2018. Por ejemplo, es evidente que el nivel de los rivales para los partidos amistosos tiene que ser obligatoriamente replanteado, pues quedó claro en esta Copa América que los equipos con mejor desempeño son aquellos que se midieron con seleccionados de igual o mejor nivel, y no como Colombia que apostó por enfrentar selecciones de la tabla media hacia abajo.

De otra parte este ejercicio de autocrítica también debe aplicarse a la prensa deportiva y la misma afición, que en ocasiones sobredimensiona la realidad del equipo, le pide más de lo que realmente está en capacidad de dar, no reconoce la valía de los rivales o asume una postura fatalista cuando sobrevienen las derrotas o el mal juego.

Como se ve, son muchas las conclusiones que se pueden extraer de lo que fue esta participación en el torneo chileno y lo importante es que se analice de manera objetiva y se tenga la suficiente capacidad para aceptar los errores y proceder a su corrección seria y definitiva. En ese orden de ideas, sin querer caer en la insólita premisa de que “perder es ganar un poco”, lo mejor que le pudo pasar a Colombia fue caerse de esa montaña de favoritismo y estrellarse con la realidad en Chile y no en la próxima competencia por volver al torneo orbital.