Salvaje atentado | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Mayo de 2013

Por los lados de las extensas zonas montañosas del Departamento de Norte de Santander y sus entrañas selváticas se mueven pequeños comandos de guerrilleros que actúan de cuando en cuando con implacable ferocidad contra la población civil y los soldados. Hubo un tiempo en  el que se aseguraba que los del Eln estaban aniquilados, que no tenían capacidad de realizar ataques de importancia contra la fuerza pública, por lo que semejaban simples bandas de facinerosos que se refugiaban en las montañas, tratando de mimetizarse en los partes más aisladas entre la gente del campo, a la que sometían bajo amenaza, el reclutamiento forzado  de un pariente, la ominosa extorsión y los esfuerzos por adoctrinarlos o, por lo menos, mantenerlos a su servicio mediante la intimidación constante o el soborno. El Eln es una organización subversiva que se funda en 1964, so pretexto de conquistar el poder por medio de las armas al estilo del comandante Fidel Castro en Cuba. En alguna oportunidad el comandante Hugo Chávez pretendió que a los del Eln se les diera el reconocimiento y trato de beligerantes. Lo que no prosperó, en particular por la cadena de delitos comunes en los cuales se han visto incursos los miembros del grupo que dice seguir las ideas del exsacerdote Camilo Torres.

El Eln lo fundan camaradas del Partido Comunista, dentro del esquema de avanzar por el poder mediante todas las formas de lucha. Sus milicias suelen actuar por el área del Catatumbo, en Norte de Santander, el sur del departamento de Bolívar, así como se les reconoce actividad bélica y proselitista en los departamentos de Arauca, Cesar, Antioquia, Cauca, Nariño y, en menor escala, en el Valle del Cauca, así incursionen de cuando en cuando en otros puntos del país. El exsacerdote Camilo Torres, cuando recién formaba parte de esa pandilla criminal, cayó abatido por un soldado al que debía rematar para arrancarle de las manos el fusil, precisamente en las breñas de ese Departamento tan duramente castigado  por la violencia. Reconocidos expertos han sostenido que los subversivos sentían celos del exsacerdote y se confabularon en enviarlo a luchar al monte sin mayor entrenamiento militar, con la criminal finalidad de que fuese asesinado y convertirlo en mártir, como en efecto lo consideraron por un tiempo un puñado de sus seguidores y estudiantes románticos sin formación política. Para los curtidos jefes de los violentos, Camilo vivo era un estorbo. Camilo, abatido por las balas oficiales, un héroe, un símbolo de la lucha contra la injusticia, que serviría para atraer a los campesinos de fe católica inconmovible y lavar las caras manchadas de sangre de sus jefes. Los hermanos Vásquez Castaño, personajes siniestros que dirigieron el Eln, ejecutaron a buena parte de sus seguidores y campesinos de la región, pretendían imperar bajo el terror, hasta que sus proyectos se ahogaron en la propia sangre de sus seguidores, muchos de ellos estudiantes de la UIS.

Los subversivos del Eln por años han sido combatidos sistemáticamente y en varias oportunidades cercados por las tropas regulares, en algunos deplorables casos, cuando sus jefes estaban  a punto de caer o ser eliminados, por conveniencias políticas del gobierno de turno o por cuanto lograron  evadir el cerco, salvaron el pellejo.  En tiempos del Generalísimo Francisco Franco, en España, varios curas rebeldes de ese país fueron destinados a trabajar en misiones lejanas, entre ellos se hizo famoso el cura Manuel Pérez, quien se compenetró a tal punto con los violentos que terminó siendo su jefe. En el Gobierno de Julio César Turbay, así como durante la gestión de Belisario Betancur, se avanzó en negociaciones de paz, que a la larga resultaron infructuosas. En el mandato de Andrés Pastrana hicieron varias incursiones militares y solicitaron negociar cuando los encuentros con las Farc en el Caguán, que al final no cuajaron. Hoy parece repetirse la historia de cientos de emboscadas que en este vil ataque dejó 10 soldados muertos, varios heridos y un cabo secuestrado; pretenden decir aquí estamos, tenemos capacidad de daño, estamos bien armados y exigimos de una sociedad débil que nos tengan en cuenta en futuras negociaciones, en las que pedirán que les den el mismo trato que a los de las Farc.

El anterior es el círculo cerrado de la violencia homicida y los ataques a mansalva contra los soldados y mártires de la Patria, que se repite cada cierto tiempo al amparo de la oscuridad y la sorpresa, esta vez contra efectivos que en ese momento cumplían en torno del poblado de El Cagüey, en la vereda, Presidente, en Chitagá,  misiones cívicas de protección y contacto con los vecinos. Uno de los sobrevivientes comentó que  de súbito llovieron sobre sus cabezas: “granadas y disparos. Algunos compañeros murieron instantáneamente. Los que quedamos vivos nos hicimos los muertos, pero a algunos heridos los patearon para ver si estaban vivos y los remataron porque gritaban de dolor”. ¡Qué vergüenza!