Presión inflacionaria | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Julio de 2015

*Costo de vida creció 4,42 por ciento último año

*Los grandes retos para el segundo semestre

LA  preocupación alrededor de lo que será la inflación para este año continúa estando en el tope de la lista de los principales analistas económicos del país. Al cierre del primer semestre, según lo informó el DAN el fin de semana, el índice de precios al consumidor ya registra una variación de 3,33 por ciento, lo que implica que es superior en 0,76 puntos porcentuales a lo ocurrido en igual lapso del año pasado. Esto confirma que el costo de vida, que según los tratadistas es el ’impuesto’ más regresivo, ya que afecta a todos los rangos poblacionales, pero en especiala los de menor poder adquisitivo, es una de las metas económicas que amenaza con salirse de marco. Prueba de ello es que entre julio del año pasado y junio del presente, es decir, los últimos doces meses, la inflación presentó una variación de 4,42 por ciento, indicador que enciende las alarmas toda vez que el rango de la meta para todo 2015, fue fijado por el Banco de la República entre 2 y 4 por ciento, con una línea promedio de 3 por ciento para todo este año. Incluso si se hace la comparación de lo que ha sido el desempeño semestral se encuentra que desde 2009 no se registraba una tasa superior al 3,33 por ciento anotado.

Si bien es cierto que el Banco de la República continúa considerando que no hay temor de un desborde inflacionario y que incluso desde mayo la tendencia en el incremento del costo de vida es la desaceleración, en especial por una menor presión en el precio de los alimentos, otros centros de análisis económico privados consideran que el costo de vida sí está empujando demasiado, pese a que el consumo interno, sobre todo el gasto de la familia, ha tenido este año crecimientos moderados producto del clima de enfriamiento económico que se empezó a evidenciar desde finales de 2014 y que ya para el cierre de este primer semestre se reflejó en un crecimiento apenas del 2,8 por ciento en el Producto Interno Bruto, en tanto que las previsiones para diciembre no apuestan en su mayoría por indicadores superiores al 3 por ciento, en los cálculos más optimistas.

Visto todo lo anterior es claro que nos abocamos a un segundo semestre en el que mantener dentro del rango de la meta la inflación, se vuelve un imperativo tanto para el Gobierno como para la Junta del Emisor, que en los últimos meses ha preferido no mover sus tasas de interés de intervención, que se ubican en 4,5 por ciento, bajo el argumento de que las presiones inflacionarias son manejables y que no hay necesidad de adoptar medidas que le quiten liquidez al mercado e impacten de modo sustancial la demanda interna de bienes y servicios. Es obvio que en estas decisiones del Banco de la República ha pesado mucho el síntoma de recuperación de Estados Unidos así como de la zona euro y Japón, que contrarrestan en alguna porción la desaceleración china así como el enfriamiento general de las economías latinas.

En ese orden de ideas es urgente, por ejemplo, que los anunciados paros agrícolas para las próximas semanas no deriven en un impacto sobre el precio de los alimentos, en tanto que convendría detectar cuáles son los fenómenos estacionarios o estructurales que están empujando la carestía en los grupos de bienes y servicios relacionados con diversión, transporte, comunicaciones, vestuario y salud, que según el reporte del DANE para junio furon los rubros que subieron por encima del 0,10 por ciento.

El cierre de 2015 en materia económica se muestra así como muy complicado y es claro que todas las apuestas están girando alrededor de una recuperación de la industria y el empleo, con base en el PIPE 2.0, así como en un fortalecimiento del precio del petróleo a escala internacional, un menor desequilibrio en la balanza comercial y el impacto  en el sector real del plan de infraestructura en marcha. De esta forma se confirma que este 2015 es un año muy complejo en materia productiva y que cerrarlo en forma potable depende de la capacidad de las instancias públicas y privadas de mantener en cintura los principales indicadores, especialmente los de inflación, desempleo, balanza comercial y la inversión oficial como principal motor en momentos en que la industria, el comercio y los commodities evidencian un dinamismo inferior al esperado.