* Economía crece a buen ritmo
* Lo importante es sostenerse
La posibilidad más real y objetiva para que Colombia vaya disminuyendo de forma drástica los índices de pobreza y exclusión social se basa en una economía fuerte y dinámica. Bajo esa premisa resulta muy positivo lo revelado ayer por el DANE en torno de que durante el año pasado el Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país creció en 5,9 por ciento en relación con 2010. En ese resultado final influyó de manera determinante el comportamiento del último trimestre (octubre-diciembre), cuando la economía logró crecer en un 6,1 por ciento.
La noticia se torna aún más importante si se tiene en cuenta que veníamos de dos índices muy mediocres, ya que en 2009 el PIB apenas subió un 1,7 por ciento y en 2010 se cerró con un magro 4,0 por ciento. Incluso, el dato revelado ayer superó con creces la meta que el propio Gobierno se había fijado, que era un punto y medio menos al finalmente alcanzado.
Como era apenas obvio, dado el boom que el país registra en este sector, el principal jalonador de la economía fue el sector minero, seguido de lejos por los rubros de transporte, comunicaciones, comercio, servicios, restaurantes, hoteles, establecimientos financieros, seguros, inmuebles, servicios a las empresas y construcción. No les fue tan bien a sectores como los de industrias manufactureras y el agropecuario, aunque ambos se situaron en los terrenos positivos y mantienen una tendencia de recuperación sostenida.
Como era apenas natural el Gobierno fue el primero en celebrar el crecimiento de la economía, indicando que ese 5,9 por ciento se traducía en mayor posibilidad de empleo, menos pobreza y más prosperidad para todos. Por ejemplo, el Ejecutivo dijo que un mayor crecimiento económico inmediatamente se traduce en más recaudos tributarios, tal como quedó evidenciado el año pasado cuando se captaron 16,8 billones de pesos más en impuestos.
El reto ahora es mantenerse alrededor del 6 por ciento como meta mínima anual de crecimiento en el PIB. Está claro que sólo en la medida en que se logre una tendencia de largo plazo en este aspecto será posible reducir efectivamente las causas objetivas y estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social. Hoy nuestro país figura no sólo entre las economías emergentes con mejor proyección, aún en medio de la crisis financiera internacional, sino que el 2012 apunta a ser uno de los mejores años de la última década. El propio Banco de la República pronostica que el primer trimestre podría tener un compartimiento similar al último de 2011. Se proyecta, además, que de nuevo se marcarán récord en materia de inversión extranjera directa y balanza comercial.
Para que esa hoja de ruta se mantenga es necesario aplicarse a la tarea de no desviar el rumbo. Con una economía en expansión, lo mejor es irrigar más recursos para aumentar las tasas de consumo de los hogares y el dinamismo industrial, comercial y de la construcción. No hay que olvidar que las inversiones este año en infraestructura son muy altas. Es evidente que sólo en la medida en que ello ocurra, el desempleo, que logró reducirse transitoriamente a menos de un dígito, se afincará definitivamente en este terreno porcentual. Por igual debe tenerse cuidado con las alertas tempranas por los posibles coletazos de tener la moneda local más revaluada en la región así como el temor por el impacto del alza en las tasas de interés. Es obvio que mientras la inflación se mantenga en la meta proyectada, no se puede ahogar el dinamismo en las tasas de consumo. Igual, el propio sector financiero indica que sus tasas de cartera morosa y de difícil recaudo no presentan índices preocupantes. Además, es necesario también prever lo que puede ser el nivel de afectación que sobre el sector real de la economía pueda tener la ola invernal que está comenzando. Y, por último, resulta urgente blindar todo el dinamismo productivo de los problemas de inseguridad recientes.
Como se ve, en materia económica Colombia va bien. Lo hecho hasta el momento es muy positivo y debe ser reconocido. Pero aún falta camino por recorrer. Lo importante es no variar la hoja de ruta.