ONU tiene la palabra | El Nuevo Siglo
Viernes, 3 de Julio de 2015

*Preocupante aumento de narcocultivos y cocaína

*Un debate que ya debe dar resultados

LA  reingeniería en la lucha global contra el narcotráfico ocupa con mayor profundidad el debate, ya no solo a nivel académico sino desde instancias multilaterales como la OEA y la ONU. Incluso no pocos gobiernos y autoridades han urgido la definición de las reglas del juego en cuanto al combate a la producción, comercialización y consumo de narcóticos, bajo la tesis de que al tratarse de un delito de tracto transnacional, hoy se enfrentan a la incoherencia de que mientras en algunas naciones prima la estrategia represiva, en otras ya se han afincado políticas de flexibilización y hasta de legalización, sobre todo en lo referente a las llamadas “drogas blandas” como la marihuana.

La necesidad de tal definición de la política global, ya sea ratificando el actual modelo marcadamente punitivo, u optando por uno nuevo, se hace más patente al conocerse informes como el revelado ayer por el Sistema de Monitoreo de cultivos de coca en Colombia, proyectado por una agencia de la ONU, según el cual el área sembrada subió un 44 por ciento, llegando a 69 mil hectáreas en 2014, mientras que la producción potencial de cocaína sufrió un incremento mayor, alcanzando las 442 toneladas métricas en el mismo año, lo que implica un incremento del 52 por ciento. Es claro que se está aquí ante un resultado bastante desalentador para un país cuya fuerza pública, jueces y demás autoridades se juegan todos los días para acabar las distintas cadenas de este negocio ilícito, combatiendo desde los grandes carteles, las redes de lavado de activos, poniendo al descubierto el testaferrato y hasta persiguiendo en las calles a quienes se dedican al microtráfico, muchas veces enfrentándose a que quienes son capturados tras mucho esfuerzo de recurso humano y técnico terminan regresando a las calles en cuestión de días o muy poco tiempo, debido a la aplicación de una legislación penal que se aleja cada vez más de la restricción de la libertad a sindicados e incluso condenados.

El informe revelado ayer también es un campanazo en cuanto a que los esfuerzos de erradicación aérea y manual de los narcocultivos no están dando los resultados esperados, como se evidencia en el resurgimiento de sembradíos de coca, en regiones en donde años atrás se había registrado una sensible disminución. Y no menos preocupante termina siendo el hecho de que mientras aumenta la producción de cocaína en nuestro país, a escala global, según el Informe Mundial de Drogas revelado la semana pasada por la ONU, no se detectó un aumento del consumo del alcaloide en Europa y Estados Unidos, y, por el contrario, hay una prevalencia hacia la reducción. En ese orden de ideas es más que pertinente el interrogante que abre la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNO DC) en torno de que no está claro “el destino” de la cocaína que se está produciendo en Colombia pues esa mayor oferta obviamente implica el riesgo de aumento del consumo interno o en la región.

Colombia, por intermedio del actual Gobierno, ha insistido en la necesidad de que se adopte globalmente un nuevo enfoque en la lucha antidroga, y para ello no solo impulsó el estudio que hicieran varios expresidentes latinoamericanos al respecto y que fue presentado a la OEA, sino que ha sido activo protagonista en los foros y reuniones preparatorias que en el marco de la ONU se han realizado en los últimos meses con miras a la sesión extraordinaria del ente multilateral que se realizará el próximo año y cuyo objetivo será el de delinear la nueva ruta para enfrentar el problema mundial de las drogas.

Es claro que cualquier ajuste a la política contra el narcotráfico debe ser de índole global, al evidenciarse que los cambios unilaterales en materia de flexibilización, despenalización, regularización del consumo, legalización controlada de la producción y su comercio, la prevalencia de la óptica de la drogadicción como un problema de salud pública y no penal, o incluso la ratificación de estrategias represivas como las aplicadas en las últimas décadas, que hoy están bajo la lupa, terminan generando escenarios contradictorios, y por lo tanto ineficaces, para acabar con este flagelo que solo en 2013 habría generado cien mil muertos en todo el mundo por sobredosis. Como se ve, la sesión extraordinaria de la ONU el próximo año está llamada a marcar un punto de inflexión definitivo en la lucha contra el narcotráfico. De no hacerlo, la decepción sería mayúscula.