No es menor la alerta lanzada ayer por el Ideam en torno al bajo nivel que están presentando algunos embalses del país debido al impacto del fenómeno del Niño. De acuerdo con la entidad cuerpos de agua como los del Guavio, El Quimbo, Troneras, Chuza e Ituango han visto reducir sus volúmenes en las últimas semanas por debajo de los promedios históricos para esta época del año.
Si bien es cierto que se preveía que las altas temperaturas de las semanas recientes iban a afectar el nivel de los embalses y represas, de los cuales depende más del 60% de la capacidad de generación eléctrica, al tiempo que surten de líquido vital a muchos acueductos y actividades agrícolas, la rapidez con que se están acercando a los niveles críticos sorprende. Hay algunos por debajo del 60% de su capacidad.
Se creía que con las lluvias recientes en zonas del centro y occidente del país el impacto de la sequía se iba a morigerar. Sin embargo, lo cierto es que el tiempo seco ha vuelto a imperar en gran parte del territorio y con ello las alertas tempranas se volvieron a prender.
Es urgente, entonces, que las autoridades redoblen los llamados a que la ciudadanía haga un uso racional del agua. No se trata solo de acudir a encarecer las facturas, sino que promover una mayor conciencia de la población para que ahorre el vital líquido.
De igual manera, va siendo hora de que los alcaldes evalúen cuáles de las actividades económicas y productivas de sus respectivas jurisdicciones que demandan grandes cantidades de agua deben ser restringidas, al menor parcialmente.
Por igual, las empresas de acueducto deben buscar mecanismos para racionalizar la prestación del servicio, así como activar estrategias para atender a aquellas comunidades en donde por el bajo nivel de los ríos y quebradas ya no es posible un suministro normal.
De otro lado, acorde con la advertencia en torno a que la segunda quincena de febrero será la fase más crítica del Niño, es urgente que todo el plan de contingencia para hacer frente a los incendios forestales esté listo. Ya en enero se evidenciaron no pocas fallas en el sistema de prevención y atención de emergencias, sobre todo en lo relativo a la disponibilidad de personal y de aeronaves. La Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres debe haber derivado lecciones aprendidas de los yerros innegables del mes pasado.