Otra vez Ecopetrol… | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Mayo de 2024

* Súbitas denuncias del presidente

* La defensa de los exdirectores

Ecopetrol, la empresa por excelencia de todos los colombianos, ha sufrido sobremanera durante la administración de Gustavo Petro. Pese a ser la gran fuente de utilidades, con las cuales la hacienda pública ha contado como nunca con recursos frescos para los programas gubernamentales, la compañía vive permanentemente en el ojo del huracán.

Ya sea esto, ciertamente, por los escándalos en que se encuentra inmerso el presidente de la compañía, Ricardo Roa, a raíz de las investigaciones del Consejo Nacional Electoral sobre la campaña petrista del 2022 y la violación de los topes electorales. Ya sea, también, por el propagandismo del primer mandatario contra el petróleo, aunque al mismo tiempo derive del producto (que tanto menoscaba en su retórica) sustanciales recursos públicos para cumplir con el Plan de Desarrollo, en tanto suprime, por igual, la exploración del crudo luego de gastarse, eso sí, los réditos heredados de las exploraciones antecedentes. Ya sea, de otra parte, por el quita-pone de miembros en la junta directiva… En fin, un conjunto de circunstancias adversas que inclusive han puesto en jaque la credibilidad de la empresa, aún a pesar de lo cual se mantiene de insignia colombiana en el plano internacional a la vez que adelanta, con creces, los programas graduales y firmes de transición energética establecidos en los protocolos de las administraciones previas. 

En ese sentido, no es pues del todo muy creíble la persistente cruzada anti petrolera antedicha, puesto que lo que se pretende hacer con la mano izquierda se borra, en concreto e ipso facto, con la derecha.

En todo caso, por fuera de ese galimatías evidente, la compañía ha pasado de ser, hace tiempo, una institución eminentemente petrolera a una de alcances energéticos nacionales y multinacionales preeminentes, a partir, como todo el mundo sabe, de las positivas políticas adoptadas en esa dirección de años atrás. Nadie dudaría por ejemplo de que la operación de ISA, ensanchando a Ecopetrol, ha tenido resultados fructíferos, así como tampoco es desestimable, para nada, el rigor ambiental con que se obligó a manejar el organismo. De hecho, es lo que, al mismo tiempo, ha permitido gozar de utilidades y traspasos históricos al gobierno petrista.    

Ahora, como si lo anterior no fuera suficiente en el pretendido desplome gubernamental de la empresa, el presidente Petro ha sostenido que: “Los hallazgos en Ecopetrol son profundamente alarmantes; por decenas de miles de millones de dólares han salido recursos de la petrolera nacional para financiar personas, paramilitares y la política. Ecopetrol es el escenario del gran desfalco de la Nación, encubierto por órganos de control y sin investigación penal”. Semejante aseveración merece, desde luego, toda la atención, si en efecto no se trata de otro distractor de los graves problemas que afectan drásticamente la marcha del gobierno, desde las multifacéticas y asombrosas acusaciones de corrupción, la economía en el desmayo indolente (salvo, tal vez, por la anunciada política del decrecimiento que parecería seguir su curso irredimible), el desempleo en ascenso, la inseguridad rampante y la pérdida de la soberanía territorial a manos criminales.

Una vez dicho lo anterior, entonces, no queda más camino al presidente que concretar sus denuncias en la justicia ordinaria. Es lo que, naturalmente, esperarían los cerca de 250.000 accionistas privados de Ecopetrol, como todos los colombianos, también propietarios de la compañía, siendo ésta uno de los principales activos fijos del balance nacional. Ni más faltaba, claro está, que en Colombia fuera a instalarse una vertiente similar a la de la satrapía venezolana al hacer ochas y panochas con los recursos petroleros como, entre otros, hizo el inefable Tareck El Aissami, el “zar del petróleo”, vicepresidente y ministro de Nicolás Maduro, llevándose por delante, ahí sí, miles de millones de dólares esquilmados al sufrido pueblo del país hermano.

Con razón, pues, los tres expresidentes de Ecopetrol, en los últimos 17 años, rechazaron ayer “de forma categórica esas afirmaciones falsas y temerarias, pronunciadas sin pruebas ni sustentos fácticos”. Y añadieron que dentro de la infinidad de controles nacionales e internacionales que tiene la compañía, incluida la regulación atinente en Estados Unidos por estar inscrita la empresa en la Bolsa de Nueva York, jamás se conocieron casos en los que “miles de millones de dólares” hayan sido destinados a “financiar personas, paramilitares y la política” y cuando hubo cualquier presunta anomalía se puso “en conocimiento de las autoridades competentes de forma oportuna, tal y como lo exige la misma ley” . De tal modo, Javier Gutiérrez, Juan Carlos Echeverry y Felipe Bayón defendieron su gestión.

Lamentablemente y a cada tanto Ecopetrol se ha convertido en trompo de quitar y poner, incidiendo en su credibilidad y portafolio. No es bueno que esto ocurra con el patrimonio de todos los colombianos, menos cuando la empresa ha servido al presidente para sacar sus programas adelante, pese a esa virulenta relación de amor-odio con su “patita fea”.