Solidez financiera | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Junio de 2012

* Redoblar esfuerzos en bancarización

* Relación más ágil entre sistema y clientes

Las polémicas alrededor del sistema financiero siempre están a la orden del día. Cada vez que se anuncian las ganancias de bancos, corporaciones y demás instituciones del sector se escuchan las mismas voces críticas a los millonarios rendimientos. La mayoría de esos cuestionamientos son, a todas luces, anacrónicos, emocionales y antitécnicos, puesto que si algo ha demostrado la crisis económica que se está apoderando de la Unión Europea, es que la salud del sistema financiero interno es la columna vertebral de la estabilidad y solidez económica de cualquier nación. No en vano los países que han necesitado salvavidas financieros en el viejo continente, lo primero que han visto venirse abajo es la confianza ciudadana en la fortaleza de sus bancos públicos y privados y luego, consecuencialmente, las cifras sobre déficit fiscal y la evidente incapacidad para responder por sus obligaciones en materia de gastos de funcionamiento, inversión y servicio de la deuda externa.

Tras las crisis al final del siglo pasado, Colombia tiene hoy por hoy una de las regulaciones en materia  financiera más eficientes no sólo del continente sino en nivel mundial. Exigencias como las de patrimonio autónomo a todas las entidades del sector así como un intrincado cruce de variables e indicadores son garantía de la solidez de bancos, corporaciones y cooperativas en materia de capital, liquidez, riesgo crediticio y rentabilidad. En consecuencia, que el sistema financiero local, que es sin duda una de las plazas más atractivas en estos momentos para la banca multinacional, reporte buenos rendimientos es un síntoma no sólo positivo sino obligatorio. Precisamente son éstos los que han permitido que en las emisiones de acciones realizadas por las entidades más importantes del sector, la demanda de títulos entre la ciudadanía sobrepasara todas las expectativas.

Por lo mismo, el objetivo lógico no debe ser otro distinto a fortalecer el sistema financiero. En no pocas ocasiones hemos advertido desde estas páginas que se deben intensificar las medidas para aumentar la bancarización, puesto que los altos flujos de dinero en efectivo no sólo producen distorsiones en los indicadores macroeconómicos y le hacen difícil al Estado la vigilancia sobre la procedencia o licitud de los mismos, sino que impiden regularizar la economía y la misma tributación.

Desde ese punto de vista resulta optimista el último informe del gremio bancario en torno de que en el último año alrededor de un millón de personas se vinculó al sistema a través de cuentas de ahorro, de forma tal que la proporción de mayores de edad con un producto financiero alcanzó 64,6 por ciento, cuando en 2007 era apenas de 55 por ciento. Es decir, que hoy de cada 10 adultos, un poco más de seis tiene alguna relación o maneja un producto financiero. En términos absolutos el total es de 19,6 millones de usuarios.

El avance en bancarización, que se da por distintas vías como mayor cobertura, ampliación del portafolio de servicios y un incremento de la formalización de transacciones en los sectores públicos y privados, debe reforzarse. Y para ello es necesario abocar varias estrategias. Por ejemplo, la relación entre bancos y corporaciones debe ser más proactiva, sobre todo en materia de costos de los servicios prestados, una asesoría más cercana a la hora de ubicar productos y, sobre todo, mecanismos más ágiles y amables para la solución de contingencias como morosidades y reporte a las ‘listas negras’. Igual el Congreso avanza en otros tópicos referidos a la no sanción por el prepago de créditos y el abaratamiento de tarifas. A su turno, la Superintendencia del ramo y otras instancias gubernamentales también han tomado medidas para garantizar que la relación entre bancos y clientes sea más ágil y eficaz.

Es claro que el auge de redes de agiotistas como los llamados ‘prestamistas gota a gota’, la persistencia en algunas regiones del fenómeno de las ‘pirámides’ y otras modalidades financieras informales, que son caldo de cultivo para el lavado de activos de origen ilícito, serán difíciles de erradicar mientras la bancarización no aumente de una manera más sustancial. Igual, delitos de alto impacto como el ‘fleteo’ son producto de las reservas que muchas personas tienen todavía frente a las tarifas que cobran bancos y corporaciones financieras, el peso del impuesto del “cuatro por mil” o la misma falta de pedagogía ciudadana sobre las ventajas de las transacciones electrónicas y otros productos de la banca virtual y móvil.

El sistema financiero es una garantía de estabilidad económica y como tal, toda medida que tome cualquiera de sus actores, debe ir encaminada a su fortalecimiento y solidez.